lunes, 2 de febrero de 2009

BENICALAP



Antes de empezar a hablar de los años pasados en este pueblo, quisiera presentar un poco a los personajes que intervinieron por lagos años en mi vida, ya he hablado de mi abuela mas arriba, se trata de Irene la madre de mi padre, Nene como se la llamó de joven quedó viuda de un militar pero a pesar de que los militares habían ganado e imponían su ley a golpe de crímenes y robos, desde el punto de vista de los sueldos todo siguió igual, si destrozaron la Republica para cobrar mas no lo consiguieron. Mi abuela era viuda y cobraba una pensión de miseria, también recibía algo por haber perdido un hijo en la gloriosa cruzada, pronto contaré como fue, estas pensiones no le permitían ni pagar un alquiler y ni siquiera comer, así que se vio obligada a vivir toda su vida con sus hijos. Recuerdo que los primeros de mes, hasta su muerte, esperaba sus pensiones que el Habilitado de Clases Pasivas le mandaba, con las cuatro perras nos compraba caramelos y no le quedaba para nada mas, era el precio de un marido y de un hijo, para los vencedores no valían mucho.

Quiero presentar a sus hijos, mis tíos, a mi abuela ya la encontraremos a lo largo de este relato, murió el mismo día en que yo pase a Francia.

Empezaré hablando de su hijo Manolo, no le conocí y lo que se son los recuerdos de la familia. Según dicen fue socialista y acostumbraba a manifestar con los estudiantes contra la falange fascista, poco duró en estas lides, seguramente el altísimo para castigarlo le hizo conocer a una joven llamada Lucia, se enamoró sin importarle que era una beata ella aceptó su enamoramiento y le dijo que también le amaba pero que había decidido consagrar su vida a Dios, el plan era casarse y después los dos ingresar en el convento, por separado, claro.

Mi tío acepto el plan con entusiasmo pero fue llamado a filas para defender a la Republica, naturalmente su novia era fascista, como buena católica y le convenció de pasarse a los rebeldes en cuanto tuviera ocasión, así lo hizo y murió en el curso de la batalla del Ebro. Su novia fue la primera informada y fue a dar la noticia a su casi suegra, se echo en abrazos de mi abuela y le dijo con un rostro iluminado por la alegría, -vengo a darle una maravillosa noticia, su hijo ha muerto y nos espera en el cielo donde nos reuniremos con él, ojala sea lo mas pronto posible- Mi abuela no dijo nada, la cogió del brazo, la llevo a la puerta y la echo fuera gritando –no aparezcas mas por qui. Estupida-

La joven Lucia entro en un convento y no supimos mas de ella, el cuerpo de su enamorado no apareció, quedo con los restos de otros combatientes de los dos bandos en el teatro de la famosa batalla, hace unos años visite con algunos compañeros las trincheras y pudimos ver que aun estaban llenas de huesos que nadie se había ocupado de enterrar, cada vez que la lluvia o la erosión intervenían aparecían mas huesos, en nuestro paseo sin querer tropezamos con algunos, puede que sin saberlo paseara sobre los restos de mi tío.

Mi abuela tuvo cinco hijos varones y una hija, se llamaba Conchita que murió nada mas nacer. La cosa fue como sigue, en aquel tiempo las mujeres de la burguesía no criaban ni amamantaban a sus hijos, al nacer les buscaban un ama que se encargaba de ellos hasta el momento en que la familia les recuperaba para enviarlos a un colegio, los niños crecían en pueblos o granjas lejos de sus familias, esa fue la suerte de mis tíos, nunca perdonaron a su madre que se hubiera alejado de ellos en su infancia, el único al que Irene guardó con ella fue a mi padre, Enrique, so se sabe porque ya que no era ni el mas pequeño ni el mayor, así que madre e hijo vivieron toda la vida juntos, pero el haberle criado no hizo que mi padre la tratara con cariño, así que se lo podía haber ahorrado.

Conchita murió a causa de esta costumbre, a su nacimiento no habían encontrado un ama que la alimentase, siguieron buscando y al no encontrar ninguna acabó muriéndose de hambre, la vida de los niños no tenia mucha importancia en aquella época..

Seguiré hablando de mi tío Guillermo, fue mi pariente favorito, el único al que tuve cierto aprecio. Fue de los que se criaron en el campo y contaba que cuando vinieron a buscarlo no quiso marchar con sus padre, se escondió y hubo que arrastrarlo para que volviese al seno familial, siempre me dijo que él no tenía más madre que su ama.

Como la familia no tenia dinero para pagar estudios a su hijo encontró un pariente rico que se comprometió a pagar los estudios de Guillermo, con la condición de que fuera médico, a Guillermo le gustaba la medicina y empezó su carrera, no fue muy lejos, cuando se vio ante un cadáver al que había que abrir, se desmayó al primer golpe de bisturí, no soportaba la vivisección ni la sangre, no tuvo mas remedio que dejar los estudios con gran desesperación de la familia.

El problema se soluciono gracias a la guerra, fue a defender la República y le encontramos en Albacete luchando al lado de las Brigadas Internacionales, fue el que nos ayudó a reunirnos con mi padre.

A mi tío Guillermo lo conocí mejor cuando vino a vivir con nosotros durante algunos meses en Castellón, ya contare como fue el que viniera allí, lo que quiero contar aquí es el final de su guerra que me relató aprovechando que yo era una cría de 7 años y que podía contarme cosas de las que estaba prohibido hablar en aquel entonces, sus historias se clavaron en mi mente y contribuyeron en mucho a mi educación como rebelde impenitente.

Según él su papel al lado de Marty fue importantísimo y escuchando todas sus hazañas no podía comprenderse como perdimos la guerra, él solo hubiera podido ganarla. No fue así y los fascistas lo hicieron prisionero, encerrado en un campo, puede decirse que de exterminio, ya que veía como iban sacando a sus amigos y camaradas para fusilarlos según el humor de los falangistas, contaba con emoción que cuando vinieron a llevarse al paredón a su mejor amigo, este se lavo, se peino y arreglo sus ropas lo mejor que pudo, a los verdugos que le gritaban que se diese prisa les contestó con calma, llevo esperándoos muchos días, así que ahora esperareis unos minutos, quiero morir con dignidad.

A él no vinieron a buscarle, un día sus compañeros le dijeron riendo, mira el gilipollas que viene para aquí, es un legionario y que bien maneja el latiguillo, mi tío lo miro y dijo asombrado, hostias es mi hermano, así era, Manolo su hermano pequeño había huido de su casa para alistarse en la legión franquista, era demasiado bajito para entrar en el ejercito, en Canarias donde se unió a los golpistas se puso a beber hasta caer en el alcoholismo , seguramente para soportar las burlas de los fascistas legionarios debidas a su estatura, esta lacra la arrastro toda su vida y al final le llevó a la muerte.

Por el momento estaba allí para salvar a su hermano, llegó seguido de dos de los guardianes del campo y dándose golpes en las botas con la varita de mando, sin casi mirar a Guillermo le ordenó prepararse ya que pronto lo trasladarían a Valencia, sin mas se marcho después de gritar a los guardias que preparasen a su hermano para salir de allí, mi tío le insulto y le dijo que le dejara morir con sus compañeros, Manolo no le contestó y se marchó mirando con desprecio y altivez a los guardianes, el era un caballero legionario, todavía hay clases y entonces mas que nunca.

Según me contaba mi tío cuando Manolo desapareció sus camaradas se rieron de él y los guardias le pegaron una paliza fenomenal, la que seguramente hubieran querido dar al gilipollas de su hermano, el caso es que llegó entero a Valencia, pero nunca perdonó a su hermano que le hubiera salvado la vida. Para mi fue siempre un héroe y el primer luchador republicano al que admiré, el primero que me hablo de una guerra de la que no se podía saber nada, como ahora.

Mi tío Paco es también un personaje de esta familia mía, era el mayor de .los hijos y como su padre era militar tenia derecho a que el estado le pagara la carrera de las armas, así que escogió ser artillero y en este cuerpo ganó su vida hasta que le echaron por diversas razones algunas debido a su vida y otras a la acción anti-franquista de su hijo y de su sobrina, yo, naturalmente no lo echaron, simplemente le ordenaron que pidiera la excedencia, creo que se alegró, no había nacido para militar.

