viernes, 8 de febrero de 2008

BARCELONA ES BONA



BARCELONA ES BONA

Nos instalamos en Barcelona, atrás quedo Alicante sus palmeras, sus horchatas, los amigos, los amores y las playas, pase malos momentos pero también otros fueron buenos, creo que la amistad de los Peón fue lo mejor que encontré allí.

Mi padre había ido antes que nosotros para buscar alojamiento, fue trasladado con algunos otros funcionarios de hacienda, los Rivas, los Llinas y alguno mas, todos estuvieron en el Hotel Condal y gozaron de los placeres que ofrece la noche Barceloni antes de que sus mujeres les recuperaran, papa había alquilado un gran piso en el Paseo de Gracia, hacia esquina con la calle Buenavista y daba sobre los jardincillos del final del paseo, teníamos también una deliciosa vista del gran monolito, en aquel tiempo dedicado a la victoria fascista que hizo que aquella plaza la llamasen el cinco de oros, cuando muchos años después fue retirada la estatua que coronaba el fascismo yo estaba allí, lo que hicimos alguna vez los antifascistas fue poner algún petardo que no dañó para nada la importante mole.

La casa que ocupábamos la llamaban por aquel entonces “la casa de Manolete” ya que al parecer fue el quien la mando construir, nada mas llegar mis hermanos empezaron a ir al colegio de los curas, los mismos de Alicante, no se si allí también intentaron abusar de Quique, para mi el que encontró se llamaba de las damas negras, no por el color de su piel sino por la negrura de sus hábitos, daban miedo, no estuve mucho tiempo, me harte y le dije a mi padre que no quería ir mas, así que me quede en casita siguiendo mi formación autodidáctica, recuerdo que me puso un profesor que tampoco duro mucho, Mary Dory habia venido a pasar unos días con nosotros y las dos le tomábamos el pelo, era un joven y bastante tímido, así que nos dejó tranquilas.

Uno de los compañeros de mi padre, inspector de Hacienda como él, tenia una hermana y nos hicimos muy amigas, no teníamos la misma edad, ella era mas mayor que yo, había tenido novio unos años antes pero enfermó de tuberculosis y aunque curó su enamorado la dejó plantada, vivía con su madre y su hermano las mantenía a las dos pero a ella la tenia también al servicio de su mujer y sus hijos, su madre no la dejaba salir mucho ya que le decía que debía estar a la disposición de su cuñada, aun así lo pasábamos bien con algún grupo de amigos, íbamos al cine, y a mi se me ocurrió montar partidas de póquer en un bar céntrico de la capital, sin dinero, pero cuando se dieron cuenta de nuestra timba nos echaron con cajas destempladas.

En aquellos tiempos una joven de buena familia no podía volver a casa mas allá de las 10 de la noche, con lo cual nos perdíamos lo mejor de los paseos nocturnos, así que se nos ocurrió una estratagema para tener algo mas de libertad, no se de quien fue la idea si de Maivy o mía pero el caso fue que nos apuntamos a las adoradoras del santísimo sacramento, se trataba de pasar algunas horas por semana en una capilla donde iban a pasar la noche monjas y seglares para acompañar la hostia, así que la familia quedó encantada al vernos tan devotas y nosotras podíamos pasar parte de la noche fuera paseando con amigos y reuniéndonos en los bares de moda, al principio íbamos a la capilla para hacer acto de presencia, cuando vimos que nadie controlaba no volvimos por allí.

También aprovechamos la vena religiosa de la familia para que nos pagaran a Maivy y a mi un viaje a Lourdes,  el santuario no nos interesaba para nada pero era un viajecito a Francia lejos de la familia, hicimos un poco de turismo y vimos  a los que esperaban curarse gritar y arrastrarse delante de la cueva, la superstición no tiene límites, un recuerdo de ese viaje fue la impresión que tuve al ir a las toilettes en Tarbes, me quede sin saber que hacer, eran a la turca y nunca había visto eso, por fin pude hacer pipi, pero me costó.

Por aquella época se sitúa mi primer viaje a Paris, mi amiga y yo frecuentábamos la academia Berlitz para estudiar francés e incluso ingles, nos propusieron un curso de dos semanas en Paris para practicar el idioma y no se como convencimos a la familia de que nos lo pagaran, así que nos fuimos a la capital francesa. El viaje debía ser barato ya que nos alojaban en una casa para jóvenes, dormíamos por el suelo, en colchones y nos tapábamos con mantas no muy limpias, pero el ambiente era formidable, había jóvenes de toda Europa, el grupo de españoles hacíamos buenas migas con los alemanes que nos acompañaban a Maivy y a mi por todas partes, un día un holandés nos invitó a las dos a un café, era para decirnos que los jóvenes europeos nos criticaban por nuestra amistad con los teutones, nos explico que todos eran de países que habían sufrido mucho durante la guerra y no querían saber nada de los alemanes. Le dije que comprendía su punto de vista pero que no pensábamos dejar tirados a nuestros amigos, ellos, como yo, habíamos nacido después de la carnicería, y no teníamos nada que ver, también hay que decir que nuestros amigos eran guapísimos.

