CAIDAS
EN BARCELONA
En el
lenguaje de aquellos tiempos de militancia clandestina cuando la policía te
detenía se decía que era una caída, cuando estabas buscado por los de los
servidores de la dictadura decían que estabas quemado y nadie debía tener contacto
con la persona así señalada. Yo pase a tener un estatuto intermedio, no estaba
quemada aunque la policía me buscaba no sabían quien era, así que aun pude
seguir militando normalmente, aunque algunos tenían miedo de que me siguieran,
pero pocos del FOC habían quedado en libertad después de las caídas, algunos se
pudieron esconder, como mi primo Manolo, los curas progre de la época
escondieron a algunos, como a mi primo y recuerdo a otro militante Alfonso que
se escondió en el Monasterio de Montserrat hasta que pudo pasar a Francia por
senderos de montaña, mas tarde le encontré en Francia. Yo empecé a buscar los
contactos con los militantes que quedaron libres y procure formar un grupo con
los que conocía como amigos de estudios, había la joven con la que viaje a
Paris, era recién casada así que intente no comprometerla mucho, aunque por un
momento tuve que pedir su ayuda, también tenia con nosotros dos amigas,
lesbianas, fue mi amistad con ellas que hizo creer a algunos que yo también lo
era, la verdad me traía sin cuidado que pensaran lo que quisieran, eran dos
personas formidables, dispuestas a luchar contra la dictadura, acabaron en la
cárcel, no estuvieron mucho tiempo, afortunadamente. También estaba en el grupo
un joven, José que se convirtió en mi principal ayuda, quizás estuvo algo
enamorado de mi, pero me entere por otros, no por él, hace unos años me entere
de que se había casado con una muchacha del grupo, creo que con una de las que
se suponía que era lesbiana, así que no lo seria tanto.
Mi primo
pudo ponerse en relación conmigo, se me aviso de que fuera a una iglesia de las
ramblas, allí me acercaría al confesional de un cura, cuyo nombre no recuerdo,
y él me daría cita con él, así lo hice, me puse un velito y me arrodille en el
confesional, cosa que desde mi infancia
no hacia, el hombre de negro me dijo donde y cuando debía ir y me marché tan
fresca, lo malo es que en la iglesia estaban unas amigas de la academia de
asistencia social, al verme me siguieron fuera y se rieron de mi, preguntándome
que hacía yo confesándome, claro que llevaba años contándoles que era atea y no
aceptaba para nada las mentiras de la Iglesia, así que me felitaron por haberme
convertido, no podía decirles nada de lo que allí me había llevado,
clandestinidad, no se si mas adelante comprendieron lo que pasaba, eran de la
JOC y muy pías ellas.
Manolo
había leído el libro de Henry Alleg la Cuestión, cosa que no debe hacer ningún
militante clandestino, allí cuenta el autor las horribles torturas que sufrió
en Algeria, en manos del ejercito, la tortura hasta la muerte era moneda
corriente en ese país colonizado por Francia y que luchaba por su
independencia, en el libro da el nombre del general Massu como el jefe del
equipo torturador, de este equipo formaba parte
Le Pen, el fundador del FN partido fascista y el mas votado de Francia
actualmente, su hija se permite decir por la tele que la tortura es necesaria
en algunos casos, de tal palo tal astilla.
Mi
primo estaba aterrado viéndose en manos de la policía política y sufriendo las
torturas que el libro describe, me pidió que le buscase un sitio para
esconderse y sobre todo la manera de marchar a Francia. Me recomendó también
que me instalara en casa de su madre, mi tío Manolo había tenido un ataque de
alcoholismo agudo y estaba en un siquiatrico, así que mi tía Josefina e Irene
estaba solas, su idea era de que me enterara de que noticias podía haber por su
casa, si la policía volvía por allí, ya habían ido a buscarle, pero volvieron,
ya lo veremos y allí me encontraron.
Recuerdo
que una de las citas con mi primo tuvo cierta influencia en mi manera de ver
las cosas, de pensarme a mi misma, llegué con anticipación y para matar el
tiempo entre en un cine, ponían “La Cucaracha” película mexicana sobre la
revolución mexicana, no podía venirme mejor, ya me veía luchando con las armas
en la mano contra la dictadura, el fascismo y por mis ideas comunistas, pero lo
que mas me impresiono fue la frase del final “y con sus mujeres y sus hijos
hicieron la Revolución” esa frase nunca la he olvidado, siempre pensé que la
revolución o la lucha fuera del tipo que fuese debía ser algo compartido, con
familia, hijos, maridos y no como una labor solitaria de revolucionaria
profesional, lo pensé siempre y hace unos años así lo dije en una pequeña
interviú que me hicieron en un periódico.