Ya lo presente cuando lo encontramos como golpista en el cuartel de Valencia, el golpe fue un fracaso, en parte debido a mi abuelo, y él terminó encerrado en las torres de Cuarte, allí pasó toda la guerra, algunos de sus compañeros de rebelión contra la República fueron juzgados por los tribunales legales y pasados por las armas, como correspondía a su delito, mi tío Paco se libro de esta suerte, mas bien mala suerte, aunque los insurrectos se la habían buscado. Según se dijo en la familia fue mi abuelo que le protegió impidiendo el castigo que seguramente merecía por golpista.

Mi abuela Irene me contó llena de orgullo como iba, con otras madre y esposas de militares sublevados a llevar comida a sus familiares, nos vestíamos con lo mejor que teníamos, debíamos mostrar que éramos señoras y no zuparrastrojos como los que mandaban, no consentíamos en hablar con los soldados, de la República, claro, que eran unos malditos rojos, son de otro Adán y de otra Eva, este comentario se lo aplicaba a todos los que creía que no eran de su alcurnia, a mi estas palabras me producían una ira profunda, la misma que siento ahora mientras las escribo.

Los rebeldes genocidas ganaron la contienda y se dedicaron a exterminar al mayor número posible de republicanos, durante meses y meses se fusiló en Paterna y en el Grao. Mi tío Paco salió de su torre, se incorporó al ejército franquista y se casó con su novia, Maria Luisa, una canaria de gran belleza.

Si creyó que el haberse sublevado le iba a proporcionar gloria entre los fascistas se equivocaba. Había estado preso durante toda la contienda y además no lo habían fusilado, así que debía hacer méritos, ahora le tocaba a él luchar por el Impero Hacia Dios. Fue enrolado en la División Azul, como voluntario, aunque no le pidieron su opinión, como a todos los demás voluntarios.

División Azul

De La Frikipedia, la enciclopedia '''extremadamente''' seria.


«¡Proximamente solucionaré lo de la Guerra de Ifni creando la Multiplicación Azul!»

~ Francisco Franco en sus memorias.


«Y entonces, con ambas manos, agarré el tanque y lo arrojé sobre los 90.000 rusos que salieron corriendo a la desbandada...»

~ Excombatiente octogenario contando batallitas sobre sus recuerdos de la División Azul.


«Ещё одной Испания сценой стала встреча Пиво, Бензино Напалони. Хинкель, чтобы подчеркнуть своё Тапас, пытается сесть выше Бензино Напалони.»

~ Un ruso Sobre las tradiciones españolas al ver a la División Azul.


La División Azul ( conocida en alemán como "Blaue Division" y en ruso como "Joderrr, ya vienen los españoless estos") era un grupete de voluntarios españolísimos que lo dieron todo (militarmente hablando) en la Segunda Guerra Mundial ayudando al colega de Espiña por aquellos tiempos, el señorito de la guerra Don Adolfo Hitler.

En principio, ayudaron a la Wehrmacht en el Frente oriental matando rojos en las fronteras de la Unión Soviética ya que en España ya no quedaban muchos por enviar al paredón; pero con el paso del tiempo, muchos soldados ibéricos se quedaron en esas gélidas tierras o bien se fueron a morir a Berlín atravesados por los balazos de Miguel Strogoff.

El origen


Además de la Legión Cóndor, Franco le debía otra por que Hitler le regaló la edición de bolsillo del "Mi trucha".

Al final de la Guerra Civil, el soberano de la "nueva España" (conocida a partir de ahí como Espiña) Paquito I "el Generalísimo le debia un favor a un coleguilla que le había ganado con el asunto este de la guerra: el señorito Hitler, mandamás del III Reich. Resulta que Adolf había mandado a la Legión Cóndor para ayudar a las tropas rebeldes. La Legión Cóndor consiste en un grupo de palomas que se cagaban (de forma totalmente literal) en las tropas leales a la República. Si a eso le sumamos que la Legión Cóndor ayudó al afamado pintor y coleccionista de canicas Picasso con su "Guernica", el favor tedría que ser ya muy grande. A Franquito, gracias al apoyo Ministro de Asuntos Exteriores el señor Jamón Serrano Súñer, se le ocurrió la creación de un cuerpo militar para ayudar a la Wehrmacht en el Frente ruso a comienzos de la Operación Barbarroja (que nada tiene que ver con piratas).

Para captar gente para alistarse al proyecto pusieron anuncios de esos que tienen unas pestañas con teléfonos (en este caso el de Franco y el móvil de un arlequín que conoció en Badajoz) que puedes arrancar y llevar el teléfono contigo hasta que se pudriese en la lavadora. Gracias a eso, se alistaron algunos ex-combatientes necrófilos del bando facha en la Guerra Civil, algunos falangistas vagabundos y el equipo de Iker Jiménez en busca de psicofonías en las trincheras rusas.

Pese a la gran oleada de gente alistada, todos eran viejunos sin más; por eso mismo tuvieron una ocurrencia: llamar a jóvenes universitarios pajilleros haciendo llamadas diciéndoles que habían ganado unas vacaciones en Denia con todos los gastos pagados. Un autobús recogió a varios miles de soldados, tanto voluntarios como pardillos que creían que se iban a pasar dos semanas zurrándose la sardina bajo el mar mirando tías buenas. Estos últimos se enteraron de lo de la División Azul cuando ya estaban en Baviera, donde fueron instruidos en la forma de ponerse el casco y atarse las botas militares correctamente. Nada más. De allí fueron a parar a Polonia donde les metieron a todos en vagones de ganado y toallas portuguesas con bigote en los que irían a Rusia para luchar contra el comunismo infernal y demoníaco.

Entre ellos, se encontraban valientes pilotos asturianos que cabalgaron por Rusia en Focke Wulfs (Foquegul para los incurtox) 190 A-3 matando rusos a diestro y siniestro.Fueron pilotos de la IV Escuadrilla Azul. Entre ellos se encontraba Jose Llaca,que derribo a 7 rusos,y sobrevivió a la guerra de Adolfo. Mas tarde, la palmaba en Comillas en un accidente aéreo. La lata de sardinas voladora que el gobierno de Paquito le concedió para buscar un aeródromo entre Llanes y Santander fallo en el motor y tuvo una muerte rápida pero desgraciada.

La historia de la División Azul no fue tan divertida como aquí se cuanta, pero lo que se dice en tono de broma responde a una realidad. A militares y soldados se les obligó a ir como voluntarios para defender el fascismo alemán, puede que algunos falangistas fuesen de buena gana, matar a comunistas era un pasatiempo favorito entre estos señoritos, otros fueron por diversas razones, como salvar su vida amenazada por el franquismo, el caso es que llegaron al frente del este sin saber muy bien que es lo que les esperaba, el frío, el hambre la derrota. Tuvieron suerte ya que Hitler no se fiaba de los fascistas internacionales desde que los italianos salieron corriendo ante los rusos, como en Guadalajara ante los republicanos, así que colocó a estas huestes en la retaguardia y allí se encontró mi tío tomando parte en el cerco de Leningrado, pocos recuerdos trajo de allí, no contaba gran cosa, salvo que en una casa encontró un icono que se trajo a España como botín de guerra, estaba muy orgulloso de ello hasta la muerte de Franco en que empezó a tener miedo de que le acusaran los comunistas de ladrón y nos pidió que no habláramos de esta asunto, yo, tan malvada como siempre, le asegure que iría inmediatamente a dar cuenta al comité central del Partido Comunista, que trasmitiría al ídem de la Unión Soviética, no creo que tomara en serio mis amenazas pero si se sintió intranquilo mejor.

Una anécdota que siempr4 contaba mi tío me parece interesante, el cuerpo de ejército al que pertenecía fue evacuado de Leningrado y devuelto a España pasando por Berlín, allí Hitler recibió a los mandos, les prendió medallas y les regaló un reloj de pulsera a cada uno con los símbolos fascista, mi tío lo conservó toda su vida, hasta que se lo robaron, naturalmente yo le solté que me alegraba mucho, el meterme con mi tío es uno de los mejores recuerdos familiares de mi juventud,

La anécdota a la que me refiero es la siguiente, cuando pasaron los militares por Berlín fueron invitados al gran funer nacional por el Mariscal Von Paulos, según contaba fue algo enorme, despliegue de símbolos fascistas, brazos en alto y marcha fúnebre de Wagner, dedicada a la muerte de un héroe, el problema es que Von Paulos no estaba muerto, se rindió a los soviéticos cuando fueron cercados en la batalla de Stalingrado, pero eso el dictador fascista no podía tolerarlo, un mariscal no se rinde, así que organizó un funeral por alguien que estaba vivito y coleando, todo el mundo lo sabia pero nadie se atrevía a comentarlo, la mentira y el fascismo siempre unidos intentan cambiar la historia el engaño es su arma, como ahora.

