viernes, 2 de noviembre de 2007

LA MUERTE DE MI ABUELO



Mi abuelo entrando a matar
LA MUERTE DE MI ABUELO

A poco de nuestra instalación en Barcelona mi padre recibió una invitación para la inauguración del hotel del Golf en Puigcerda, ponían a la disposición de toda la familia, es decir de mi padre y sus hijos, un fin de semana gratuito para descubrir los encantos del golf, que entonces no era tan popular como ahora. Allí fuimos e intentamos todos jugar al golf, yo lo encontré aburridísimo y al parecer mi padre también, La Molina, la estación de esquí mas cercana de Barcelona estaba solamente a unos kilómetros y tuve la buena idea de convencer a mi padre de que dejáramos el golf e intentáramos la nieve, me hizo caso y nos instalamos en un hotelito de la estación de montaña, mi padre pago un instructor para él y para nosotros, no tardo mucho en dominar el deporte y al parecer la velocidad de las bajadas le fascinaba, a mi no, algo aprendí y alguna vez que otra subí a la Molina mas bien obligada, la nieve me incomodaba y mis hermanos tampoco le tomaron afición, así que el único que perseveró en ese deporte fue mi padre, se marchaba solo a esquiar y nos dejaba en Barcelona durante los fines de semana lo cual nos daba libertad para nosotros y él podía compartir la blanca nieve con sus amantes de turno, todos contentos.

Aquella noche volvíamos de la Molina camino de Barcelona, al acercarnos a casa una angustia enorme empezó a oprimir mi corazón, no deseaba llegar, hubiera querido que el viaje se prolongara indefinidamente, pero llegamos, y nada mas abrir la puerta sonó el teléfono, era mi madre que llamaba para darme la noticia, su padre había muerto y el entierro se relazaría en dos días. Me puse a llorar y a gritar, se lo dije a mi padre y le dije que por su culpa no podría enterrar a mi abuelo, no dijo nada, quizás se quedo sin habla o mis gritos le impedían hablar, cuando me calme un poco me dijo que hiciera mi maleta ya que al día siguiente saldría para Madrid, no podía ni creérmelo, pero así fue, supongo que pensó que no era conveniente que los compañeros de Hacienda de mi abuelo vieran que impedía a su hija enterrar a su abuelo y consolar a su madre, a si fue como por unos días volví a Madrid para una breve estancia.

Mi abuelo murió de la tuberculosis que contrajo durante su estancia en la parisina prisión de la Sante, donde estuvo prisionero del régimen colaboracionista francés esperando ser deportado a España pera ser fusilado, como pasó con Companys, ya conté como pudo escapar, de lo que no se libró fue de la enfermedad que le persiguió todo el resto de su existencia, hasta el final fue una victima del fascismo, como tantos otros. Su estancia en Cambo-le Bains había mejorado su salud y a su regreso del exilio pudo ocupar el puesto que le correspondía en Hacienda, primero le mandaron a Cádiz y mas tarde pidió volver a Madrid donde vivió con mi madre hasta su ultima hora. Como fue un Don Juan hasta el final de su vida terminó haciendo las paces con la mujer que amaba y que vivía en Francia, por ella decidió volver a su país, lo que podía asimilarse a un suicidio, por ella pidió a mi madre que le sacara el pasaporte para ir a verla con el consiguiente susto de la pobre Milagros, por fin hicieron las paces y la joven vino a verle durante un verano, como buen caballero español mi abuelo la acompaño en un largo viaje por las costas y playas españolas, aquello debió agotarle ya que a partir de entonces su enfermedad se agudizo y no tardó en morir.

Llegue a Madrid justo para el entierro, a el asistimos mi madre y yo vestidas de negro, Hacienda había pagado los funerales en la iglesia de los Jerónimos, funerales católicos, no podía ser de otra manera, allí, al lado del féretro mi madre y yo recibimos el pésame de todos los amigos y compañeros de trabajo de mi abuelo, mi tía Toya y su madre, la viuda, también estaban pero nadie las hizo caso, todos sabían que la odiosa esposa de mi abuelo estaba separada de él, quizás conocían el comportamiento que tuvo con su hija y que si yo no podía vivir con mi madre se lo debíamos a ella, naturalmente ni la miramos.

Volvimos a Lista 59, allí estuve aun unos días, mi madre me contó que mi abuelo había muerto con ella y con su hija Toya a su lado, no recuerdo que Miguel Ángel estuviera allí, cuando ya entraba en agonía sonó el timbre de la puerta, mama abrió, un hombre de negro, el cura de la parroquia quiso entrar y pidió ver al que se moría, venia a confesarle y darle le extremaunción, para que el rojo que era muriese en el seno de la Iglesia, mi madre se negó a dejarle entrar, no tuvo mas remedio que marcharse después de haber insultado a mi madre y cubriéndola de amenazas, a Milagros no le importó, nadie tenia porque venir a robar el alma de su padre.