También
Manolo me pidió que me pusiera en contacto con mi primo Francis, el hijo del
militar, mi primo también era del FOC y no sabia que yo lo era, así que alguna
vez presumía con aire misterioso ante mi de sus contactos políticos sin saber
que yo estaba mejor enterada que él. A Francis le habían mandado a Perpiñan
para recoger propaganda clandestina, debía pasar por la montaña, pero la
policía le esperaba, quizás fue denunciado, había infiltrado en todos los partidos
políticos, mi primo estaba haciendo el servicio militar y además era hijo de un
teniente coronel, así que después de interrogarle como miembro del FOC le
encerraron en el cuartel allí se le podía visitar así que me fue a verle para
que me diera informaciones sobre lo que la policía sabia de nosotros, aquella
visita al cuartel se me quedo grabada, me había puesto un trajecito de chaqueta
veraniego hecho por mi madre, era de seda natural verde y me quedaba ajustadito
por delante y por detrás, no quiero recordar lo que tuve que oír de los
soldados que me acompañaban para ver a mi primo, me pasearon por todo el
cuartel hasta llegar a la habitación donde tenían arrestado, a mi primo, se
despidieron de mi con risas y cantos diciendo que me esperaban para acompañarme
cuando saliera, mi primo tuvo que decirles que se calmaran que si su padre se
enteraba se les caería el pelo, así que me respetaron mucho.
Francis
me contó el interrogatorio de la policía, fue él quien me informo de que
estaban al corriente de todos los nombres de los militantes, menos del mío,
cosa que le fastidiada ya que él tampoco sabia quien era Alicia la de las
medias negras, nos despedimos, le iban a juzgar y hasta entonces quedaba en
arresto en el cuartel, tardamos muchos años en vernos, hasta la muerte de
Franco, era sobretodo amigo de mi hermano Quique, hasta que dejaron de serlo.
Al ser detenido su padre como jefe de día de Barcelona tuvo que dar parte al
Capitán General y como ya he contado el militarote le echo con cajas
destempladas al saber que el soldado detenido era su hijo, me tío fue separado
del ejercito poco tiempo después aunque no pareció sentirlo mucho. Mi primo fue
juzgado por el TOP, tribunal de orden publico, no tuvo mas que una leve
condena, el presidente del tribunal, el Coronel Aymar, era compañero de armas
de su padre, quizás estuvieron los dos juntos en la División Azul, se porto muy
bien con el hijo de su amigo y Francis pudo acabar el año universitario y
terminar sus estudios de abogado, nunca mas volvió a militar ni ocuparse de
política, no le quedaron ganas.
Yo me
instalé en casa de mi tío Fernando para unos días, aunque estaba en contacto
con manolo nada dije a su madre ni a su hermana, mi primo me había recomendado
que nadie lo supiese, una noche sonaron a la puerta, era la policía, venían
para ver si el joven que buscaban había vuelto a su casa, al no encontrarle se
llevaron a Irene, yo salí a recibirles con mi pijamita y mi mejor aire
inofensivo, debían creer que tenia 10 o doce años, me dieron una palmadita en
la cara y me preguntaron si yo era buena chica y me portaba bien, les dije que
si y que no tenia ni idea de lo que pasaba, también les recomendé con mi mejor
aire asustado que cuidasen de mi prima Irene, que era muy joven y que no estaba
bien que estuviese a esas horas fuera de casa, no te preocupes, me dijeron,
supongo que con sorna, la llevamos un ratito a comisaría y enseguida la
soltamos, a Irene ya la habían detenido durante nuestra manifestación, en esa
ocasión la soltaron después de darle un par de tortas. Yo les supliqué casi con
lagrimas en los ojos que no la dejaran sola en Barcelona por la noche, que le
pagaran un taxi para volver, me tranquilizaron y se marcharon tan contentos con
Irene sin saber que la Alicia de las medias negras que buscaban con ahínco era
yo, cuando sus jefes se enteraron de la metedura de pata les cayó una sanción e
incluso se les acuso de estar vendidos a la familia Castells, es un incidente
que siempre me hace reír al recordarlo. En cuanto desaparecieron los de la
brigada político-social me precipite al teléfono y llame a mi tío Paco, le
conté la detención de Irene y le dije, ponte enseguida el uniforme y tus
medallas y persónate en la Vía Layetana, ves cuanto antes no sea que le peguen
o la torturen para saber donde esta su hermano, así lo hizo y unas horas mas
tarde Irene estaba en casita sin que la hubiesen tocado un pelo, y mi tío muy
satisfecho con el deber cumplido de salvar a la familia, me dijo con mucho
misterio que era él quien escondía a Manolo, que estaba muy bien, evité reírme
en sus narices y así durante meses fue dándonos noticias de Manolo como si
fuese él quien lo escondiera, nunca le dije la risa que me daba oírle presumir
de algo de lo que yo me ocupaba, por fin conseguí sacar de España a Manolo,
como quería, la historia continuara.
La cucaracha, preciosa película
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