No quiero acabar de hablar de la famosa división sin acordarme de cómo en tiempos cercanos ha sido utilizada para seguir humillando a los republicanos. Bono, el socialista que cuando no esta ocupado a hacer fructificar su fortuna se dedica a reprimir a los republicanos, organizó un espectáculo para regodeo de fascistas, en el desfile militar del día de la fiesta nacional invito a un republicano de los que entraron en Paris, en los tanques con nombres de batallas republicanas, pues bien a este anciano señor le hizo desfilar al lado de un antiguo mando de la división fascista, el porque nuestro luchador se presto a esto no lo se, la edad y quizás la demencia senil lo justifiquen, el resultado fue que el fascista divisionario se rió de él y fue contando a los periodistas que el luchador republicano se cuadro ante él y le llamo “mi comandante”, gracias Bono, una humillación mas, el Opus te felicitará por ello.

A lo largo del relato de mi vida iremos encontrando a mi tio el militar y sus sordidas y trágicas historias, ya las ireis conociendo, son típicas de un pais fascista y beato como era España y como sigue siendo, poco han cambiado las cosas.

domingo, 1 de febrero de 2009

SEGUIMOS EN BENICALAP


NACE MI HERMANO QUIQUE


Nos instalamos en Benicalap, una de las razones de estar allí era que teníamos un pequeño huerto donde podíamos plantar verduras para poder sobrevivir, pero no podíamos plantar de todo, como ya he contando Valencia fue declarada zona de castigo por haber sido republicana hasta ultima hora, todo lo que se cosechaba se mandaba a Madrid para engordar a los fascistas, así que nos pusimos a plantar moniatos, eso no nos lo quitaban.

Mis recuerdos culinarios de mi niñez se reducen a la degustación de este tubérculo, moniatos hervidos, fritos, tortilla de moniatos y moniatos al horno, que eran los que más me gustaban. El pan era negro, cuando se intentaba comerlo se deshacía entre los dedos en una arenilla negruzca, el azúcar era de algarroba, y no endulzaba mucho. Alguna vez conseguíamos nescafe que mandaba Caritas Internacional y algún bote de leche condensada, que hacíamos hervir al baño de Maria y comíamos como si fuera un flan.

Nuestra situación no era catastrófica, no pasábamos hambre, mi padre y mi madre trabajaban en hacienda, así que no éramos pobres, el problema es que no había de nada, teníamos derecho al típico racionamiento con sus cartillas de cupones, o al estraperlo, cosa que todo el mundo practicaba.

Uno de mis recuerdos de la flora del jardín fue que mi abuela se empeñó en tener una planta de tabaco, había nacido en puerto Rico y seguramente añoraba las plantas de por allí, realmente era muy bonita, y solíamos admirarla las dos cada mañana, hasta el día en que vino la policía para arrancarla, el tabaco era monopolio de estado y nadie tenia derecho a cultivarlo, aunque fuese una planta de adorno. Mi abuela protestó, tenia malas pulgas, pero aunque saco a relucir su abolengo militar no le sirvió de nada, nos quedamos sin tabaco.

Muchos años después, viviendo en Feullantines, mi marido y yo plantamos marihuana en el balcón, estaba prohibido pero era también una planta muy bonita y aunque ninguno de los dos fumábamos la hierba nos gustaba tenerla, algunos vecinos nos llamaron la atención sobre el peligro que corríamos con ese cultivo demoníaco, otros nos felitaban, mayo del 68 había pasado por allí y cada uno hacíamos lo que queríamos, nuestras plantas desaparecieron un verano en que estando de vacaciones dejamos a una amiga el encargo de regar nuestras plantas, ella si que fumaba y a nuestro regreso nos contó que se habían muerto de pena al no estar la familia con ellas, espero que las fumara y que le aprovecharan, yo cuando las veía pensaba en la planta de mi abuela, también prohibida..


En Benicalap tuvo lugar un acontecimiento muy importante para mi, aprendí a leer, como ya he dicho todas las semanas me compraban tebeos, no sabiendo aun de letras mi abuela Irene me los leía, sobre todo para no aguantar mis rabietas si no lo hacía, a ella la lectura le aburría soberanamente, lo único que le gustaba era el misal. Harta de oírme se puso como tarea enseñarme a leer, lo consiguió en unos días, fui una alumna aprovechada, aunque nadie me felicito por ello, aun no iba al cole y mi educación nunca le importo mucho a nadie de la familia, mejor, así soy autodidacta. Desde que me sumí en este vicio solitario nunca he tenido necesidad de nadie, mi principal actividad era encontrar algo que leer, periódicos, libros, prospectos, todo me interesaba aunque los mayores me quitaban muchas veces la lectura de las manos diciendo que ya leería cuando fuese mayor, que no eran cosas para niños, esta odiosa frase nunca se la he dicho a mis hijos, siempre he procurado que leyeran lo que les gustara, y cuanto mas mejor.


Fue allí donde nació mi primer hermano, a Enrique le trajo la cigüeña un 19 de abril, recuerdo que a mi me llevaron fuera del hogar, no se con quien pasé la noche, me dijeron que los niños no podíamos estar presentes cuando el pajarraco se presentara con mi hermano en el pico, podíamos asustarlo, yo comprendí que seguramente dejaría caer a mi hermanito que quedaría algo abollado, no le di mucha importancia a la cosa, ya por entonces no solía creerme nada de lo que contaban mis mayores, no sabia como nacían los niños, pero tampoco me importaba mucho, no recuerdo ni como ni cuando me entere de la verdad fisiológica del asunto, tampoco me impresiono, ya entonces era difícil impresionarme.

Mi hermanito era un bebe gordito y monísimo, mi abuela Irene se lo apropió inmediatamente, siempre tuvo una mecedora, recuerdo de sus origines americanos, se sentó en ella con Quique y así pasaba mucho tiempo, uno en brazos del otro, los dos eran felices, Quique creció y se bajo de la mecedora de su abuela, aunque nunca del todo, como Irene vivía con su hijo, también ellos estuvieron juntos siempre, Quique se casó después de la muerte de su abuela, el la llamaba la tata y así acabamos llamándola todos, él fue el último amor de Irene quizás el único, a sus otros nietos poco caso les hizo, muchos años mas tarde, después de muerta, aun pude encontrarla en mi casa buscando en mi hijo Jeromo la imagen de su nieto.


Mi madre amamantaba a su hijo, como lo hizo conmigo, iba a Valencia a la oficina de hacienda donde llevaba un siniestro libro de cuentas, como tenia mucha leche le desbordaba de sus pechos y caía, a veces sobre el libro, un día entró uno de los jefes de la sección de contabilidad, se quedó mirándola en silencio, mi madre no sabia donde meterse avergonzada de las manchas que ornaban el libro, cuando hablo fue para decirle, no se que haces aquí Milagros, debías estar en tu casa ocupándote de tu hijo, con el dinero que gana tu marido no tienes necesidad de trabajar, mi madre le dio las gracias, cerro el libro, se marcho y nunca mas puso el pie en aquella oficina. Mi padre era ya inspector de Hacienda, los funcionarios de ese cuerpo eran los mejor pagados, mi madre no sabia lo que ganaba, nunca lo supo y él hizo todo lo posible para que no tocara su dinero, incluso denunciarla como adultera y mas tarde como roja. Mi madre pidió la excedencia, eso le permitió volver, muchos años mas tarde, a la muerte de Franco, a ingresar otra vez en el cuerpo y tener así derecho a una pequeña pensión, pero aun no hemos llegado a esas historias.

Los hijos de mi abuelo habían vuelto del exilio, ya he contado como debieron ,marcharse de Paris al ser ocupado por los alemanes triunfadores, Paris no resistió, como todo el mundo sabe y parte se sus habitantes se dedicaron al bonito deporte de denunciar a los judíos, y así quedarse con sus bienes, sabían muy bien que los enviaban a la muerte, fue lo mismo que hicieron los fascistas españoles y los curas denunciando y asesinando a los republicanos para quedarse con lo poco o mucho que pudieran tener, de un lado u otro de las fronteras las gentes son iguales.


