miércoles, 4 de febrero de 2009

VIAJE HACIA LAS TORRES DE COTILLAS


LAS TORRES DE COTILLAS

Como ya he contado mi padre cayó enfermo, tuberculosis, y fue trasladado a un sanatorio de aviación en las Torres de Cotillas, pueblo de la región de Murcia, nosotros volvimos a Valencia y vivimos allí con los padre de mi madre, Juan y Milagros.

Mi abuelo pertenecía a la corriente de Largo Caballero y era un gran amigo de Álvaro del Bayo, que le propuso para ocupar el puesto de embajador en Inglaterra, cosa que él declinó por preferir seguir ocupándose del Partido Socialista de Valencia.

Mi abuelo era revolucionario, apoyo cuanto pudo la revolución asturiana del 34, y no soportó la salida del gobierno de Largo Caballero, al que llamaban el Lenin Español, toda su vida reprochó a los comunistas el papel que jugaron en la caída del Gobierno del hombre en el que confiaba. Todos los Caballeristas fueron postergados y mi abuelo dejo todos los cargos en el PSOE y fue trasladado a Barcelona, seguramente para no hacer sombra a los nuevos dirigentes.

Mi madre y yo nos trasladamos con la familia a Barcelona, allí pasamos varios meses intentando sobrevivir entre malas noticias de la guerra y pasando bastante hambre. Uno de los antiguos guardaespaldas de mi abuelo, Mario, le propuso formar parte de los servicios administrativos del SIM (Servicio de Información Militar) y en este estamento estuvo hasta la trágica retirada de las tropas republicanas hacia la frontera.

Mi abuelo, su mujer y sus hijos, mis tíos, vieron la guerra perdida y decidieron que pasarían la frontera siguiendo las tropas republicanas si esa era su suerte, deseaban resistir hasta el ultimo momento, pero veían que Cataluña iba a quedar aislada por el corte de carretera después de la batalla del Ebro. Mi tío Pepe el mayor de los varones, se incorporo al ejercito de la Republica por orden de su padre, acabó en el campo de Argeles, ya iré contando su historia.

Milagros, siempre conmigo en los brazos, jamás sin su hija, no quiso seguir el destino de su familia, que les llevaría a Francia, prefirió ir a reunirse con su marido antes del corte de la carretera que parecía eminente, las suplicas de su padre para que se quedara con ellos fueron vanas, mi madre siempre adoró a su padre que fue para ella un héroe y modelo de varón, pero en un momento decisivo de su vida prefirió a su esposo. A veces en la vida hay dos posibilidades, dos vertientes que nos llevan a vidas muy distintas, mi madre escogió una, la que mejor respondía a lo que esperaba de la vida, seguramente se equivocó, nunca sabremos lo que hubiera sido de ella si hubiese escogido la otra posibilidad.

Como es natural yo no puedo acordarme de nada de lo que nos pasó en Barcelona, pero muchos años después me enteré de un hecho curioso. Resulta que a la caída del país vasco y de Asturias en manos de los fascistas rebeldes muchas familias del norte pudieron huir de la horrible suerte que los rebeldes les reservaban cogiendo algunos barcos que los llevaron a Francia, una vea allí algunos se quedaron esperando el final de la guerra, otros pidieron que se les llevara a Cataluña, que aun era libre, deseando reunirse allí con sus familias.

La CNT, había requisado algunos inmuebles, dejados libres por los fascistas huidos, para acomodar a esos refugiados, mujeres y niños en su mayoría, en el Paseo de Gracia existe un lujoso inmueble construido por Gaudi, allí encontraron abrigo una madre con sus dos hijos, Sara y Abelardo enfermo de malaria, estuvieron varios meses hasta que fueron acogidos en San Pedo, pueblo de la montaña. Fue la historia de muchos, pero a mi me interesa ya que el niño enfermo se convirtió, muchos años después en mi marido, padre de mis hijos, los dos estuvimos un momento juntos a causa de la guerra, para seguir caminos diametralmente opuestos y que sin embargo nos llevarían a encontrarnos en Paris. En Barcelona limpia de fascismo nuestros destinos se cruzaron sin conocernos, el fascismo que nos separó volvería a juntarnos mas tarde, azares de la vida.

