jueves, 14 de febrero de 2008

ALICANTE



mis hermanos y yo en el puerto de Alicante

ALICANTE

Por fin dejé la clínica y Madrid, tardaría largos años en volver, salvo un esporádico viaje a la muerte de mi abuelo, cerca de cuarenta años pasaron antes de que volviera a la capital, y fue para manifestar por la República y contra el olvido de nuestras victimas.
Me llevaron a Alicante, mi padre había sido destinado allí otra vez, como pidió, lavado de las acusaciones que pesaron sobre él, no se cuales, no nos lo quiso decir nunca, lo que si se dijo es que con él fue inculpado alguien de influencia y eso llevó a que se retiraran los cargos de los dos.

Yo ya conocía la casa de Alicante, estuve allí pasando algunos días cuando vivía con mi madre, recuerdo que me enviaban sola hasta esa ciudad, una de las veces me metieron en un avión con todo un equipo de fútbol que iba a jugar a Alicante, eran amigos de Ricardo, el hermano de Ángel, fue un viaje divertido pero breve.

Mi padre tenia alquilado un piso delante del mar, primero estaba la playa, a continuación la estación de un ferrocarril de vía estrecha con una pasarela, enfrente estaba la terraza del piso, si nos levantábamos temprano podíamos ver salir el sol sobre el mar, antes de acostarnos podíamos ver como la Luna rielaba sobre el mar siempre tranquilo, un paraíso para los sentidos, pero en la familia seguía el infierno.

Lo primero que me encontré al llegar allí fue a mi abuela Milagros, mi padre me dijo que como la tata no podía ocuparse de nosotros ella viviría allí y dirigiría la casa, eso era lo que le había prometido para que denunciase a su hija como adúltera. Como de costumbre no dije nada, trate a mi abuela con gran educación, no en vano había frecuentado buenos colegios, esperé hasta que nos encontramos solas, recuerdo que esperábamos el ascensor y ella muy sonriente me dio las gracias por mi acogida, le conteste que eso se debía a que esperaba que su estancia fuera breve entre nosotros, pero que si no se iba rápidamente le haría la vida imposible, mi abuela debió intuir mi mala leche porque tres días mas tarde se marchó, sin retorno, también pasaron largos años antes de que la volviese a ver.

Antes de que pudiese integrarme en la vida familiar tuve que pasar por un purgatorio, mi padre estaba obsesionado por la tuberculosis, la había padecido de joven, así que me dijo que debía reposarme algún tiempo hasta ver si estaba completamente curada, le daba aprehensión tenerme en su casa, ese fue seguramente el motivo de tenerme tanto tiempo en la clínica.

Me llevaron a Alcoy, cerca de Alicante, a un especie de sanatorio o casa de reposo para personas mayores, la mas joven era yo, me aburría como una ostra, nadie venia a verme y poco hablaba con los que poblaban aquel sitio, alguna vez vino un empleado de hacienda para preguntarme si necesitaba algo, mi padre le enviaba para no tener que venir él.  Aquel lugar se llamaba la Font´Roiga, estaba en una montaña que domina Alcoy, yo tenia una habitación con terraza desde donde podía ver pasar las nubes mas bajas que nosotros, era un poco como volar, procuraba leer todo lo que pasaba por mis manos, recuerdo que era el momento de la guerra de Corea y los comentarios eran de que pronto los Usa darían una paliza a los norcoreanos y a continuación invadirían China, acabando así con aquel maldito país comunista, naturalmente yo era del parecer contrario y si lo decía me miraban como si fuese un monstruo, tal vez lo era para ellos.

Por fin mi tiempo de penitencia se acabó, me instale en mi habitación del apartamento de Alicante, que era grande, bonita, y tenia un preciosa vista sobre la torre de la Colegiata y el castillo que domina el puerto, lo recuerdo muy bien ya que estuve encerrada allí algunas veces como castigo, sin poder ver a nadie, como de costumbre. La verdad es que estaba muy bien instalada, papa me compro una habitación completa de pino claro con colcha y cortinas de cretona de flores como estaba de moda, me gustaba y fue donde dormí durante algunos años, demasiados, hasta mi exilio, después mi padre y su segunda esposa se deshicieron de ella en Barcelona y acabo heredándola una de las amantes de mi hermano Quique.

La manía de vigilar mi posible tisis no desapareció de la mente de mi padre, casi dos veces al mes me llevaba al médico paraque explorara mis pulmones, me metían detrás de la pantalla y mi padre departía con el medico que le iba señalando los puntos de mis sanísimos pulmones, yo recibía una dosis enorme de rayos X, ellos también ya que le exploración duraba un buen rato, en aquella época no se sabia que los rayos X eran nocivos, podían dar cáncer, como lo supe yo, no recuerdo, lo debí leer en cualquier parte, siempre me ha interesado la ciencia, así que le dije a mi padre que no pensaba prestarme a mas exploraciones ni arrastrada, hizo caso de mis explicaciones mas o menos científicas y el miedo de tener un cáncer le hizo cesar nuestras visitas al doctor. Casi un año después supimos que había contraído cáncer y sabiendo que era incurable se suicido, lo sentí, era joven y agradable, eso confirmó lo que yo sabia y así se lo hice saber a mi padre, que me gratifico con una des sus miradas asesinas pero dejo tranquilos mis pulmones, nunca mas he vuelto a pasar por la pantalla.


En cuanto llegue mi padre me dijo que debía ocuparme de la casa, del servicio, de mis hermanos y decir lo que debíamos comer cada día y tomar la cuenta a las criadas, teníamos dos o tres. Después de que me explicara los deberes de una ama de casa que me incumbían le dije tranquilamente que yo no estaba allí con él por mi voluntad y que nunca conseguiría que me ocupase de nada, que aquella no era mi casa y que nunca lo seria, mi casa era la de mi madre y no la suya, mi convicción debía ser grande porque no me echo ninguna bronca ni me encerró como solía hacer ya desde los tiempos de Castellón.

Fracasado su plan de tenerme como señora y ama se busco a alguien que se ocupara de la casa y de mis hermanos, mi abuela estaba con su hijo Paco, pero su mujer Maria Luisa estaba embarazada de su ultima hija Olga y no podía soportar a mi abuela, que había perdido la cabeza debido a su derrame cerebral, volvió con nosotros pero vivía encerrada en su habitación y no salía mas que para cubrir de improperios a las sirvientas, como siempre había hecho.
 Así entro en nuestras vidas el profesor, no se como mi padre encontró ese hombre que tanto se ocupó de nosotros, daba lecciones a mis hermanos después del colegio, y pronto se ocupo de todo, era también secretario de mi padre, se ocupaba de la salud de mi abuela y de entendérselas con nuestras criadas, no se si les tomaba las cuentas, yo lo hice algún tiempo como única concesión, hasta que me rebele, como me decía hace unos días su hija Mary Dory que se convirtió en mi mejor amiga. Hasta mi rebelión tuve que pasar el mal trago de escribir lo que las pobres mujeres habían comprado y los precios, muchas de ellas no sabían leer y porque olvidaban los precios o por otras razones las cuentas nunca cuadraban, era un tormento, mi amiga me ayudaba a esta tarea y tampoco lo ha olvidado, en el próximo capitulo hablare de Don José, de Arely su esposa y de sus hijos, sobre todo de Mary Dory, mi amiga.

Quique en la terraza, detras la pasarela sobre el tren

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