Por aquel entonces mi abuela Milagros estaba pasando algún tiempo con nosotros, ya hablare de sus cuitas mas adelante, lo que quiero recordar es algo que viví en directo, bueno por radio, pero que me impresiono para siempre. Fue el 25 de agosto del año 1944, era tarde, después de cenar mi abuela me invitó a ir con ella a su habitación, allí puso una radio pequeña, que no se de donde la sacó, y me dijo que me quedara con ella, pero que no dijera a nadie lo que íbamos a oír, nunca lo conté pero lo digo aquí porque fue una gran emoción. Cuando mi abuela sintonizo empezaron a llegar voces lejanas, hablaban en francés, y decían “on a liberé Paris” eran voces de hombres, de mujeres que no decían mas que eso “on a liberé Paris” gritaban, lloraban al decir esta única frase, así pasó toda la noche, mi abuela no durmió, yo tampoco, me parecía que yo también estaba en esa ciudad que no conocía, y que allí en las calles gritaba “on a liberé Paris”. No sabia que un día aquella ciudad desconocida a la que sus habitantes habían liberado del invasor con su lucha, acabaría siendo la mía, donde realice toda mi vida de mujer.

Mi abuela lloraba y yo con ella, seguramente pensaba en el marido que vivía exilado en Francia, seguramente en Paris, y que quizás pudiese volver si el fascismo perdía la guerra y nosotros también liberamos nuestra tierra del fascismo. No fue así, no pudimos los españoles pasar toda una noche gritando que habíamos liberado nuestro suelo del fascismo, nadie desembarco para acabar con el, al contrario los mismos que le combatieron en Europa apoyaron la siniestra dictadura, nunca pudimos sentirnos liberados, hasta ahora.


Dejamos Benicalap y nos instalamos en Valencia, no se porque razón, a mi me gustaba el huerto, los moniatos y alguna amiguita que me había hecho, pero nos fuimos a la ciudad, deje todo esto atrás, como tantas veces me sucedería en el transcurso de mi vida, en Valencia no estuvimos mucho tiempo, allí pude conocer mejor a mi familia retornada del exilio.

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viernes, 30 de enero de 2009

HOMENAJE A MI TIA MARIA VICTORIA TEJON


MARIA VICTORIA

Cuando ayer me puse a consultar los mensajes recibidos no podía figurarme la mala noticia que mi ordenador me reservaba, mi tía Toya había muerto, esta escueta noticia me la mandaba su hija Melita Mellado, sin muchas mas explicaciones, simplemente me decía que murió el lunes después de dos meses de hospital, yo sabia que estaba enferma, pero nada me preparaba a recibir esta noticia, avisada demasiado tarde no pude tener ni siquiera la posibilidad de asistir a su entierro, como tampoco verla antes de morir, así es mejor, la recordare siempre como la mujer mas hermosa del mundo.

Era la única familia que me quedaba del la parte de mi madre, todos sus hermanos habían desaparecido, Toya era la mas joven, yo la considere siempre como una hermana aunque no tuve la suerte de poder estar a su lado, de tener una relación familiar normal, las vicisitudes de mi familia y las mías propias me lo impidieron, pero aun así pensaba en ella, hablamos por teléfono y tuvimos ocasión de vernos de vez en cuando, su desaparición ensancha mi solead, quizás por eso escribo, para poder a través de su vida comprender la vida de los otros, la vida de una familia a la que yo tuve siempre la impresión de no pertenecer.

En mis itinerarios aparecerá durante mis primeros años y así podré contar su historia, llena de gritos y de furor, como la de todos nosotros, el furor fascista, los gritos de unos y otros que no dejaban comprender nada, y sobre todo el silencio de un país martirizado bajo la bota de un dictador, para comprender nuestra historia es necesario tener siempre presente las situaciones que vivimos.

Mi tía fue como un lirio, pura, inocente, y muy bella, llena de vida, quizás pensé que era la vida misma y que no podía morir, sus desgracias, su valor para enfrentarse con tantas cosas siempre me asombraron, su encanto venia de la luz interior que era la suya y que parecía protegerla. El miedo la acompañó siempre, la persecución contra ella no ceso nunca, la hermosa historia de amor que la unió a Julio, su marido se la hicieron pagar muy cara, hablare de todo esto cuando llegue el momento, ahora solo quiero decirla que ha sido importante en mi vida y que siempre estará conmigo.

sábado, 10 de enero de 2009

ESTAMOS EN VALENCIA


NOS INSTALAMOS EN VALENCIA

Dejamos Benicalap para instalarnos en Valencia, allí ocupábamos un apartamento nuevo en la calle Pedro Tercero el Grande, estaba haciendo esquina con la Gran Vía de José Antonio, así se llamaba entonces aquella arteria, eran entonces las afueras de Valencia, desde las ventanas de la casa podía verse las huertas, algunos días iba con nuestra criada, así se llamaba a las que trabajaban para la burguesía limpiando su mierda, a comprar verduras y frutas a los campesinos, eran un buen recuerdo de aquel tiempo. Hoy día detrás de las ventanas no hay más que ladrillo, cemento, nada.

Mi madre había dejado de trabajar, como ya conté, una de las razones que la llevó a dejarlo fue la historia que le contó su compañero de despacho, era un señor mayor y que había conocido a su padre, compartían la misma mesa y estaban un poco apartados del resto del negociado, seguramente mal vistos por haber sido republicanos. Su compañero de trabajo apenas hablaba, y cada día parecía mas delgado y enfermo, por fin hablo para contar que el vivía cerca de Paterna, no muy lejos de los cuarteles que construyó mi abuelo el coronel, pues bien, no podía dormir, cada noche oía el ruido de la gente que sacaban para fusilar luego los tiros, seguidos del tiro de gracia, era insoportable, así debieron ser asesinados miles de republicanos, hoy día aun no se saben todos los nombres y se buscan sus cuerpos. El empleado de hacienda no podía soportar el esperar cada noche la muerte de los que fueron los suyos, sin dormir, perdió el apetito, un día no volvió, le dijeron a mi madre que se había vuelto loco, nunca mas supo de él y cuando entraba en el despacho no podía dejar de pensar en su horrible historia, prefirió marcharse.

En aquellos días de vergüenza se vigilaba a todo el mundo, mama y papa solían ir al cine cuando podían, un día al pasar por lo que entonces se llamaba la plaza del Caudillo, sonó el cara al sol, cuando esto sucedía todo el mundo debía pararse y hacer el saludo fascista coreando el canto, mis padres no lo hicieron, un hombre se abalanzó sobre ellos y les grito, levanten el brazo, inmediatamente, mis padres así lo hicieron era mejor obedecer si se quería sobrevivir, acabado el himno fascista marcharon hacia su casa, el hombre les siguió y ya un poco apartados de la plaza les pidió disculpas “miren, siento haberles asustado, pero vi. a un falangista que los miraba, hace unos días un amigo mío no levanto el brazo, desapareció y hasta la fecha no hemos sabido nada de él”Mis padres le dieron las gracias, quizás les había salvado del furor falangista, esos recuerdos quedan dentro y van cubriendo la libertad con una chapa de silencio y miedo, así se vivía entonces, así vivían los que tuvieron la suerte de sobrevivir.

El miedo continuaba dominando la sociedad española en esos tiempos de represión franquista, nada podíamos saber de la gente que iba desapareciendo, de los que se refugiaron en Francia o en otros países, las familias quedaron separadas, muchas veces para siempre, el miedo hacia que nadie se atreviera a tener relación con los exilados. En este contexto mi familia por parte materna llego de Francia, como ya he contado mi abuelo decidió mandarles a España, temiendo a los nazis que ya estaban en Paris, él no podía imaginar lo que estaba pasando en su país, muchos exilados tardaron en darse cuenta de la represión, del genocidio que convirtió a España en un cementerio, los unos morían, los otros callaban y reinaba el silencio.

Cuento esto para que os deis cuenta que cuando mi abuela Milagros llego buscando cobijo para ella y sus hijos nadie la esperaba y nadie quería saber nada de ella, mis padres recibieron a mi abuela en Benicalap durante algún tiempo, los hijos los mandaron con otros familiares, el mayor de los hermanos varones era José, nacido después de mi madre, si ella fue la favorita de su padre él lo fue de su madre que le enseñó el piano y el solfeo, aquello determinó la vocación de su vida. Milagros pensó que su hermana los ayudaría, pero aquella familia nada quiso saber de los exilados, los descendientes del Marques eran naturalmente adictos al franquismo y los retornados del exilio molestaban, sobre todo por ser la familia de un dirigente socialista conocido.

