BARCELONA
ES BONA
Nos
instalamos en Barcelona, atrás quedo Alicante sus palmeras, sus horchatas, los
amigos, los amores y las playas, pase malos momentos pero también otros fueron
buenos, creo que la amistad de los Peón fue lo mejor que encontré allí.
Mi
padre había ido antes que nosotros para buscar alojamiento, fue trasladado con
algunos otros funcionarios de hacienda, los Rivas, los Llinas y alguno mas,
todos estuvieron en el Hotel Condal y gozaron de los placeres que ofrece la
noche Barceloni antes de que sus mujeres les recuperaran, papa había alquilado
un gran piso en el Paseo de Gracia, hacia esquina con la calle Buenavista y
daba sobre los jardincillos del final del paseo, teníamos también una deliciosa
vista del gran monolito, en aquel tiempo dedicado a la victoria fascista que
hizo que aquella plaza la llamasen el cinco de oros, cuando muchos años después
fue retirada la estatua que coronaba el fascismo yo estaba allí, lo que hicimos
alguna vez los antifascistas fue poner algún petardo que no dañó para nada la
importante mole.
La casa
que ocupábamos la llamaban por aquel entonces “la casa de Manolete” ya que al
parecer fue el quien la mando construir, nada mas llegar mis hermanos empezaron
a ir al colegio de los curas, los mismos de Alicante, no se si allí también
intentaron abusar de Quique, para mi el que encontró se llamaba de las damas
negras, no por el color de su piel sino por la negrura de sus hábitos, daban
miedo, no estuve mucho tiempo, me harte y le dije a mi padre que no quería ir
mas, así que me quede en casita siguiendo mi formación autodidáctica, recuerdo
que me puso un profesor que tampoco duro mucho, Mary Dory habia venido a pasar
unos días con nosotros y las dos le tomábamos el pelo, era un joven y bastante
tímido, así que nos dejó tranquilas.
Uno de
los compañeros de mi padre, inspector de Hacienda como él, tenia una hermana y
nos hicimos muy amigas, no teníamos la misma edad, ella era mas mayor que yo,
había tenido novio unos años antes pero enfermó de tuberculosis y aunque curó su
enamorado la dejó plantada, vivía con su madre y su hermano las mantenía a las
dos pero a ella la tenia también al servicio de su mujer y sus hijos, su madre
no la dejaba salir mucho ya que le decía que debía estar a la disposición de su
cuñada, aun así lo pasábamos bien con algún grupo de amigos, íbamos al cine, y
a mi se me ocurrió montar partidas de póquer en un bar céntrico de la capital,
sin dinero, pero cuando se dieron cuenta de nuestra timba nos echaron con cajas
destempladas.
En
aquellos tiempos una joven de buena familia no podía volver a casa mas allá de
las 10 de la noche, con lo cual nos perdíamos lo mejor de los paseos nocturnos,
así que se nos ocurrió una estratagema para tener algo mas de libertad, no se
de quien fue la idea si de Maivy o mía pero el caso fue que nos apuntamos a las
adoradoras del santísimo sacramento, se trataba de pasar algunas horas por
semana en una capilla donde iban a pasar la noche monjas y seglares para
acompañar la hostia, así que la familia quedó encantada al vernos tan devotas y
nosotras podíamos pasar parte de la noche fuera paseando con amigos y
reuniéndonos en los bares de moda, al principio íbamos a la capilla para hacer
acto de presencia, cuando vimos que nadie controlaba no volvimos por allí.
También
aprovechamos la vena religiosa de la familia para que nos pagaran a Maivy y a
mi un viaje a Lourdes, el santuario no
nos interesaba para nada pero era un viajecito a Francia lejos de la familia,
hicimos un poco de turismo y vimos a los
que esperaban curarse gritar y arrastrarse delante de la cueva, la superstición
no tiene límites, un recuerdo de ese viaje fue la impresión que tuve al ir a
las toilettes en Tarbes, me quede sin saber que hacer, eran a la turca y nunca
había visto eso, por fin pude hacer pipi, pero me costó.
Por
aquella época se sitúa mi primer viaje a Paris, mi amiga y yo frecuentábamos la
academia Berlitz para estudiar francés e incluso ingles, nos propusieron un
curso de dos semanas en Paris para practicar el idioma y no se como convencimos
a la familia de que nos lo pagaran, así que nos fuimos a la capital francesa.