Mi madre pudo encontrar en Barcelona un camión que debía bajar hasta Murcia, allí quería ir para encontrar a a su marido, atrás quedaban padres y hermanos, tardarían en volverse a ver, y cuando se encontrasen todo seria diferente.

Nosotras dos con el chofer iniciamos el viaje que se convirtió en una odisea debido a la ofensiva fascista. Debíamos seguir la carretera de la costa, hoy tan frecuentada por turista, pero que en aquel momento sufría los ataques repetidos de las tropas rebeldes que deseaban llegar hasta el mar y dejar el país cortado en dos, como así hicieron, atacaron por Vinaroz entre constantes bombardeos y allí estábamos mi madre y yo, tuvimos que abandonar el camión y refugiarnos en la cuneta hasta que los bombardeos cesaron, creo que las bombas han influenciado algo mi vida, mi madre se puso de parto en un refugio de Valencia durante un ataque aéreo fascista al Grao y ahora allí estaba en brazos de mi madre aguantando el chaparrón, mi posterior encuentro con las bombas vendrá luego,

Sobrevivimos los tres y además el camión quedo intacto, así que seguimos viaje hacia Valencia, al acercarnos a un pueblo, el conductor dijo a mi madre que pasarían allí la noche, puesto que tenia familia. Así se hizo y mi madre contaba que enseguida se dio cuenta de que el hombre, sacudido seguramente por las explosiones, deseaba aprovecharse de la situación, las mujeres somos presa fácil, o por lo menos eso creen los hombres, mama pudo refugiarse en un cuarto bajo llave y así paso la noche acongojada. Al día siguiente continuaron hacia Murcia, pero Milagros no quiso pasar una noche más expuesta a las proposiciones indecentes de nuestro conductor, así que al llegar a Albacete se bajo del camión y lo dejo allí plantado.

Si nos quedábamos en Albacete fue porque allí estaba Guillermo hermano de mi padre y personaje singular de esta historia. Si mas tarde hablare de los otros hermanos ahora debo presentarle, siempre fue el rojo de la familia, sus historias sobre el ejército republicano, las Brigadas internacionales y Marty, del que decía haber sido chofer, despertaron mi entusiasmo republicano en los años de mi infancia. Mi madre contaba con él para encontrar trasporte hasta las Torres de Cotillas


Guillermo nos acogió con alegría y nos presentó a todo el mundo, mi madre contaba que era muy querido y que gozaba de una real influencia así que no le fue difícil encontrar a alguien que nos acompañase a nuestro destino. Antes de emprender el viaje mi tío nos recomendó que nos quedásemos allí con él, donde estaríamos mejor atendidas que en el pueblo al que nos dirigíamos, mi madre no le escucho y seguimos viaje.

El viaje no fue muy largo, lo malo fue la llegada, mi padre seguía en el sanatorio y su salud había mejorado mucho, quedó curado de su tuberculosis y jamás se resintió del pulmón, pero tuvo durante toda su vida un miedo cerval a esta enfermedad.

En el sanatorio no podíamos albergarnos y nada había previsto para las familias de los enfermos, la guerra tocaba a su fin y la gente huía o se escondía, el dinero de la Republica no era aceptado por nadie y en esas condiciones no era fácil para una mujer sola con un bebe en los brazos encontrar acomodo.