Algo mas de apoyo encontraron en la familia de mi abuelo, al igual que la tía Pilar, la monja esclava del sagrado corazón, había intervenido para que mis padres pudieran volver a hacienda, se ocupo de buscar colegios para los jóvenes, Miguel Ángel fue a un internado, Maria Victoria a las Esclavas, y José, acabo ingresando en un seminario donde encontró la manera de no enfrentarse con problemas familiares que no podía resolver. Seguramente fue una suerte para él, acabo siendo jesuita, hizo carrera como compositor y director de orquesta, también fue rector durante casi toda su vida de la universidad de música Reina Elizabeth, en Hiroshima, ya iré hablando de él, cuando lo encuentre en mi vida de adulta.

Cuando nos instalamos en Valencia mi abuela y su hija, vivían allí en una pensión que regentaba doña Celes, hermana de Mario y Claudio, que acompañaban a mi abuelo en sus mítines y que pasaron con él a Francia, considerábamos que éramos casi de la familia, tanto nuestros destinos estuvieron mezclados, y a lo largo de la vida continuaran estándolo.

Mi abuela Milagros consideró que ella no había nacido para trabajar y además no sabíamos que podía haber hecho, su vida de esposa y madre no la preparó para la tragedia que se le vino encima, no supo hacer frente a la situación y eso fue algo que resulto dramático para muchos de mi familia, para mi por ejemplo. Para ganar algo de dinero se puso a coser, era muy primorosa y su especialidad fue la ropita para niños recién nacidos, bordados y vahinicas no tenían secretos para ella. Luego su hija iba a vender la mercancía a las tiendas y traía algo de dinero a casa, según parece el éxito de sus ventas venia en gran parte de su juventud y su belleza.

Por esta época íbamos con frecuencia a pasar el mes de verano en los pueblecitos de la montaña, mi padre que había ganado las oposiciones era inspector de hacienda, se compro un coche, algo nunca visto en aquella época, lo utilizaba para cazar contribuyentes por las salvajes montañas, a nosotros no nos dejaba ni subir a su auto, podíamos mancharlo. En el curso de sus inspecciones encontraba pueblos donde nos enviaba durante el mes de agosto, el no venia, así descansaba de familia, nosotros cogiamos el tren, mi madre, yo, mi hermano Quique, las criadas del momento y mi tía Toya, la hija de Milagros, a la que mi madre trataba como una hija y yo veía como una hermana.

Aquellos pueblos de montaña son hermosos recuerdos de mi niñez, a veces le cuento a Daniel, mi tercer hijo y que es arqueólogo, que yo he conocido el neolítico, en aquel tiempo se viva así por aquellas montañas, nos alojábamos en pensiones que no tenían agua corriente ni luz, cada noche nos acompañaban con el candil a las habitaciones, cuando nos metíamos en la cama seguían acompañando a los otros, una noche tuve un ataque de sonambulismo, me encontraron en la cocina buscando un candil, cada vez que veo uno en los museos recuerdo mis vacaciones.

También se araba como en la prehistoria, un caballo con el campesino con el útil de labranza que habría los surcos, cuando se recogía el trigo se llevaba a las eras, allí un caballo tiraba de una plataforma de madera, un campesino iba de pie en ella y el peso hacia que los granos de las espigas se separaran de la paja, después se aventaba, y se recogía los granos del trigo, lo explico porque no creo que esta manera de tratar los cereales sea muy conocida por los niños actuales y es lástima porque nos divertíamos mucho, subíamos en la plataforma, recogíamos espigas, todo el pueblo se reunía para jalear a los que aventaban, luego participábamos en la fiesta con la que acababa la trilla.

También los medios de locomoción eran rudimentarios, utilizábamos los carros , cuando llegamos a Mora de Rubielos nos esperaba uno en la estación para llevarnos al próximo pueblo, llevaban además una recua de asnos, los mas valientes los montaban, yo fui en el carro, pero utilicé un borriquito para ir de excursión a una ermita, todo el pueblo iba, los chicos llevaban a las jóvenes mas guapas a la grupa de sus caballos, mi tía era siempre la mas solicitada, traía al retortero una infinidad de pretendientes, amores de verano.

Otra vez recuerdo que fuimos en carro a buscar a un curandero, mi madre se había torcido un tobillo, vino con nosotros a caballo, los barrancos estaban cubiertos de flores, adelfas, me dijo el curandero, son venenosas, ni tocarlas, nunca he olvidado su advertencia.

Otro recuerdo de esa vida mas bien primitiva es el de la casa que ocupamos un verano en las montañas no muy lejos de Valencia, allí amasábamos el pan del mes, a los niños nos dejaban hacer nuestros panecillos que después metían en aquellos enormes hornos que parecían las fauces del infierno. En aquella casa teníamos un pequeño retrete que consistía en un agujero con tapadera, el agujero daba a los corrales donde las gallinas comían lo que nosotros desechábamos, luego nos las comíamos nosotros. Un día oímos gritos, una cabra se había metido en el reducto y mi tía horrorizada no sabia como salir, la salvamos.

Como en las montañas hacia frío, durante las tardes y hasta bien entrada la noche , nos reuníamos, chicos y grandes en el interior de las casas, para contar historias de fantasmas, de muertos que volvían para tirar de los pies a los malvados, muertes extrañas por visitar cementerios, alguna vez por la ventana aparecía una calavera iluminada con tétricas luces, todos gritábamos aterrados, aunque sabíamos que se trataba de una calabaza preparada, iluminada con velas por dentro, pero el efecto siempre era emocionante.

En los cementerios era corriente ver fuegos fatuos y los muertos sacaban las manos de las tumbas para agarrar a los que por allí pasaban de noche, nos contaban que algún joven murió por atrevido, fue allí y luego lo encontraron sin vida, nos encantaba a todos tener miedo, los muchachos, para seducir a las jóvenes juraban que irían a las tapias malditas, pero siempre les disuadíamos con nuestras suplica, en fin, nos lo pasábamos fenómeno con nuestras inocentes historias.

Historias también escuchaba en las largas veladas que pasábamos en las estaciones esperando el tren, a veces debíamos pasar la noche entera en la estación, alli estábamos toda la familia cargados de maletas, baúles y cestos con comida, entonces se viajaba así. Allí también la gente contaba hechos famosos, leyendas que se atribuían a ellos o a sus pueblos, se contaban como si acabasen de suceder, pude oír la historia de los amantes de Teruel, el que la contaba aseguraba que le había pasado a un familiar suyo. Andando el tiempo me di cuenta de que en todas esas veladas nadie habló nunca de que hubiese habido una guerra, ni de que parte de sus familias hubieran desaparecido, con los que nos reuníamos no eran especialmente burgueses, eran empleados, eran campesinos, eran viajantes de comercio, a nadie se le escapo nunca una palabra sobre lo que en su país, en sus pueblos, en sus familias había sucedido durante una guerra que al parecer no había tenido lugar, hoy día me parece estremecedor este silencio, nuestro silencio fue la verdadera victoria fascista.

viernes, 9 de enero de 2009

HISTORIAS EN VALENCIA


HISTORIAS EN VALENCIA

Estaba muy enferma, 40 de fiebre, en mi delirio les decía adiós a mis padre, y les pedía que no me dejaran ir, tenia una pulmonía doble, en aquella época no había aun antibióticos, solo se utilizaban las sulfamidas y yo no las toleraba, nunca he podido tragar ningún medicamento, de ahí viene el que tenga actualmente buena salud. Me salvé, aquella noche el doctor dijo a mis padres que si seguía la crisis seria la última de mi vida, pues bien cayó la fiebre y me desperté como una rosa, el tratamiento a base de cataplasmas me había curado.

