PARIS
PARA MÍ
Llegamos
a Paris, ya conocía la ciudad pero poco podía figurarme que allí pasaría gran
parte de mi vida, la parte mas importante, allí fui esposa, madre, militante,
cuando tuve que marcharme de allí porque fui una vez mas expulsada, esta vez por
intereses económicos, fue una separion dolorosa, nunca he sentido otra ciudad
como sentía Paris, sus calles, sus parques sus monumentos, los quai de la
Seine, y sus celebres techos que con la luz gris propia de esa ciudad se
convertían en puñales iluminados que apuntaban hacia el cielo, nunca olvidare
Paris, fue mi ciudad y también la perdí, como la que fue mi patria, quizás nací
para ser una eterna exilada.
Mi
madre nos esperaba en su apartamento de la rue Cite de Londres, donde vivía con
Ignacio y donde Manolo y otros perseguidos del FLP habían encontrado cobijo. Mama había pasado algún
tiempo en Lille donde Ignacio encontró trabajo en un liceo, Manolo había estado
con ellos algún tiempo hasta pudo ir a Paris para pedir el refugio político,
allí la puso al corriente de mis hazañas antifascistas, al leer el periódico
mama se entero de la noticia de que en Barcelona se ponían bombas, se lo dijo a
Manolo que le informo con delicadeza, “es tu hija quien las pone” a mi pobre
mama casi le da un ataque, mi primo no tenia que haber dicho nada, primero por
no asustar a mi madre y sobre todo ya que la clandestinidad exigía un secreto
que de no respetarlo podía costarnos caro.
Cuando
Manolo volvió a Paris se alojo en una buhardilla perteneciente a Arrabal, el escritor
español que estuvo de moda entre la intelectualidad francesa, mi primo nunca lo
vio, el dramaturgo vivía en un gran piso, pero unos días después dijo a los
amigos que le habían recomendado que albergara a un antifascista que lo echaba
de allí ya que ponía en peligro su tranquilidad y la de su esposa, así son los
intelectuales, Manolo volvió a casa de mi madre que ya se había instalado en
Cite de Londres y allí nos encontramos todos.
En
Paris no tenia mucha información de lo que estaba pasando en Barcelona, pero me
enteré de que la policía había ido a buscarme a Paseo de Gracia dos días
después de la muerte de mi abuela y estando esta de cuerpo presente, los
policías hicieron desplazar el cadáver creyendo que yo me escondía en la cama,
la presencia de los tres hijos de mi abuela, Enrique, inspector de hacienda,
Fernando, caballero legionario y Francisco coronel de artillería no impidieron
la falta de respeto al cuerpo de Irene, las protestas de los que eran al fin y
al cabo franquistas no sirvieron de nada, mas adelante me dijeron que la
policía política echo del cuerpo a los policías, eran los mismos que me
encontraron en casa de Manolo y no supieron reconocerme, el que saliera de
Barcelona horas antes de que fueran a buscarme a mi domicilio les hizo creer
que estaban comprados por la familia Castells, absurdo, no sabían lo tacaños
que eran.
Cuando
me enteré de la noticia pensé enseguida que mi orden de detención debía venir
de los libertarios y no del FOC, antes de marchar puse en marcha una especie de
martingala que llamando a alguien, no recuerdo a quien recibía una palabra
convenida y aquello quería decir que todos los del grupo libertario estaban
detenidos, recibí la señal, no me cabía la mas mínima duda de que estaban todos
en la cárcel y que habían dado mi nombre, así había sucedido, detuvieron a
todos los del grupo, los del FOC también y todos dijeron que yo era la había
organizado los grupos de resistencia, cosa que era normal, el que podía
salvarse de la quema cargaba con las responsabilidades, para atenuar la de los
detenidos.
Mi
primera reacción fue la de avisar a los anarquistas de las detenciones, en mis
viajes a París solía encontrarme con mi contacto de los libertarios, se trataba
de Delgado, miembro de las Juventudes Libertarias al que no conocía por ese
nombre y que poco después seria ejecutado por los esbirros de Franco, el joven
me llevó a una reunión con el responsable de las acciones en España, se trataba
de “El Mejicano”, así me lo presentaron, en realidad era Alberolas, responsable de los grupos de
intervención libertarios, era una especie de reunión informal en la que yo no
conocía a nadie aunque todos sabían quien era yo, Jorge les había hablado de
nuestro grupo y de mi, aun así me recibieron con desconfianza y no me creyeron,
las detenciones no se habían hecho publicas y la policía había tendido una red
para seguir deteniendo a los que intentaran contactar con los detenidos. Me
dieron las gracias por las informaciones y me dijeron que no preocupara, que
mandarían a alguien para poner en claro lo sucedido, les recomendé que no lo
hicieran mandando gente a las direcciones de los que yo sabia detenidos, no me
escucharon y la operación se saldó con las detenciones de cuatro muchachas
jóvenes enviadas a Madrid y a Barcelona.
Cuando
supe que no podría volver a Barcelona me puse a buscar trabajo para no ser una
carga para mi madre, en esto tuve suerte, Manolo tenia contacto con los
anarquistas que le pasaron la frontera,
después le ayudaron durante su estancia en Paris para conseguir el refugio
político, él siempre recuerda a un anarquista llamado el abuelo, nombre de
guerra y a Manolo le pusieron de alias el nieto, yo también le conocía y
siempre me pareció una honesta persona, así pudo enterarse de que en la OFPRA,
que era el organismo encargado de proteger a los refugiados había una sección española, que estaba
prácticamente dirigida por los anarquista, obtuve el puesto sin dificultad, me
recibieron con todos los honores, la noticia de la detención de Jorge y sus
compañeros ya era pública y sabían que yo formaba parte del grupo, guardo un
recuerdo excelente de mi vida laboral, ya iré contando como me fue pero siempre
recuerdo como casi todos los días acabábamos cantando “A las barricadas” todos
en coro, yo esa canción no la conocía, en España no había tenido ocasión de
oírla, normal, había otras muchas cosas que desconocía y que la censura
franquista ocultaba, el exilio republicano, entre otras. Jorge fue juzgado y
condenado a muerte, en la próxima entrega hablaré de todo esta asunto.
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