Yo tuve que volver a Barcelona, pero antes me enteré de las nefastas consecuencias que tuvo para mi madre la negativa de rendirse al hombre de faldas negras, el cura hizo firmar a todos los vecinos que mi madre era una persona non grata y que debía dejar inmediatamente el piso que ocupaba, todos firmaron, los vecinos que siempre habían sido amigos de la ahora réproba se rindieron al dictamen de la Iglesia, Isabel, la viuda de Antona seguramente firmó también ya que la amistad entre mi madre y ella acabó allí, años mas tarde Isabel se instaló en Paris de vuelta de Brasil donde estuvieron ella y Adolfo, su marido, él vino a verme a mi casa, a ella nunca la volvimos a ver.

También sucedió algo curioso que asustó sin razón a mi madre pero que encuentro muy significativo, pera contarlo debo hablar de Loliña la de los mil maridos, esta señora venia para hacer faenas y ayudar a mi madre durante la agonia de mi abuelo, al que apreciaba mucho, tomo gran cariño a mi madre y le contaba que si algún día debía matar a un hombre lo hiciera con unas tijeras, si así lo hacia seria considerado como  legítima defensa. Cuando mi abuelo fue destinado a Cádiz le dijo que preguntara por ella y si algo necesitaba fuese de su parte, allí todos la querían. Al volver a Madrid, mi abuelo contó que efectivamente era conocida en Cádiz y que si tuvo que marcharse fue porque mató  un hombre con unas tijeras y fue declarada inocente por tratarse de legitima defensa.

Un día, poco después del entierro de mi abuelo se presentaron tres hombres en el apartamento de Lista que aun ocupaba mi madre, Loliña les abrió la puerta, le estrecharon la mano y pidieron ver a Milagros, mama les recibió, venían a darle el pésame por la muerte de su padre, ella no les conocía, pero le dijeron que fueron amigos suyos, le preguntaron si necesitaba dinero, si le hacia falta algo, después le ofrecieron poner una casa de modas a su nombre si lo deseaba, mama se asustó, no sabia quienes eran ni lo que esperaban de ella, se marcharon recomendándola que no olvidara su proposición. Cuando Loliña se enteró de la entrevista le recomendó a mi madre que aceptara la ayuda que le ofrecían, son masones le dijo y tu padre lo era, vienen para ayudarte, yo les conozco, al abrirles han hecho el signo masónico y también al darme la mano, mama no los volvió a ver, tenia miedo, el miedo seguía recorriendo España como una peste azul.

Esta historia me ha hecho creer que mi abuelo era masón, seguramente que fueron ellos, con la ayuda también de Ángel y de algún amigo mas, los que consiguieron que mi abuelo volviera sin ser perseguido y que fuera reintegrado en Hacienda con todos sus derechos, nunca hemos sabido si Juan fue masón, me hubiera gustado que lo fuera, hoy día tengo gente de mi familia que son masones y que se han dirigido a los archivos de la masonería en Valencia buscando el rastro de mi abuelo, al parecer los archivos fueron trasladados a México para que no cayeran en manos de Franco y allí se perdió el rastro, otro misterio mas sin resolver por culpa del fascismo. Poco conocí a mi abuelo, pero su exilio, su defensa de la República, su militancia en el PSOE, fue para mi una leyenda y un ejemplo que debía seguir luchando por sus ideales, su muerte me alejó de él sin que pudiera realmente conocerle, pero siempre será un héroe para mi.

Mama debía marcharse lo antes posible, la policía vino a señalarle que estaba expulsada, cuando yo me marche estaba enseñando a los futuros ocupantes de lo que durante años fue mi casa, el ático, hacia frío, una pareja de recién casados visitaba y tenían un frío de muerte, como el que yo pase allí, los dos se sentaron abrazados y sacaron una botellita de coñac para calentarse, lo mismo que a veces teníamos que hacer nosotros, esta fue mi última visión de Lista.

Mi abuelo con sus dos hijas y su yerno
Loliña también se fue, se había hecho la querida de un arzobispo madrileño que la puso a dirigir uno de los numerosos burdeles que la Iglesia poseía, mama se fue de lo que fue su casa, se quedo sola, Ángel y su padre muertos, su taller desaparecido sin tener un sitio donde seguir ganándose la vida cosiendo, yo poco podía hacer por ella, mi padre continuaba teniéndome prisionera en Barcelona, no se arredró, nunca se dio por vencida y hasta el final de su vida trabajo para seguir adelante y fue una mujer libre que nunca se rindió a nadie, su valor era enorme, pronto su vida cambiaria y empezaría la historia que la llevó a Paris donde por fin nos reuniríamos

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