Mis padres me contaron el miedo que habían tenido al oírme decirles adiós, creían que me iba al otro mundo, no era eso lo que yo quería decirles, mi pesadilla era que venia el autobús para llevarme al colegio, y eso no podía sufrirlo. Habían tenido la genial idea de enviarme a las famosas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, seguramente debido al parentesco familiar con la madre provincial, tía Pilar, debían hacernos alguna rebaja, además era el colegio más elegante de Valencia. Yo no podía soportar a las monjitas, las historias que contaban no me interesaban, sus dioses demonios y ángeles me aburrían, yo hubiese querido aprender otras cosas, pero allí lo que se daba era religión, todos los días debíamos pasar horas de rodillas en la iglesia, oír misa, escuchar las tonterías que contaba el cura desde el púlpito, prepararnos para hacer la comunión.

Recuerdo que había cosas que despertaban mi indignación, la historia de la virgen inmaculada me asqueaba, no comprendía el porque debíamos adorar a una mujer que no tenia ningún merito personal, puesto que había nacido sin pecado por ser elegida de dios, tampoco explicaban en que criterios se basaba su dios para elegir a la gente, sobre todo a Maria.

Otro motivo de asombro e inquina era el asunto del purgatorio, nos explicaban que había que pagar muchas misas para sacar de allí a las almas de los pecadores, cuantas mas misas se dijeran antes saldrían, pero la gente que no tenia posibles no podían pagar a los curas y debían quedarse en el purgatorio por la eternidad, los ricos salían envueltos en luces y cantos los pobres se quedaban allí sin remisión, me parecía algo injusto y aborrecible, después supe que a Lutero le pareció lo mismo y decidió mandar al papa a la porra, me parece que yo tengo mas merito que él, al fundador del protestantismo le costo mas tiempo ver el problema, yo no tenia mas que seis años y ya no soportaba a la Iglesia, a sus pompas y a sus obras.

Después de mi enfermedad no recuerdo haber vuelto mas a ese colegio, desgraciadamente fui a otros, además ya pronto dejamos Valencia por Castellón y allí me convertí en autodidacta, pasé algún tiempo sin educación, se consideraba que una chica no tenia porque saber gran cosa, yo era una chica y tenia muchas ganas de saber, sigo teniéndolas.

Uno de los recuerdos de Valencia fue la complicada situación amorosa de mi tía Toya, para eso tengo que hablar de la familia Gaos ya que hemos tenido mucho que ver los unos con los otros durante todas nuestras vidas. Los Gaos y los Tejon fueron vecinos, republicanos y familia numerosa, todos fueron intelectuales y artistas, José Gaos, el mas conocido fue filosofo, al terminar la guerra pudo marchar a México donde tuvo mucha fama, otro de sus hermanos, Fernando, estuvo preso por ser republicano, al salir de la cárcel marchó con su hermano a México donde se afinco hasta su muerte, Lola Gaos fue una artista conocida, sobre todo por haberse levantado las faldas en Viridiana, film de Buñuel. Otros hermanos fueron Ignacio y Vicente, a Ignacio lo encontré en Paris, su historia fue dramática y cruzada con la nuestra.

Vicente, creo que el mas joven, era poeta, conoció a mi tía Toya a su vuelta del exilio y se enamoró de ella, buscaba una musa y la encontró, con el verso “Arcángel de mi Noche” al parecer dedicado a Toya, gano el premio Adonais en 1943, Toya correspondía a su amor, pero las familias no estaba de acuerdo, no se porque razones, quizás porque siendo poeta no debía por entonces tener un chavo, pero además tener relaciones con una niña de 15 años tampoco era normal ni bien visto. Naturalmente eso hizo crecer su mutua pasión, a mi me lo contaba mi tía, como era pequeña y mas bien silenciosa la gente aprovechaba para contarme las cosas que nadie quería oír, la desesperación de verse separados era grande y mi tía decidió que lo mejor era tirarse por un terrado, en Valencia hay cantidad, eligió el de la casa de Doña Celes donde vivía con su madre, así que me invito a acompañarla, una vez arriba nos pusimos a mirar el panorama de la ciudad, me contó sus penas y como estaban decididos a morir juntos, yo le aconsejaba de no tirarse al vació, era muy alto y podía hacerse daño, después de considerar todas las posibilidades de suicidio buscando alguna mas agradable, bajamos y la enamorada decidió esperar un poco antes de llegar a lo irremediable.

Para comprender la pasión de mi parienta intente leer un libro de poesías de Vicente, “Sigurd el Héroe” me pareció malísimo y así se lo comunique a Toya, que se ofendió mucho, os aseguro que yo tenia razón, siempre he tenido muy buen gusto.

Sus amores no se arreglaban y un día desaparecieron los dos dejando una carta, poética, en la que comunicaban su intención de dejar el mundo, toda la familia gritaba, no podían creérselo, ya aparecerán, yo les dije que sabía de buena tinta que pensaban en el suicidio, la tomaron conmigo por no haberles puesto al corriente, como si yo tuviese la culpa de sus trágicos amores. Por fin mandaron a la policía a buscarlos, como a la policía franquista no se le escapa nada no tardaron en encontrarlos escondidos en el cauce del Turia, entonces el rió aun pasaba por Valencia, su cauce no se había convertido en un paseo. Los recuperaron, a mi tía la mandaron a las Esclavas a Madrid, convento muy apropósito para mujeres rebeldes, allí siguió estudios y estuvo a punto de meterse monja. De él novio no se que fue, termino siendo poeta e intelectual conocido, mi madre lo encontró en Madrid, con su hermano Ignacio, antes de que marchara a México, ya seguiré contando la historia de esta familia porque es mi historia.

También en Valencia tuve algunas experiencias que creo que contribuyeron a formar mi personalidad y que guiaron algunos acontecimientos de mi vida. Yo leía continuamente, quizás a mis padres les asombraba mi interés por lo escrito, alguna vez miraban mis libros y pedían que les explicara la historia, aquello me ofendía, creí que lo hacían porque querían comprobar si entendía lo que leía, vaya, que me creían tonta, saque la conclusión de que a lo mejor los que no entendían nada eran ellos, esta incomprensión que se instalo entre mis padres y yo duró durante toda mi vida, así es.

Mi abuela Milagros solía contarme sus historias, historias de su familia, historias de su exilio y de la guerra, nadie quería escucharlas solo yo, me contaba que el pueblo alemán era cruel y despiadado, y me puso al corriente de la existencia de los campos de exterminio nazi, supe a si con todo detalle como reunían a las gentes, judíos, españoles, todos los que ellos querían borrar de la faz de la tierra, como los metían en vagones para bestias, al llegar a la puerta de los campos los separaban, unos quedaban para trabajar y otros iban derechos al horno crematorio, me contaba que les decían que los llevaban a la ducha y les hacían cantar, una orquestina les acompañaba, una vez en lo que ellos creían que eran duchas empezaba a salir del techo el gas mortal, después los cuerpos iban al crematorio, no sin antes cortar el pelo a los cadáveres, también retiraban los dientes de oro, todo era aprovechado por los superhombres nazis.

Cuando mi abuela me contaba estos hechos nadie estaba al corriente de lo sucedido, los que sabían se callaban, los nazis habían sido y eran los aliados a los que Franco debía su victoria, este silencia sobre los crímenes nazis duró hasta el final de la dictadura, ya contare mi lucha personal para que algunos se enterasen. El resultado de estas historias para mi siquismo de seis años fue que entre otras secuelas, no he podido ducharme hasta hace poco tiempo. Un día ya muerta mi abuela, se lo conté a su hija Toya,” eso hizo mi madre,” murmuró y se puso a llorar, yo la consolé diciendo que lo que supe entonces me había permitido conocer lo que era el fascismo y así tomar la decisión de luchar contra el, sigo en la lucha.

Los domingos íbamos en familia de paseo a los Viveros, era un jardín precioso, hoy día no queda casi nada, cortado por una carretera y por diversas construcciones, entonces había grandes espacios florales, la rosaleda era conocida en toda la región, también un paseo con gigantescas estatuas de dinosaurios se perdía entre plantas exóticas, allí conocí a esos misteriosos animales y siempre he buscado la razón de su desaparición.

A mi lo que mas me interesaba era el kiosco de música, en la región valenciana adoran las bandas de música, cada pueblo tiene la suya y hay reñidos concursos entre ellas, cada domingo una de ellas era invitada a dar un concierto en los Viveros, las bandas son instrumentos de viento, así la música que interpretan es espectacular. Cuando pasábamos delante de los músicos yo no quería moverme de allí, tenían que arrastrarme para separarme del kiosco, como soy bastante tenaz mi familia claudicó ante mi capricho y me dejaban sentadita mientras ellos paseaban con mi hermano Quique, la niñera y demás familia.

