domingo, 30 de noviembre de 2008

POLIOMELITIS

POLIOMELITIS, MI HERMANO JUAN MANUEL ENFERMO
Mi madre y sus hijos

El verano acabo apenas empezado, una mañana mi hermano Juan Manuel no se pudo levantar de la cama, no podía tenerse derecho, el veredicto del médico fue fulminante, había cogido la polio. En el año 50 se declaro una epidemia en Madrid de esta enfermedad que ya existía pero de manera muy reducida, así que  aquel brote que hizo miles de victimas la gente lo atribuyó a la presencia de los Norteamericanos que habían reconocido el régimen fascista de Franco para instalar sus bases a lo ancho y a lo largo del país, la principal está en Torrejón de Ardoz, territorio que ya no nos pertenecía, enclave imperialista en España y que se encuentra cerca de Madrid. Los norteamericanos vinieron de forma masiva, Madrid, sus juergas, sus tapas, flamenco y pandereta y sobre todo las corridas de toros que respondían seguramente a la crueldad que les caracterizaba les encantaban igual que les gustaba ver matar indios, de hecho en su país esta la polio estaba muy extendida y la llevaban con ellos a los países donde se instalaban, habían poblaciones con escasas defensas al no conocerla, eso es lo que paso en España

Tuvimos que llevar a Madrid a mi hermano, recuerdo nuestro calvario buscando un hospital o clínica donde pudieran cuidarlo, no encontrábamos, mi madre y yo íbamos con un taxi recorriendo Madrid, en los hospitales los niños estaban acostados por los suelos, no había camas ni nadie que pudiera ocuparse de ellos, visitamos todo lo visitable, en algunas clínicas privadas temían el contagio y no nos dejaban ni entrar. En nuestras peregrinaciones llegamos a un piso donde un medico tenia algunas habitaciones donde acomodaba a sus paciente, era un apartamento antiguo y tétrico , el galeno hombre mayor barbudo era afable aunque extravagante, nos dijo que podíamos dejar allí el pequeño, que se encargaría de él, para que viéramos lo bien que iba a estar nos enseño una de sus habitaciones convertida en pajarera, los pajaritos de todos los colores voleteaban libres entre muebles y plantas, era un espectáculo extraordinario, bonito, pero mama y yo juzgamos que no era lo mas apropiado para mi hermano.

Seguimos nuestro calvario con mi hermano que había perdido el conocimiento y el uso de sus piernas, acostado sobre nuestras rodillas le llevábamos buscando su salvación, cuando veo alguna pieta pienso a mi madre y a mi abrazadas a aquel niño que temíamos que se nos fuera. 

Por fin llegamos a la clínica de Los Camilos, allí aceptaron a mi hermano y lo dejamos con confianza, el equipo médico era bueno, desgraciadamente yo lo conocí no mucho después y esa clínica fue cuadro de días muy amargos de mi vida. Juan Manuel salio del peligro, se nos dijo que afortunadamente se le cogió a tiempo porque la enfermedad empezaba a paralizar su cerebro, le dieron el alta pero una de sus piernas no respondía, estaba casi paralizada.

Nos instalamos en Pacífico y allí lo trato el medico de cabecera, muy interesado por el caso venia a vernos todos los días, nos contó que tenia un hermano paralítico debido a la polio y que eso le había llevado a investigar algo para curarla. Nos explicó su método, consistía en despertar las defensas del paciente inyectándole sangre, sangre de los que habían estado en contacto con él y no habían enfermado. Mama, Fina, yo y creo que incluso Quique su hermano mayor íbamos cada día a la consulta que estaba enfrente de casa, allí nos sacaba sangre, como un vampiro, no era peligroso no se trataba de una trasfusión, inmediatamente se la ponía en inyección a Juan Manuel, el tratamiento pareció dar resultado, también mi madre le daba masajes en la pierna todos los días, nos dijo el doctor que deberíamos hacerle trabajar la pierna en el agua, no teníamos bañera así que mama buscó otro apartamento en Madrid y  encallamos en Lista 59,donde mi destino se cubrió de negros nubarrones, cuando me acuerdo de nuestra estancia en aquel ático se me ocurre que fue allí donde se determino lo que seria mi vida futura, allí empezaron los acontecimientos que acabaron llevándome años después al exilio, mi vocación de revolucionaria allí empezó.

El caso es que mi madre metía a su hijo cada día en la bañera y pasaba mas de una hora haciéndole mover la pierna, así recuperó el músculo, hoy día se le nota algún gesto de la pierna, pero hay que saberlo para notarlo, toda su vida ha hecho deporte, juega al tenis y al golf sin ninguna problema, creo que todos contribuimos a que no quedara cojo, sobre todo su madre, es algo que Juan Manuel nunca ha valorizado ni agradecido y su madre siempre recibió de él mas desprecios que alegrías, pero se curó y esa es la mayor alegría que todos tuvimos.

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