Mi madre siempre fue una mujer de carácter que no se dejaba amilanar fácilmente, se puso a recorrer los campos por los alrededores del sanatorio sin encontrar alojo, por fin cuando ya desesperaba una vieja gitana le propuso alojarnos en su miserable choza, la ventaja era que tenia una cabra que podría proporcionarnos leche, sobre todo para mi. Así pasamos algún tiempo, como no teníamos nada que comer mi madre conmigo en brazos recorría los campos buscando alguna berza olvidada, pero lo único que podíamos hacer era dirigirnos a las casas de campesinos que aun estaban habitadas, mama me decía que encuanto entráramos en una casa me pusiera a llorar, ella pedía si podían darle un poco de agua y cuando los propietarios me oían llorar desesperadamente, mama decía con su dulce sonrisa, -esta muerta de hambre- cosa cierta.

Siempre acababan dándonos algún trozo de pan o alguna cebolla, para nosotros era manjares y de hecho lo que a mi me gusta mas actualmente es comer pan solo, comportamiento reliquia.

Cuando caía el día dábamos un paseo hasta el sanatorio, allí mi padre había preparado una cesta con parte de la comida suya y de sus compañeros y nos la bajaba con una cuerda por la ventana, así podíamos sobrevivir.

Aquella vida no duró mucho, la gitana que nos acogía estaba enferma, y aunque compartíamos la poca comida con ella no pudo sobrevivir y una mañana mama se dio cuenta de que había muerto durante la noche, allí estábamos en la choza, una especie de corral, mi madre y yo con una gitana muerta y una cabra a la que había que ordeñar, mama no sabia hacerlo, aprendió para tener algo que comer, y aun dormimos algún tiempo entre el cadáver y la cabra, Milagros contaba que le daba tanto miedo la gitana muerta como el tener que ocuparse de la cabra que gritaba si no la ordeñaban.

Pocos días después al ir a buscar la comida a la ventana del sanatorio mi padre dijo que iban a ser evacuados al día siguiente hacia Murcia, los fascistas ya estaban cerca, nosotros seguiríamos el transporte. Todos los enfermos se encontraron en la carretera procurando seguir como podían la fila que se dirigía hacia Murcia, en el viaje unos compañeros de mi padre nos indicaron que ellos no deseaban llegar a su destino, se decía que los fascistas ya habían tomado Murcia y encerraban a la gente en la plaza de toros y que ese seria nuestro destino y ellos no estaba dispuestos a correr ese albur.

Tenían razón, hoy día las plazas de toros acogen la Fiesta, donde se torea, se mata y se tortura un animal al que previamente se ha quitado toda fuerza golpeándolo antes de la corrida, los turistas aplauden y los españoles castizos ven en ello la gloria nacional. En aquella época había otra clase de corridas, se encerraba a los republicanos y se les mataba a tiros entre los vivas y oles del público que asistía a estas siniestras ceremonias, dignas de la gloria nazi, algunas veces toreaban a los indefensos prisioneros y les daban muerte parodiando la Fiesta de la España Imperial, según dicen algún torero se prestó a hacer la faena con humanos y fue muy aplaudido, seguramente por miedo, pero muestra lo fácil que es el pasar de matar y torturar animales a hacerlo con humanos.

Nosotros tampoco quisimos acabar en la plaza, seguimos el grupo que había decidido seguir a pie hasta Alicante donde se decía que se esperaban barcos ingleses que vendrían a recogernos. No se tampoco que hubiese sido de nosotros si hubiéramos seguido este grupo. Los barcos no acostaron en el puerto y los refugiados se vieron prisioneros de los fascistas italianos, que los trataron con una crueldad enorme, quizás querían vengar en aquellos prisioneros republicanos su derrota en Guadalajara. Tantos fueron los malos tratos que muchos soldados y cuadros del derrotado ejército acabaron con sus vidas ante sus torturadores. Después de días de palos y humillaciones fueron llevados al siniestro Campo de los Almendros, allí había mujeres, viejos, niños, soldados, sin ninguna comida ni higiene, ese campo ha quedado como una vergüenza mas para la España Imperial.

