Mi amiga y yoAñadir |
Maivy y yo en la costa |
FINAL
DE VACACIONES Y OTRAS HISTORIAS SOBRE LA COSTA
MAMA Y YO EN LA COSTA |
Los
años pasaban y nos íbamos haciendo viejos, bueno no mucho pero la costa empezó
a cambiar llegaron los primeros turistas por toda la costa mediterránea y la
guardia civil tuvo que dejar de perseguir a las mujeres que se bañaban con bikini,
ya no teníamos que llevar faldita pero la pudibunderia no desapareció, recuerdo
que una vez que había gran oleaje tuve dificultades para salir, las olas me
revolcaban como una croqueta, vi que mi hermano Quique se tiro al agua y vino
hacia mi, pensé enternecida que venia a ayudarme, pero no, a cada vez que la
hola me tiraba el me hundía cada vez mas, ya harta le dije que me dejara salir,
pero nena, me dijo, el bañador se te ha bajado y enseñas las tetas, no puedes salir
así, le di un empujón y salí por mis propios medios luciendo mis bonitas tetas.
El turismo era una fuente de ingresos que durante los negros tiempos de la
dictadura salvaban el desastroso estado de las financias españolas, así que la
costa se rindió a las rubias y a los atléticos vikingos, eran los amos, gracias a ellos el régimen podía
continuar.
El autostop
estaba de moda, me lancé a las carreteras con amigas e incluso con una de las
jóvenes que nos servían, visitábamos los pueblos y calas y siempre había la emoción
de ver si alguien nos acogía, mas adelante me aventure por las autopistas
europeas en este medio de transporte tan económico. Cuando ya el tiempo que me
estaba impartido para disfrutar de la costa se acababa pude hacerme con una
tienda de campaña y con mis amigos recorrimos playas y montañas, en una de
nuestras excursiones haciendo autostop nos recogió un señor extranjero, yo había
visto en el mapa el camping donde quería ir, iba con dos de mis amigas, le di
la dirección al conductor que me pregunto varias veces si era allí donde queríamos
ir, yo persistí en mis intenciones y él nos condujo sin decir nada mas, al
llegar el guardián paró el coche y viendo que éramos tres típicas hispanas empezó
a gritar que allí solo se admitían a extranjeros, yo le conteste gritando que
no se podía negar a una española la entrada a un lugar de su país, los dos gritábamos
hasta que el conductor que reía escuchándonos le dijo al guardián, “déjalas
pasar, yo soy el propietario y quiero que se queden”, pasamos y nos dieron un
sitio para poner nuestra modesta tienda, yo por mi parte le dije al propietario
que no le agradecía nada, que puesto que no querían españoles allí nos iríamos
al día siguiente y que además denunciaría el caso a la guardia civil, el tío se
rió en mis narices diciéndome “aquí hacemos lo qué queremos, estamos en terreno
conquistado,” me dio una rabia….
Muchas
excursiones las hice con mi amiga Maivy, que cuando la familia le dejaba venia
a nuestro acogedor chalet, paseábamos y visitábamos los alrededores, un día mi
amiga me dijo que había quedado con unos chicos en Barcelona, mi padre no
estaba así que tomamos el tren y nos presentamos en la capital catalana al
final de la tarde, la cita era para el día siguiente, una vez allí nos dimos
cuenta de que no teníamos lugar donde dormir ella creía que yo tenia las llaves
de mi casa y yo creía que iríamos a la suya, tampoco teníamos dinero para
pagarnos un hotel, así que decidimos pasar la noche en blanco, tomamos un
autobús y estuvimos dando vueltas por Barcelona has que la línea cerró, después
fuimos a sentarnos a la Rambla de Cataluña donde había unas cómodas sillas,
elegimos dos para pasar la noche. Pronto nos dimos cuenta que las sillas servían
para que las putas tomaran el aire una vez acabadas sus faenas con los clientes,
salían de sus cómodos burdeles y se reunían en las Ramblas para comentar sus
peripecias amatorias, las oímos contar sus historias y reírse, muchas de sus
chacotas no las entendíamos, éramos niñas de buena familia y nunca nos habíamos
encontrado rodeadas de trabajadoras del sexo, me hubiera gustado que me tomaran
por una de ellas, pero no fue así, no hablaron ni bromearon con nosotras, desilusión,
cuando abrieron los cafés fuimos a desayunar, buscamos a nuestros amigos y por
la tarde volvimos a nuestra querida costa.