Lo que a mi me fascinaba era la música de Wagner, oírla a los seis años es toda una experiencia, yo no sabia de que compositor se trataba, pero no podía dejar de oírlo, me parecía que su música me arrastraba a mundos insospechado de los cuales me resistía a salir, y así ha sido durante toda mi vida, mi afición por la música clásica que empezó en los jardines, por la opera y por wagner me ha acompañado siempre y ha sido una puerta por donde se puede uno escapar de todo lo que no nos gusta, es pura belleza. Conozco toda la obra de mi músico favorito, sus operas, sus 4 lideres, sus diversas composiciones, pero lo que para mi es inolvidable es la obertura del buque fantasma interpretado por las bandas, las melodías entrelazadas del irlandés, las hilanderas y el tema de los fantasmas ha quedado para siempre en mi memoria y en mi corazón.

Pronto dejaríamos Valencia, mi padre fue trasladado a Castellón, dejamos la capital del Reino de Valencia, ya no volvimos a vivir allí nunca mas, aunque he tenido ocasión de pasar temporadas en el lugar de mi nacimiento, parte de la familia quedó allí, algunos siguieron otras rutas juntos o separados de mi, Castellón fue el sitio donde ya me hice mas mayor y donde el tejido de mi vida se tejió, fue tejido por otros, al igual que las hilanderas tejían el destino de Senta.

http://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_Gaos

http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Gaos

jueves, 8 de enero de 2009

CASTELLON


CASTELLON, JARDIN SECRETO

Dejamos Valencia para instalarnos en Castellón, mi padre, ya inspector de Hacienda, había sido trasladado allí. Nuestra vida podía haber sido tranquila y feliz, el trabajo de mi padre, alto funcionario y los funcionarios tienen el puesto asegurado y buenos sueldos, mi padre además tenia, como todos sus compañeros un tanto por ciento de lo que recaudaba para el estado, se trataba de evaluar los impuestos de los fabricantes y según la altura de lo recaudado cobraba, esto hizo que ganara bastante dinero en poco tiempo.

Nos instalamos en una finca a un kilómetro de la capital, era la última de una hilera de chalets que bordeaban la vía del tren, pero entre la vía y la casa se extendía un jardín protegido por altos muros que nos impedía ver u oír el paso de los trenes, la casa según supe había sido construida por un indiano, así llamaban a los que se fueron a América para hacer fortuna, una vez hecha venían para terminar sus días en su país. El indiano dedicó la casa a su mujer, la quiso con terrazas, fuentes, palmeras, mosaicos, escalera monumental que acababa en una cristalera dando paso al gran salón, las rosas florecían todo el año y los geranios brillaban al sol con mil colores.

En el huerto se cosechaban toda clase de verduras y crecían árboles frutales de varias especies, también teníamos una pineda, donde colgar las hamacas y al fondo un corral con gallinas y conejos. Allí aprendí yo a conocer las flores, los árboles y los animales que nos rodeaban, perros y gatos se paseaban como Pedro por su casa, los pájaros anidaban y al caer la noche venias a visitarnos los murciélagos, los rats penats del escudo de Valencia.

En este maravilloso lugar se podía ser feliz, pero no fue así, el indiano supo allí de dolores, su esposa enfermó y murió al poco tiempo de ocupar el Edén que quiso ofrecerle, desesperado vendió la casa y marchó a perderse en las nieblas de nuestra historia.

Hoy día vivo en un sitio donde los jubilados se retiran para acabar su vida al sol y su mayor entretenimiento es plantar jardines, cultivar flores, sus jardines son mas pequeños que el que yo conocí en Castellón, pero también son bonitos cuando la primavera los ilumina, yo no tengo jardín, nunca lo tuve y siempre he añorado las rosas de Castellón, cuando veo las que adornan los chalets del pueblo las miro y pienso que rodeados de flores las gentes que allí viven son felices, después recuerdo que nosotros, al igual que el indiano, tampoco lo fuimos a pesar del aroma de las violetas que nos hacían signos, del jazmín que nunca he olvidado, quizás aquella casa tenia una maldición que cayo sobre nosotros, al igual que sobre el indiano.

De la instalación en nuestra finca guardo un buen recuerdo, ayude a desembalar diferentes jarrones y cosas frágiles que se habían protegido con papeles, y esos papales eran parte de una revista que publicaba novelas semanales, me las leía todas, pero no eran mas que trozos, nunca supe el principio ni el final de lo que leía, pero para mi el caso era leer, y muchos libros me estaban prohibidos, casi todos, yo tenia entonces 8 años y era capaz de leer cualquier cosa.

Al fondo de la huerta había una casita para el servicio, nuestras criadas vivian allí, teníamos varias, ya iré hablando de ellas, fueron importantes en mi vida. En la entrada para los coches estaba el garaje y una vivienda para el jardinero y su familia, la casa no era nuestra, era alquilada y el propietario puso como condición que conserváramos al señor que cuidaba el jardín. Las cosas no fueron bien entre esa familia y la nuestra, ellos eran un matrimonio con dos hijos, hasta que allí nos instaláramos gozaron de toda la huerta, después se vieron reducidos a recibir órdenes, quizás eso les humillo, por lo que fuera dejaron de hablarnos y durante el tiempo que allí vivimos no nos dirigieron la palabra, yo tuve siempre relación con los niños, el mayor era de mi edad y el mas pequeño casi de la edad de mi hermano Quique, jugábamos juntos, montábamos en bicicleta y recorríamos los caminos robando naranjas, teníamos naranjos en el jardín, pero las de otros huertos eran mejores, ya se sabe.

Mis relaciones con Vicente y sus amigos tampoco fueron fáciles, yo era la señorita y me lo hacían saber con miradas de odio, yo no me daba cuenta de lo que podían reprocharme, no tarde en conocer la historia de la lucha de clases, eso explicaba muchas cosas, hasta las relaciones entre niños.

En la gran casa vivíamos mis padre, mi abuela, la Tata, y yo con mi hermano Quique, nos atendían un puñado de criadas, niñeras para nosotros, cocinera y otra para la limpieza, en esa época no era difícil tener servicio, la miseria había echado de sus pueblos a muchas mujeres, solas, con hijos, sus maridos desaparecidos, fusilados, escondidos, ellas debían mantener a sus familias con el trabajo de sus manos. Sabían que debían contentar a los señores y trabajaban como podían, eso no impedía que las jóvenes tuviesen la alegría de su edad y uno de los mejores recuerdos de mi vida eran las historias que contaban de sus pueblos, nada de la guerra, claro, de sus juegos y de sus cantos cuando íbamos de excursión para la Pascua.

Recuerdo que una vez tuvimos a nuestro servicio toda una familia, la madre, cocinera, y sus dos hijas niñera y para la limpieza, eran las jóvenes mas guapas que nunca pude conocer, esa belleza andaluza que es inigualable, pronto vino la tercera hermana, venia de visita a su madre y una vez preguntó si podía instalarse allí con ellas, la casa del servicio era grande y mi madre no vio inconveniente. Mi hermano y yo íbamos de paseo a Castellón con la niñera y su hermana, muchas tardes venían algunos soldados a hablar con las jóvenes y nos acompañaban hasta la casa, una noche uno de ellos quiso entrar y fue el drama, la madre grito a su hija llamándola de todo, a mi la cocinera me pregunto si había visto a sus hijas hablar con soldados, le dije la verdad, no vi que mal hubiera en ello, pero debía haberme callado, siempre lo he lamentado y me ha culpabilizado el pensar que las bofetadas de mi niñera se debían un poco a mi.

Se marcharon, yo las quería y las admiraba, pero un día supimos que el novio de la mayor venia por las noches a encontrarla en la casa, la madre no lo quería y armo una trifulca enorme, escándalo, el tipo, enamorado de la hermosa andaluza, se arrastraba por el suelo llorando y pidiendo a la madre que lo aceptara, era casado, de ahí el drama, en estas apareció mi padre alertado por los gritos de la tragedia y los echo a todos, nunca volví a saber de mis amigas, así las considero, nunca las he olvidado.

