CALLE DE FEUILLANTINES
En esta calle del barrio Latino de Paris fue donde se desarrolló buena parte de mi exilio, un exilio que aun no ha terminado. Hacia ya algunos años que vivía en el apartamento que formaba parte del que hacia doscientos años fue el convento de las Feullantines, servidoras de Dios y que debieron irse con viento fresco al triunfar la Revolución Francesa, ahora se trataba de una casa de vecinos, popular y dividida en varios apartamentos, nosotros habíamos unido tres de lo que fueran celdas y teníamos un apartamento presentable, lo ocupó antes un doctor español, republicano y refugiado como nosotros, nos lo cedió por un módico traspaso.
No voy a contar hoy la historia de mi exilio en Francia ni sus causas, mas adelante lo haré, quisiera empezar esta historia recordando una anécdota que allí tuvo lugar y que me hizo pensar en muchas cosas de mi vida.
Mi abuela estaba pasando unos días con nosotros en Paris, era la madre de mi madre, hablaré de ella mas adelante, su historia se confunde con la terrible historia que nos tocó vivir a los españoles. Milagros Sanz, ese era su nombre ya conocía Paris, allí vivió sus primeros años de exilio y asistió a la entrada de las tropas alemanas en la capital, después su marido la convenció de volver a España para librarla a ella y a sus hijos de los nazis, mi abuelo seguramente no podía imaginar el calvario que pasaban los que retornaban a la España franquista.
Mi abuela deseaba pasar unos días recordando aquel tiempo y seguramente visitar la tumba de uno de sus hijos que quedo allí en tierra francesa, se alojó con mi madre, estuvo unos días con su hija, pero el abismo que las separaba estaba siempre allí y la convivencia no era fácil, así que la propuse venir a mi casa, yo tenia ya dos hijos pequeños y en ese momento no trabajaba, criaba a mi Jerónimo, así que pasamos unos días juntas intentando no recordar lo que a nosotros también nos separaba. Mi abuela no conocía a mi marido y con naturalidad le hablaba de cosas de las que creía que él estaba enterado, Lalo la escuchaba sonriente y sin hacer comentarios, siempre respetó mucho a las personas de edad.
Una noche en que después de acostar a los niños y dar las buenas noches a mi abuela quedamos un rato hablando los dos de sobre mesa. Tu abuela esta estupendamente, me dijo, hay que ver como sube y baja las escaleras del piso, su salud es excelente, lástima, agregó que pierda la cabeza. Le mire con asombro, mira le dije mi abuela tiene una mente mas lucida que tu y que yo, escribe, toca el piano lee y posee una gran cultura, no se a que viene que digas eso, le dije ya molesta.
Lalo se rió y me dijo, no te enfades pero claro que pierde la cabeza, a que viene eso de que su antepasado fue marques o de que su hija es condesa, es lastima, acabo diciendo, no quería enfadarte pero he tenido que darme cuenta.
Yo no me reí, le mire en silencio sin saber que decirle, en aquel momento me di cuenta de que el hombre con el que me había casado no conocía nada de mi vida ni de mi familia, no lo sabia porque yo no se lo había contado, no fue por ocultarlo, no había de que, pero seguramente yo había querido olvidar, no aquellas “grandezas” de la familia que mi abuela contaba y que eran ciertas, sino todo el contexto familiar del que pude separarme un poco debido a la persecución franquista que me echó de mi país, pero era inútil huir de el, debía recuperar mi historia, que era la mía, la de mi familia la de mi país porque sino viviría de una manera incompleta.
Se lo conté, le dije que mi abuela no inventaba nada, su antepasado fue Laureano Sanz, Marques de San Juan de Puerto Rico y también Vicerrey de aquellas tierras, fue el amante de Isabel segunda y algunos le atribuyen la paternidad de Alfonso XII, su vida paso al servicio de la reina, contaré algo de su historia mas adelante.