Si nos salvamos de esa suerte es porque al pasar por una estación mi madre se dio cuenta de que había un tren que salía para Valencia, -veámonos allí-, dijo a mi padre, -al fin y al cabo tu familia es fascista y podrá ayudarnos-, sin mas se decidieron, el tren estaba a tope, mi padre ayudó a mi madre a entrar por una ventanilla, alguien tiro de ella y a mi me echaron como una pelota en sus brazos, papa pudo subirse agarrado a la puerta, en racimo, como muchos otros, y así llegamos a Valencia donde nos esperaba otra etapa de nuestra existencia.


Albacete, la capital republicana de las Brigadas Internacionales

Albacete, epicentro español de las Brigadas Internacionales en la zona republicana, congregó a miles de voluntarios llegados de diferentes lugares de la geografía mundial y fue el centro de operaciones en apoyo de la República.
Captura del instante en el que instruían a brigadistas en Albacete
Captura del instante en el que instruían a brigadistas en Albacete
Las Brigadas Internacionales constituyeron uno de los principales apoyos de la República en un escenario que sería la antesala del enfrentamiento entre fascismos y democracias. Así pues, estas brigadas nacieron al calor de la necesidad de combatientes en el Ejército republicano, llegaron a unir a más de 30.000 voluntarios de 54 países y de ideas diferentes en unidades militares organizadas en defensa de la República, y tuvo como epicentro la zona estratégica de Albacete, enclave común de las unidades en la zona republicana.
En este sentido, la ciudad de Albacete fue designada como el cuartel general y centro de entrenamiento de las Brigadas bajo el mando del líder comunista francés André Marty, secretario general de la Tercera Internacional. Allí se establecieron los organismos que funcionaron como base de formación de las brigadas y de los servicios anejos.
Además, en  ciudad castellano-manchega se formaron las cinco iniciales brigadas: la XI BI en octubre de 1936, la XII BI en noviembre, la XIII y la XIV BI en diciembre y la XV BI en enero de 1937. Meses más tarde se formarán otras como la 150, la 129 y la 86 BI, pero ya no en Albacete. Todas estas brigadas tendrán una crucial actuación en los meses de formación del nuevo Ejército Popular de la República, destacando en la defensa de Madrid, en las batallas del Jarama y Guadalajara y en otras.
A partir del verano de 1937 las brigadas internacionales seguirán prestando un apoyo importante al esfuerzo de guerra republicano, pero su importancia decreció ya que sus seis o siete brigadas suponían un número pequeño en relación a las más de 250 brigadas del Ejército republicano. Esa fue una de las razones por las que el Gobierno de Juan Negrín decidió retirarlas en septiembre de 1938, en plena batalla del Ebro, cuando las Brigadas Internacionales estaban dando su último ejemplo de entrega solidaria al pueblo español.
Vista interior del Cuartel de las Brigadas Internacionales en Albacete
Otros centros de las Brigadas Internacionales en Castilla la Mancha
A la base de Albacete tienen que sumarse los centros de instrucción de las brigadas, algunos en el norte de Albacete -Madrigueras, La Roda, Tarazona de la Mancha, Mahora y Casas Ibáñez- y otros al sur de Cuenca -Villanueva de la Jara y Quintanar de la República-, todos ellos repartidos a lo largo de la geografía manchega.
La labor de las brigadas cubrió otras labores, una de ellas, la sanitaria. Organizó hospitales como los de Albacete capital y Valdeganga (Albacete). En Cuenca se abrieron varios hospitales como el de Villanueva de la Jara -por iniciativa de voluntarios holandeses-, el de Huete –británico-, y los hospitales de Tarancón y Saelices –norteamericanos-. Finalmente hay que mencionar los hospitales de Guadalajara en el colegio de las Adoratrices, con el apoyo principalmente de la solidaridad checoeslovaca y de El Romeral, en Toledo, abierto también con la ayuda norteamericana.
