martes, 3 de febrero de 2009

NUESTRA VIDA EN VALENCIA


Foto de mi madre y yo con mi tio Guillermo

VALENCIA


Llegamos a Valencia, una ciudad ocupada por los fascistas que fusilaban, encarcelaban y robaban a los que desde allí defendieron a la Republica, el terror planificado se extendió por toda la ciudad, como por todo el país. Mi padre y mi madre no fueron fusilados, lo hubieran merecido como republicanos, pero se salvaron, de lo que no se salvaron fue de la depuración.

Los dos eran funcionarios de Hacienda, ganaron la oposición antes de la guerra, pero fueron apartados del cuerpo, pidieron que se les admitiera, pero para eso era necesario pasar ante un comité de depuración en el que debían confesar su republicanismo, pedir disculpas y explicar los motivos que tuvieron para oponerse al Imperio Hacia Dios, también era necesario presentar certificados de buena conducta, dados por gentes afines al nuevo poder fascista.

Mi padre se presentó sin muchos certificados, de su familia fascista no encontró a nadie que respondieron por él, uno de los que le dieron con la puerta en las narices fue un Castells, primo suyo, notario y adicto a los vencedores, no quiso ni recibirlo, con el tiempo marcharon al país vasco y allí sus hijos le salieron rana, es decir se hicieron de partidos de izquierdas, Miguel Castells fue el abogado del proceso de Burgos y de muchos otros acusados antifascistas, Helena Castells, esposa de Recalde también salió de izquierdas, tuve ocasión de conocerla durante el principio de mi exilio.

A mi padre le acusaron del mayor cargo del que tendría que responder, la cuestión era del porque se había casado con la hija de Don Juan Tejon, maldecido socialista notorio, él, que al fin y al cabo era de familia de militares adictos al golpismo. Mi padre encontró la respuesta, les dijo cuanto lamentaba lo sucedido, si se caso con la hija de Tejon fue por miedo, su familia le obligo a ello para que la importancia política de su suegro los protegiera. La respuesta debió ser grata a los jueces ya que le reintegraron y mas tarde mandaron la declaración a mi madre para que supiera los motivos que llevaron al señor Castells a hacerla su esposa, mama no lo olvidó nunca,

Mi madre también fue admitida en el cuerpo de funcionarios, tanto para mi padre como para ella fue fundamental el apoyo que recibieron de Pilar Tejon, hermana de mi abuelo, era provincial de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, orden equivalente a los jesuitas y con gran influencia política, su cargo era igual al del padre provincial de la Compañía de Jesús, se decía de ella que se movía en círculos muy próximos de la mujer del excelentísimo asesino que mandaba en el país, mas tarde tuve el gusto, o el disgusto, de encontrar a mi parienta, no la conocí mucho, menos mal, su fama de dureza y de soberbia era conocida por todos.

Milagros pudo reingresar en Hacienda, hasta entonces se había puesto a coser para ganar algo de dinero para mantenernos. Siempre se intereso por la moda y procuraba ir vestida lo mejor que podía, por eso el castigo que la impusieron fue para ella doloroso, debía durante un año llevar un hábito, es decir un saco informe, ceñido con un cordón de cuerda y de color morado, muchas mujeres debieron hacerlo, para mostrar así su obediencia a la Santa Madre Iglesia que en muchos casos había acabado con la vida de los suyos.

El porte del hábito respondía a una promesa hecha a cualquier virgen o santo, el caso era mostrar penitencia, yo en mis primeros recuerdos la veo así, cubierta de aquel horror pero que llevaba con su elegancia natural, un día le pregunté el porque de vestirse así, - es preciso, es preciso, no preguntes, cuando seas mayor lo sabrás- esa respuesta era la que normalmente se daba a los niños, todo conocimiento debía posponerse a una edad dorada en la que todos los misterios de la vida, la historia y el sexo se nos desvelarían. Para mi llego esa edad y tuve ocasión de saber muchas cosas que hubiera deseado no conocer, no por no saberlas, sino porque lamento que sucediesen, por ejemplo el largo calvario de los que lucharon por la Republica y que aun nos esperan en las cunetas, que estén allí es horrible pero es aun mas estremecedor la maldad de los que allí les echaron y la de los que hoy día nos impiden recuperarlos.

Los recuerdos de aquellos tiempos son confusos, desdibujados, solo sobresalen algunos episodios que marcaron mi memoria de 4 años. Vivíamos en aquel tiempo en el paseo de la Alameda, yo salía al paseo a jugar sola, mis familiares echaban de vez en cuando una mirada por el balcón para vigilar que no me pasara nada, un día mi madre y mi abuela me llamaron antes de bajar al paseo, mira, me dijeron, ten cuidado, si alguna vez se te acerca alguien y te pregunta si eres nieta de Don Juan Tejon, no respondas y súbete para casa. Siempre recordaré que las miré en silencio, sin responder, ya por entonces pensaba que los adultos o eran tontos o me tomaban por retrasada mental, es una opinión que sigo teniendo, dicho sea de paso. Un día estaba saltando a la comba como una niña modelo, cuando una señora se me acercó, hacia tiempo que la veía sentada en un banco y me miraba sonriente, por fin se me acercó, -te estoy mirando y hay que ver lo guapa que eres, con esa cara tan bonita no puedes ser mas que la nieta de Don Juan Tejon, yo le quiero mucho, ¿No podrías decirme donde está?

No respondí, yo no sabía donde estaba mi abuelo, había oído decir que estaba en Francia y en aquella época no sabia que quería decir eso, aquella mujer mentía, mi familia me había advertido de que podría suceder algo así, pero yo sabia que mentía aun sin eso, nunca he considerado que era una niña demasiado mona y sus halagos sonaban a falso. Sin decirla nada salí corriendo y desde entones nunca he dejado de correr.

Mi padre hizo oposiciones para recaudador de Hacienda y mas tarde para Inspector, las ganó y con el segundo puesto, el primero fue para un enchufado, un niño bien de Madrid, con ese motivo le acompañamos a Madrid ya que le alojaron familiares de mi madre, fue mi primer contacto con la capital, solo recuerdo un gran apartamento en el centro y todo el mundo diciéndome que no hiciese ruido, mi padre debía prepararse para el examen, quizás el deber estar modosita por su culpa es lo que me ha hecho considerar que es un tío pesado y represivo, nunca he cambiado de opinión y mas tarde comprenderéis que tuve razón.

La familia decidió dejan Valencia e instalarse en Benicalap, hoy día casi es el centro, entonces era un pueblecillo, vivíamos con mi abuela paterna y la madre de mi madre con mis tíos no tardara en llegar del exilio y otra etapa comenzara en nuestras vidas.

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