Mi tía es Condesa de San Julián, por haberse casado con el heredero del titulo, también la recordare después ya que forma parte de mi vida y muestra muy bien como se vivía en tiempos del franquismo.
Hubo en el transcurso de mi vida varios momentos en los que acontecimientos que había olvidado, porque lo deseaba inconscientemente, se presentaron a mi memoria, una frase, un retrato, un lugar, estas vivencias me forzaban a intentar recomponer mi vida, hecha de jirones, casi un rompecabezas que me era necesario juntar, esperando que la ultima pieza me diese la clave de la totalidad, esta pieza aun no se ha presentado y por eso escribo pensando que al hacerlo comprenderé algo de lo que fue nuestras vidas.
Esta es la razón de ser de estos escritos, hay acontecimientos, anécdotas históricas y sucesos que contaron en mi vida que quizás sea interesante que no se pierdan y que pueden interesar a las gentes que me rodean, pero lo hago por mi, aunque no se a lo que puede llegar.
Dejare de lado mi calle de Feullantines, aunque volveré a ella, para empezar a contar la historia de algunos personajes de mi familia que contaron en mi vida, no solo por ser mis parientes, sino por su fuerza y por las vicisitudes que les tocó vivir debido a la Historia, con mayúscula que les cercó y no les dejó continuar el río apacible que debía haber sido su existencia.
Escribiré sobre mi abuelo, don Juan Tejon, socialista de la tendencia Largo Caballero, como segundo secretario del partido Socialista Obrero, impidió el golpe militar en Valencia, su historia es la nuestra.
También aparecerán aquí mis otros abuelos, mis padres y otros familiares que juntos constituyen el tapiz de una vida, la mía, todos fueron implicados en la guerra, todos sufrieron por ella y la historia de cada uno es el resultado de un conflicto que destrozó las vidas, las familias, los que nacieron antes, durante ella y también la de todos los descendientes de esta generaciones sacrificadas al fascismo y a su dios implacable.
También intentaré contar lo que se de la historia de Laureano Sanz, el mítico Marques de San Juan de Puerto Rico del que no se mucho ya que no me interesó demasiado, me hartaba cuando mi abuela Milagros nos contaba sus historias, no me quedó mas que alguna anécdota y ahora pienso, demasiado tarde, que debí escucharla, pero en aquellas épocas no estaba preparada para oírla.
No voy a contar hoy la historia de mi exilio en Francia ni sus causas, mas adelante lo haré, quisiera empezar esta historia recordando una anécdota que allí tuvo lugar y que me hizo pensar en muchas cosas de mi vida.
Mi abuela estaba pasando unos días con nosotros en Paris, era la madre de mi madre, hablaré de ella mas adelante, su historia se confunde con la terrible historia que nos tocó vivir a los españoles. Milagros Sanz, ese era su nombre ya conocía Paris, allí vivió sus primeros años de exilio y asistió a la entrada de las tropas alemanas en la capital, después su marido la convenció de volver a España para librarla a ella y a sus hijos de los nazis, mi abuelo seguramente no podía imaginar el calvario que pasaban los que retornaban a la España franquista.
Mi abuela deseaba pasar unos días recordando aquel tiempo y seguramente visitar la tumba de uno de sus hijos que quedo allí en tierra francesa, se alojó con mi madre, estuvo unos días con su hija, pero el abismo que las separaba estaba siempre allí y la convivencia no era fácil, así que la propuse venir a mi casa, yo tenia ya dos hijos pequeños y en ese momento no trabajaba, criaba a mi Jerónimo, así que pasamos unos días juntas intentando no recordar lo que a nosotros también nos separaba. Mi abuela no conocía a mi marido y con naturalidad le hablaba de cosas de las que creía que él estaba enterado, Lalo la escuchaba sonriente y sin hacer comentarios, siempre respetó mucho a las personas de edad.