Al poco de estar instalados mi familia se dio cuenta de que yo no había hecho la comunión, este olvido podía ser grave si las autoridades religiosas se daban cuenta, podían achacarlo a tibieza religiosa y nos caería una buena. A mi no me habían mandado al colegio, la finca estaba lejos del centro y además habría que pagarlo y mi padre no era partidario de rascarse el bolsillo, así que me mandaron a Valencia a estudiar el catecismo a las esclavas, viví esa temporada con mi abuela en la pensión de doña Celes, creo recordar que lo pase bien, lo que no aguantaba era la idea de que debía confesarme, yo no creía haber hecho algo malo en mi vida, sigo creyéndolo, y mi problema era que contarle al cura, siempre fue así, la última vez que me confesé, ya de mayor y siempre obligada por las circunstancias, sin nada que decir conté en el confesional que había leído un libro de Blasco Ibáñez, inmediatamente el confesor me excomulgo, es decir que me negó la absolución y me dijo que fuese al arzobispado para echarme a los pies del obispo de turno y pedirle que me reintegrara en la Iglesia, la Comunión de los Santos y todo eso, naturalmente me lleve un alegron y desde entonces considero que no pertenezco a esa secta maldita.

Para mi primera comunión algo contaría al curita ya que me absolvió y pude comulgar vestida de blanco, eso fue también un problema, en las esclavas debíamos ir con vestidos iguales que teníamos comprar en la casa que trabajaba para las monjas y que era carisma, cuando mi padre supo el precio del traje dijo que no lo pagaba, como hacer la comunión desnuda hubiera estado mal visto me alquilaron un traje para la ocasión, tampoco quiso que hicieran estampitas recordatorio que todas las niñas llevaban y que cambiaban entre si, por fin después de hacer unas cuantas pataletas se me hicieron los recordatorios, eran los mas baratos y tan feos que no me atreví a cambiarlos con nadie, como nunca fue cuestión de que se hiciera ninguna fiesta después de la ceremonia nos metimos en el tren y para Castellón. Las fotos fueron también un problema, caras, todo era caro para mi padre, se me hizo una para dar fe de que había comulgado y basta. Volví al jardín después de mi experiencia religiosa, y durante quizás años no puse un pie en la iglesia, no se si mis padres iban a misa a la ciudad, supongo que debían ir para hacerse ver, yo no recuerdo haber ido, mejor, nunca eche de menos a los curas sus confesiones y las historias idiotas que nos querían hacer tragar y así continuo.

miércoles, 7 de enero de 2009

CASTELLON, NACIMIENTO Y ENFERMEDAD


CASTELLÓN, NACIMIENTO DE MI HERMANO, ENFERMEDAD DE MI MADRE
Cuando llegamos a Castellón mi madre estaba embarazada y no tardo en dar a luz, la noche del nacimiento de mi hermano me enviaron a dormir con las criadas a la casa del servicio, siempre el miedo de que espantara a la cigüeña, supongo, al día siguiente pude conocer a Juan Manuel un bebe que nació con mala suerte, mi madre ya debía estar débil y el embarazo y el hecho de amamantar a su retoño acabaron con su salud, cayo tuberculosa, la terrible enfermedad que decimó a familias enteras y que tanto castigo a la mía.
Como era normal preparamos el bautizo de mi hermano, después de la ceremonia religiosa se preparo un banquete en el gran salón, con las cristalera abiertas que daba paso a la escalera monumental se preparo una gran mesa cubierta de manteles bordados y decorada con flores, me acuerdo que los helados se hicieron en casa a mano, no teníamos nevera, los fabricamos con una vasija que había que dar vueltas a mano continuamente entre el hielo picado que comprábamos en barras y que luego rompíamos a golpe limpio, era muy pesado pero los helados quedaban buenísimos, la vida moderna acabo con esta técnica tan divertida, hace unos años en la fiesta de Lutte Ouvriere en Paris encontré un stand donde algunos camaradas de América del Sur preparaban así sus helados y estaban buenísimos.
Volvamos a nuestra fiesta, fue un verdadero fiasco, mi padre había invitado a todos sus compañeros de la Delegación de Hacienda, así como a los socios del casino y del club de tenis, sitios que los burgueses debían frecuentar en aquella época, pues bien, nadie vino, durante horas mis padres esperaron la llegada de los invitados en el gran salón con la mesa puesta, allí estuvieron hasta la noche sin que nadie apareciera por nuestro jardín.
Mi padre nunca olvidó esta afrenta y saco las conclusiones que se imponían, el hecho de ser un antiguo soldado de la República y estar casado con la hija de Don Juan Tejon no le seria nunca perdonado por la sociedad fascista.
No se que relaciones había entre mis padres, no muy buenas debían ser, una noche que habían salido juntos a una fiesta en el club de tenis les oí gritar a su regreso, mama lloraba y mi padre le gritaba, después seguramente borracho, saco una pistola e intento matarla, mama debió salir corriendo hacia la planta baja.
Esto que cuento no me asusto, mas bien me sorprendió, algunos años después, tenia ya 13 años, me entere de que los hermanos Castells tenían la manía de matar a sus esposas, el mayor, Paco, el militar, perseguía a la suya con un gran sable, Guillermo intento estrangular a Aurea durante una sonada reunión familiar después de la muerte de Franco, Fernando el último intentaba con frecuencia tirar a su mujer por la ventana, no lo consiguió, debido a que sus hijos se interponían y que además era mas bajito que Josefina.
Desde el nacimiento de mi hermano mi padre dejo de lado a su mujer, hacia vida de soltero, salía solo al tenis o donde fuera, mama no estaba bien, cada vez mas minada por la tisis. Recuerdo que un año fuimos de veraneo a un balneario en Lucena del Cid, en el hotel nos trataban como apestados, mi madre no salía de su habitación y todo el mundo conocía su enfermedad y el historial republicano de la familia. Yo me lo pase muy bien, riscaba por montañas y me miraba en ríos y fuentes, también aprendí a chupar juncos, que son muy buenos, sola por las montañas me sentía libre y la naturaleza era mi compañera de juegos.
Después del verano la salud de mi madre empeoró, no salía de su cama, yo iba a verla y a llevarla ramilletes de flores, le gustaban mucho las margaritas y las violetas, a mi también. Mi padre no se ocupaba para nada de ella, a penas le veíamos y no le echábamos de menos, en cuanto oíamos su coche llegar empezábamos a esperar que se fuera pronto, y no solo era yo la que anhelaba su partido, era el deseo de toda su familia.
El único que se ocupaba de mi madre era un médico que venia casi todos los días a verla, era joven y si bien no podía hacer gran cosa por ella por lo menos la distraía con su conversación y la consolaba con su interés, yo pensé que debía estar enamorado de ella. Mi padre le dijo que dejara de venir por allí, que no podía hacer nada por la enferma y que el no le iba a pagar un duro por sus visitas, siguió viniendo como amigo pero se dio cuenta de que mi padre lo que deseaba era que mi madre se muriera de una vez, y sin testigos. El buen doctor se puso en contacto con los jefes de mi padre en hacienda y les contó lo que pasaba, aquella mujer se moría privada de todo. Los superiores de mi padre, no de Castellón, sino de Madrid, que seguramente habían conocido a mi abuelo, le convocaron y le ordenaron que ingresara a mi madre en un sanatorio donde pudieran ocuparse de ella, para evitar que no lo pagase le indicaron que el coste le seria retirado de su paga, supongo que el señor Castells estaría furioso, y que nunca le perdonó a mi madre que no se hubiera muerto de una vez, durante los años siguientes no dejo nunca de perseguirla con todos los medios a su alcance.
Mama ingreso en el sanatorio de la Fuenfría, en Cercedilla, en la sierra de Madrid que era reconocida como el lugar que mas convenía a los enfermos de tuberculosis, mi padre nunca fue a verla, la mando allí y punto.
Mama salio de Castellón para no volver mas, dejo a sus hijos a los que nunca mas encontraría, mi padre se arreglo para separarnos de ella, como ya iré contando, ella durante toda su vida persiguió el sueño de poder estar con sus hijos varones, no lo consiguió, ya mayores y casados los dos Quique y Juan Manuel la echaron de sus casas, sus esposas que lo tenían todo y todo lo envidiaron en ella, mi madre no pudo nunca encontrar el cariño y el amparo que sus hijos debían darle, los dos tenían dinero suficiente, pero nunca ayudaron a su madre que murió ganando su vida con la aguja en la mano, yo tuve la suerte de poder acompañarla durante largos años de mi vida, todo esto lo iré contando, su historia es terrible.

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