El viaje debía ser barato ya que nos alojaban en una casa para jóvenes,
dormíamos por el suelo, en colchones y nos tapábamos con mantas no muy limpias,
pero el ambiente era formidable, había jóvenes de toda Europa, el grupo de
españoles hacíamos buenas migas con los alemanes que nos acompañaban a Maivy y
a mi por todas partes, un día un holandés nos invitó a las dos a un café, era
para decirnos que los jóvenes europeos nos criticaban por nuestra amistad con
los teutones, nos explico que todos eran de países que habían sufrido mucho
durante la guerra y no querían saber nada de los alemanes. Le dije que
comprendía su punto de vista pero que no pensábamos dejar tirados a nuestros
amigos, ellos, como yo, habíamos nacido después de la carnicería, y no teníamos
nada que ver, también hay que decir que nuestros amigos eran guapísimos.
Francia
estaba en plena guerra de Argelia, este país había sido colonizado por los
franceses en el siglo 19 y trataban a los argelinos como esclavos, los
terratenientes poseían todas las tierras donde plantaban viñas, el negocio era
redondo, la mano de obra era gratis, no necesitaban mas que un látigo para
hacer trabaja a los que fueron los dueños de la tierra y del país, a eso
llamaban llevar la cultura y la civilización francesa a los pueblos que
oprimían. Al final de la guerra Europea
los argelinos que se habían batido contra los alemanes con el ejercito francés,
manifestaron para pedir algunos derechos, el resultado fue una matanza
espantosa perpetrada por los colonizadores, tanto civiles como militares. Así
empezó una guerra de liberación nacional que llevo a la independencia de este
país mediterráneo.
En
España no sabíamos gran cosa de este asunto, como de tantas otras cosas que
sucedían en Europa, recuerdo haberme enterado por primera vez del conflicto
argelino por un articulo en que un periodista a la bota del fascismo español
decía que si en Francia hubiese un régimen como el español no hubiera habido guerra
y que todo era el resultado de la maldita democracia. Cuando llegamos a París
la guerra estaba en su apogeo, pero allí no se notaba mucho, en nuestros paseos
por el barrio latino veíamos restoranes árabes destrozados por algún bombazo,
nos decían que eran los argelinos que se peleaban entre si. Quizás también
fuera una manera de la policía francesa de eliminar gente comprometida con el
FLN. Recuerdo que ya entrada la noche volvíamos andando desde San Michel a
nuestro dormitorio, los policías nos seguían armados de metralletas, éramos un
nutrido grupo, pero fui yo quien harta de verlos detrás nuestro me encare con
ellos y les pregunte porque nos vigilaban así, fueron muy educados, se dieron
cuenta de que éramos unos jóvenes inofensivos y nos dijeron que los tiempos
eran peligrosos y que nos seguían para protegernos, no me lo creí mucho, pero
nos dejaron tranquilos.
Fuimos
en la capital francesa los perfectos turistas, visitamos todo lo visitable,
hasta las tres tumbas de Jean Jaques Rouseau, precisamente nuestro dormitorio y
cantina estaba ubicado en el edificio donde él vivió, en uno de los miserables
cuartuchos que componían nuestro albergue, fue siempre pobre y el mayor enemigo
de reyes y curas, era la bestia negra de los reaccionarios españoles que nos
metían en nuestras cabecitas todo el mal que había hecho el hombre que escribió
“El Contrato Social”, siempre le he admirado, como filosofo y como escritor,
fue la gloria del siglo de las luces y yo viví en su casa, una maravilla.
Visitamos
el Moulin Rouge, el Folies Bergere, eran
espectáculos a base de mujeres desnudas, nunca visto por los jóvenes españoles
que saltaban en sus asientos de pura excitación, también asistimos a un
Strptis, las mujeres que se desnudaban eran más bien viejas y gordas, un asco,
pero gustó mucho a nuestros acompañantes ibéricos. Nos paseábamos por el
mercado de les Halles, el gran vientre de Paris, nuestra residencia estaba muy
cerca y cuando atravesábamos el mercado poco podía imaginarme que dentro de
pocos años viviría allí y que el ruido de las diablas, las carretillas del
mercado con ruedas de metal, no me dejarían dormir, ni a mi ni a mi hija Eva
recién nacida, pero aquellos próximos años aun estaban lejos, yo era una
turista en la ciudad donde mas tarde se desarrollaría gran parte de mi vida,
quizás la mas importante.
El
viaje se terminó, volvimos a Barcelona donde me encontré con el drama del
suicidio de mi prima, que ya he contado
en la sección dedicada a mi familia, en Paris no me había enterado de nada y
cuando llegué todo estaba consumado, nunca sabré si yo hubiera podido hacer
algo por ella, por algún tiempo me convertí en una resucitada, un fantasma, en
el barrio todos creían que era yo la que había saltado por la ventana y era
curioso ver el horror con que me miraban, tenia que explicarles que estaba viva
y dispuesta a continuar mi historia, triste final de un viaje.
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