Una noche en que después de acostar a los niños y dar las buenas noches a mi abuela quedamos un rato hablando los dos de sobre mesa. Tu abuela esta estupendamente, me dijo, hay que ver como sube y baja las escaleras del piso, su salud es excelente, lástima, agregó que pierda la cabeza. Le mire con asombro, mira le dije mi abuela tiene una mente mas lucida que tu y que yo, escribe, toca el piano lee y posee una gran cultura, no se a que viene que digas eso, le dije ya molesta.
Lalo se rió y me dijo, no te enfades pero claro que pierde la cabeza, a que viene eso de que su antepasado fue marques o de que su hija es condesa, es lastima, acabo diciendo, no quería enfadarte pero he tenido que darme cuenta.
Yo no me reí, le mire en silencio sin saber que decirle, en aquel momento me di cuenta de que el hombre con el que me había casado no conocía nada de mi vida ni de mi familia, no lo sabia porque yo no se lo había contado, no fue por ocultarlo, no había de que, pero seguramente yo había querido olvidar, no aquellas “grandezas” de la familia que mi abuela contaba y que eran ciertas, sino todo el contexto familiar del que pude separarme un poco debido a la persecución franquista que me echó de mi país, pero era inútil huir de el, debía recuperar mi historia, que era la mía, la de mi familia la de mi país porque sino viviría de una manera incompleta.
Se lo conté, le dije que mi abuela no inventaba nada, su antepasado fue Laureano Sanz, Marques de San Juan de Puerto Rico y también Vicerrey de aquellas tierras, fue el amante de Isabel segunda y algunos le atribuyen la paternidad de Alfonso XII, su vida paso al servicio de la reina, contaré algo de su historia mas adelante.
Mi tía es Condesa de San Julián, por haberse casado con el heredero del titulo, también la recordare después ya que forma parte de mi vida y muestra muy bien como se vivía en tiempos del franquismo.
Hubo en el transcurso de mi vida varios momentos en los que acontecimientos que había olvidado, porque lo deseaba inconscientemente, se presentaron a mi memoria, una frase, un retrato, un lugar, estas vivencias me forzaban a intentar recomponer mi vida, hecha de jirones, casi un rompecabezas que me era necesario juntar, esperando que la ultima pieza me diese la clave de la totalidad, esta pieza aun no se ha presentado y por eso escribo pensando que al hacerlo comprenderé algo de lo que fue nuestras vidas.
Esta es la razón de ser de estos escritos, hay acontecimientos, anécdotas históricas y sucesos que contaron en mi vida que quizás sea interesante que no se pierdan y que pueden interesar a las gentes que me rodean, pero lo hago por mi, aunque no se a lo que puede llegar.
Dejare de lado mi calle de Feullantines, aunque volveré a ella, para empezar a contar la historia de algunos personajes de mi familia que contaron en mi vida, no solo por ser mis parientes, sino por su fuerza y por las vicisitudes que les tocó vivir debido a la Historia, con mayúscula que les cercó y no les dejó continuar el río apacible que debía haber sido su existencia.
Escribiré sobre mi abuelo, don Juan Tejon, socialista de la tendencia Largo Caballero, como segundo secretario del partido Socialista Obrero, impidió el golpe militar en Valencia, su historia es la nuestra.
También aparecerán aquí mis otros abuelos, mis padres y otros familiares que juntos constituyen el tapiz de una vida, la mía, todos fueron implicados en la guerra, todos sufrieron por ella y la historia de cada uno es el resultado de un conflicto que destrozó las vidas, las familias, los que nacieron antes, durante ella y también la de todos los descendientes de esta generaciones sacrificadas al fascismo y a su dios implacable.
También intentaré contar lo que se de la historia de Laureano Sanz, el mítico Marques de San Juan de Puerto Rico del que no se mucho ya que no me interesó demasiado, me hartaba cuando mi abuela Milagros nos contaba sus historias, no me quedó mas que alguna anécdota y ahora pienso, demasiado tarde, que debí escucharla, pero en aquellas épocas no estaba preparada para oírla.