Para
acabar mis historias sobre mis vacaciones en una costa que ya no existe voy a
contar como salve al Titanic, Mary Dory, su hermano y yo debíamos viajar a
Alicante yo iba a pasar algunos días allí de fin de veraneo, como ya he dicho
la madre de mi amiga era pariente de Rosendo Silva, secretario de Juan March,
el ultimo pirata del mediterráneo y propietario de una compañía de navegación,
seguramente debido al parentesco nos harían
una rebaja en los pasajes, así que embarcamos en un buque de la Trasmediterránea,
se trataba de cargos que navegaban de noche y cargaban y descargaban durante el
día, así teníamos todo el día para visitar. La primera escala era en Tarragona
que no conocía, me gusto mucho la catedral que estaba en un estado lamentable,
pero me pareció bellísima, la segunda etapa fue en Valencia, paseamos por la
cuidad y les dije a mis amigos que allí tenia familia, Miguel Ángel, mi tío y
que podríamos ir a visitarlos, cruzamos uno de los hermosos puentes, el río
estaba seco como de costumbre y su cauce lleno de chavolas, los dos hermanos se
rieron de mi, “vaya con el famoso Turia, ni una gota de agua”, a mi me molesto
la chanza y puede que al río también, parados en el puente nos dimos cuenta de
que empezaba a llover, volvimos al buque antes de ponernos hechos una sopa, al día
siguiente al llegar a Alicante nos enteramos de la gran inundación que provocó
la lluvia que vimos nacer, el Turia se salio de madre, arrastro chavolas y
casas, volvió a su cauce primitivo que pasaba por el centro de Valencia, por la
calle da las barcas, fue una tragedia pero supongo que a nadie le quedarían
ganas de reírse de mi río, las divinidades son muy quisquillosas.
Al
barco que nos conducía le salve yo solita de una tragedia pareja al del Titanic
o del Costa Concordia. Durante el viaje conocimos a uno de los oficiales, era
muy joven y seguramente una cabeza un poco loca, cayó bajo el encanto y belleza
de mi amiga y se dedicaba a hacerle la corte, Mary dory se dejaba querer aunque
ya le había advertido que tenia novio formal, durante las noches nos reuníamos
las dos en el puente para gozar de su compañía, yo no hacia mas que figurar
como acompañante de la bella, y mientras ellos coqueteaban yo contemplaba las
estrellas y la costa que me parecía muy cercana, de pronto vi una enorme mole
hacia la cual el barco se acerca en línea
recta y deprisota, sin perder mi buen humor le dije al marino,”mira, me parece
que vamos a estrellarnos contra el cabo de San Antonio, a mi me da igual, nado
muy bien” el muchacho dejo de contemplar a mi amiga, miro hacia el cabo y se
puso pálido y tembloroso, “vamos directos, y soy yo el que gobierna el navío,
¡madre mía! Salio corriendo y se agarro al timón con desesperación, el barco
cambio de rumbo en el ultimo momento, pero pasamos rozando aquella mole. No digáis
nada a nadie de lo sucedido, nos pidió, no lo dijimos pero no creo que fuese la
persona mas idónea para dirigir un navío, lo cierto es que si no me doy cuenta
el barco se hubiera ido a pique y no se si el saber nadar me hubiera servido de
mucho. Aquí pongo punto final a mis aventuras veraniegas.
la riada de valenciaLa riada de Valencia
la riada de valenciaLa riada de Valencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario