mi hermano Quique con Pili su novia y nuestro primo Francis |
HISTORIAS
DE JUVENTUD
Ya no
era una niña, una adolescente tampoco, el tiempo había pasado sin que me diera
mucha cuanta, mis hermanos crecían, seguían yendo a los Maristas y tenían sus
círculos de amigos, como yo los míos que pronto cambiarían. Quique se echo una
novia, los jóvenes al salir del colegio iban a esperar a las alumnas de otro
colegio cercano, fue allí donde conoció a la que fue su esposa y madre de sus
hijos, Pilar Cava que era hija de un compañero de hacienda de mi padre y
fascista notorio, fue alférez provisional, eso quería decir que sus meritos al
servicio del dictador y a la falange le habían valido dicho cargo, como otros
políticos que ocupo en el curso de su vida, ya contaré las consecuencias que
este parentesco generó para mi familia.
Mi
madre seguía viniendo a Barcelona, su vida había cambiado, se encontró sola y
sin poder ganar su vida, quizás fuese eso lo que determino su decisión de
empezar una relación amorosa que verdaderamente no le iba mucho, buscaba
protección y la encontró en un amigo de su padre, este caballero murciano la
conoció cuando ella y su padre iban a ver los partidos de pelota vasca, le dijo
que ya entonces se enamoró de ella, pero estaba casado la diferencia de edad
era grande, cuando la encontró en Madrid le ofreció todo lo que podía darle, la
instaló en el hotel Ritz donde se encontraban cuando él podía escapar de sus
deberes conyugales, su familia vivía en Murcia en una gran finca y fue en esas
tierras donde nos refugiamos en casa de la gitana al final de la guerra mi
madre y yo, cuando allí estábamos no podíamos imaginar que un día mi madre
seria la amante del propietario de esas tierras, que además eran colindantes
con las que mas tarde pertenecieron a mi tía la Condesa de San Julián, azares
de la vida.
Mama vino
alguna vez con él a Barcelona para presentarle a sus hijos, nos invitaba a
restoranes y fue muy amable con nosotros, a mi no me gustaba mucho, era un
hombre mayor y con pinta de machista, su relación con mi madre no me molestaba,
mama era libre de hacer lo que quisiera, recuerdo que estando en el hall del
Ritz una mañana esperando a mi madre vi a una mujer feísima bajar la escalinata
del hotel como una vedette, abajo le esperaban varios fotógrafos y periodistas,
mirándola bien me di cuenta que era la Callas, puedo certificar que fuera de la
escena era bastante fea, estaba en Barcelona para dar un recital en el Lyceo.
Como de
costumbre nos refugiábamos en la habitación del hotel para ponernos a salvo de
mi padre, mi amiga Maivy nos acompañaba, se hizo muy amiga de mi madre como
antes también mi amiga Mary Dory, en unos de los viajes que hice a Alicante a
casa de los padres de mi amiga, mama vino a reunirse conmigo, venia acompañada
del terrateniente murciano, aprovechó este para llevarnos a mama y a mi a conocer
sus propiedades acompañadas por sus hijos, nos presentó como una familia amiga
de Madrid pero las risitas de sus hijos y sus miradas irónicas me mostraron que
estaban al corriente del asunto, yo les tome el pelo todo lo que pude
haciéndome la tonta que siempre me ha salido muy bien. También fuimos a los
toros, toreaba Ordóñez y el murciano seguía todas las corridas de las ferias a
través de la geografía hispánica acompañado de mi madre que también amaba la
corrida, como su padre, mama me contó que había conocido a Hemmingway que intentaba ligar con todos los toreros y a
Lauren Bacall que bebía sin parar y tenia los mismos gustos, creo que mama se
divirtió bastante en esos festejos, pero su relación no tardaría mucho en
finiquitar.
Ya que
he habado de la Callas debo contar mi pasión por la opera, que ha sido siempre
una constante en mi vida, Cuando llegué a Barcelona tuve la ocasión de asistir
a las representaciones del Lyceo, no me perdía una, la razón era que mi padre
tenia un pase gratuito, para el Lyceo, para el Palao de la Música, para los
toros y para ciertos cines, así que podía yo, y algunas veces mis amigos,
asistir a espectáculos gratuitos, cuando el pase nos tocaba iba con mi padre
pero a veces me mandaba con un compañero suyo que no tenia acompañante, era
soltero y del OPUS, creo que papa albergó la loca idea de casarme con él, dijo
años después que desistió ya que iban juntos de putas y el individuo las
trataba muy mal, no se como mi padre pudo creer que yo iba a interesarme a un
tipo semejante, la opera me gustaba pero no mi acompañante. Pude ver y oír a
los mejores cantantes de la época, algunas representaciones no las olvidaré
nunca, como Norma con Anita Cerquetti, cuando salio subida en el escudo llevada
por los valerosos celtas cantando Casta diva, me quede asombrada, no por su voz
que era divina sino por que debido a su volumen creí que había dos divas, mi
tío Pepe la admiraba tanto como yo y me contó que perdió la voz debido al
disgusto de la muerte de su padre. Otra impresión fue la primera vez que asistí
a “Tristan e Isolde”, fui una vez con mi acompañante, otra con mi padre y la
tercera Maivy, mi complice y yo fuimos al paraíso, es decir al gallinero, donde
van los verdaderos amantes del arte lírico, me tocó detrás de una columna y pase
las cinco horas de la opera de rodillas para ver el escenario, esta obra me
provoca una adicción completa.
Lo que
nunca pude soportar era la obligación de vestirme de gala para asistir a esa
fiesta burguesa que era el Lyceo, en los palcos la gente de la alta sociedad
catalana no escuchaban ni miraban el
escenario, hablaban, reían y bebían champán, la única que estaba atenta era yo,
eso les sorprendía siempre.
Mi
entusiasmo por la lírica me llevó a inscribirme en club para tener entradas mas
baratas cuando no podía tener acceso al pase, cuando la policía vino a buscarme
a casa encontró los papeles de la asociación, al parecer comentaron delante de
mi padre que no entendían como una chica amante de la opera pudiera juntarse
con la gentuza que eran los rojos, no entendían nada, pero no valía la pena
explicárselo, mas tarde vi a dos miembros de la asociación que vinieron a verme
a Paris, la policía les interrogó sobre mis amistades, pero ellos no conocían
nada de la parte de mi vida política. Me dijeron que les había gustado mucho
saber que era una revolucionaria, roja y puta como decían los polis.
Mi vida
cambiaba, ya que al no tener el bachillerato no podía ir a la universidad como
me hubiese gustado me puse a estudiar asistencia social, había una escuela en
la calle Buenavista, al lado de mi casa de Paseo de Gracia, la puerta de
servicio daba a esta calle, yo para ir a la escuela entraba y salía por esta
puerta y muchas veces me preguntaban algunos muchachos a que hora acababa mi
servicio para venir a buscarme, les decía que estaba comprometida, me hubiera
dado vergüenza confesar que no era la criada sino la “señorita”. Aquellos años
de estudios me llevaron a hacer nuevas amistades y a encarrilar mi vida en lo
que ahora es, lo iré contando.
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