Así pues, Albacete, como sede del Estado Mayor, coordinaba, alojaba y asignaba a los distintos frentes a los brigadistas. También era el centro desde donde se organizaba el envío a sus unidades de los muchos heridos que habían sido tratados en diferentes hospitales de Castilla-La Mancha o del Levante -Benicassim, Murcia, Benissa-.
Miembros de las Brigadas Internacionales en Casas Ibáñez (Albacete)
Castilla La- Mancha, lugar principal de tránsito para los internacionales
Catilla La-Mancha fue para los internacionales una zona de tránsito destacada, cruzándose constantemente en sus cuatro puntos cardinales, y a su vez, tierra de inspiración. El artillero rumano Valter Román recuerda en sus memorias uno de esos viajes a Albacete:
Camino de vuelta, después de dejar a Regler en Madrid, al poco de salir de la capital, Ángel, el chófer, me anunció: “Y ahora regresaremos por la carretera de La Mancha, por la carretera llamada de Don Quijote, camino que ha de hacer cualquier admirador de Cervantes que pise suelo español”.
Mientras el coche me llevaba hacia La Mancha, me entregué a las ensoñaciones y cuando Ángel me mostró, en lontananza, recortada contra cielo del crepúsculo, la silueta negra de un molino de viento tuve la impresión de ver al Caballero de la Triste Figura hablando con Dulcinea, tan hermosa a los ojos de su alma. ¡Poder de embrujo del genio! ¡De qué hechizo supo rodear los lugares que amó!, ¡con qué fuerza me sustrajo de mis pensamientos y preocupaciones diarios para sumergirme en aquella atmósfera de inefable poesía!
El número oficial de voluntarios que integraron las brigadas internacionales es de 32.256, tal como consta el Archivo de las Brigadas Internacionales existente en Moscú: el RGASPI. La mayor parte de ellos, aunque no todos, pasaron por el territorio manchego.
Hay que tener en cuenta que la base de las Brigadas Internacionales fue desmantelada en su casi totalidad a principios de abril de 1938 y trasladada a Barcelona. Ahora bien, si contamos a los voluntarios internacionales -no brigadistas- que se adscribieron a otras unidades del Ejército republicano, la cifra podría elevarse a los 40.000-45.000.
Brigadistas austriacos en la localidad albaceteña de Madrigueras
El movimiento brigadista va a ir decayendo por las dificultades impuestas por el Comité de no Intervención que prohibe la llegada a España de voluntarios internacionales. El pacto agrupaba a la mayoría de las potencias occidentales -Francia o Reino Unido, principalmente- y preconizaba no ayudar a los contendientes por miedo a crear un conflicto internacional, una decisión fracasada ya que, tarde o temprano, el conflicto estallaría, como ocurrió en septiembre de 1939, dando lugar a la Segunda Guerra Mundial.
El gobierno republicano, ante la evolución negativa de la guerra, se propone aplicar las decisiones del Comité de No Intervención, perspectiva que anuncia en mayo de 1938 el programa conocido como los ‘Trece Puntos’ de Negrín. Éste cree que la evacuación de todas las fuerzas extranjeras favorece a la República y que la retirada de las Brigadas Internacionales puede forzar a la recíproca retirada de las tropas extranjeras que ayudaban a Franco: unos 70.000 italianos, 20.000 alemanes, 80.000 marroquíes y unos 10.000 portugueses. No fue así: el 24 de septiembre fueron retiradas las Brigadas Internacionales, pero Franco siguió contando con la mayoría de las fuerzas extranjeras, a excepción de un contingente de 10.000 italianos que fue evacuado a su país.
Actualmente Albacete alberga el Centro de Estudios y Documentación de las Brigadas Internacionales (CEDOBI) y el Archivo de las Brigadas Internacionales, fondo documental promovido por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI), que está ubicado en el Archivo Provincial de Albacete.
Así mismo, existen distintos memoriales a las brigadas internacionales por la geografía castellano-manchega, siendo el más importante el inaugurado en 1996 en el campus de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Ubicación de las

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