Francia estaba en plena guerra de Argelia, este país había sido colonizado por los franceses en el siglo 19 y trataban a los argelinos como esclavos, los terratenientes poseían todas las tierras donde plantaban viñas, el negocio era redondo, la mano de obra era gratis, no necesitaban mas que un látigo para hacer trabaja a los que fueron los dueños de la tierra y del país, a eso llamaban llevar la cultura y la civilización francesa a los pueblos que oprimían.  Al final de la guerra Europea los argelinos que se habían batido contra los alemanes con el ejercito francés, manifestaron para pedir algunos derechos, el resultado fue una matanza espantosa perpetrada por los colonizadores, tanto civiles como militares. Así empezó una guerra de liberación nacional que llevo a la independencia de este país mediterráneo.

En España no sabíamos gran cosa de este asunto, como de tantas otras cosas que sucedían en Europa, recuerdo haberme enterado por primera vez del conflicto argelino por un articulo en que un periodista a la bota del fascismo español decía que si en Francia hubiese un régimen como el español no hubiera habido guerra y que todo era el resultado de la maldita democracia. Cuando llegamos a París la guerra estaba en su apogeo, pero allí no se notaba mucho, en nuestros paseos por el barrio latino veíamos restoranes árabes destrozados por algún bombazo, nos decían que eran los argelinos que se peleaban entre si. Quizás también fuera una manera de la policía francesa de eliminar gente comprometida con el FLN. Recuerdo que ya entrada la noche volvíamos andando desde San Michel a nuestro dormitorio, los policías nos seguían armados de metralletas, éramos un nutrido grupo, pero fui yo quien harta de verlos detrás nuestro me encare con ellos y les pregunte porque nos vigilaban así, fueron muy educados, se dieron cuenta de que éramos unos jóvenes inofensivos y nos dijeron que los tiempos eran peligrosos y que nos seguían para protegernos, no me lo creí mucho, pero nos dejaron tranquilos.

Fuimos en la capital francesa los perfectos turistas, visitamos todo lo visitable, hasta las tres tumbas de Jean Jaques Rouseau, precisamente nuestro dormitorio y cantina estaba ubicado en el edificio donde él vivió, en uno de los miserables cuartuchos que componían nuestro albergue, fue siempre pobre y el mayor enemigo de reyes y curas, era la bestia negra de los reaccionarios españoles que nos metían en nuestras cabecitas todo el mal que había hecho el hombre que escribió “El Contrato Social”, siempre le he admirado, como filosofo y como escritor, fue la gloria del siglo de las luces y yo viví en su casa, una maravilla.

Visitamos el Moulin Rouge,  el Folies Bergere, eran espectáculos a base de mujeres desnudas, nunca visto por los jóvenes españoles que saltaban en sus asientos de pura excitación, también asistimos a un Strptis, las mujeres que se desnudaban eran más bien viejas y gordas, un asco, pero gustó mucho a nuestros acompañantes ibéricos. Nos paseábamos por el mercado de les Halles, el gran vientre de Paris, nuestra residencia estaba muy cerca y cuando atravesábamos el mercado poco podía imaginarme que dentro de pocos años viviría allí y que el ruido de las diablas, las carretillas del mercado con ruedas de metal, no me dejarían dormir, ni a mi ni a mi hija Eva recién nacida, pero aquellos próximos años aun estaban lejos, yo era una turista en la ciudad donde mas tarde se desarrollaría gran parte de mi vida, quizás la mas importante.

El viaje se terminó, volvimos a Barcelona donde me encontré con el drama del suicidio  de mi prima, que ya he contado en la sección dedicada a mi familia, en Paris no me había enterado de nada y cuando llegué todo estaba consumado, nunca sabré si yo hubiera podido hacer algo por ella, por algún tiempo me convertí en una resucitada, un fantasma, en el barrio todos creían que era yo la que había saltado por la ventana y era curioso ver el horror con que me miraban, tenia que explicarles que estaba viva y dispuesta a continuar mi historia, triste final de un viaje.



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