BARCELONA
Y MI MADRE
Agatha Christie inspiradora de cualquier crimen |
Ya instalados
en Barcelona mi madre continuó viniendo a vernos siempre que podía, el problema
es que allí no podíamos contar con el apoyo de la familia Peon, que había
facilitado nuestras reuniones convirtiéndolas en unos días de alegría, ahora estábamos
solos, no teníamos a nadie para ampararnos pero seguimos los cuatro juntos, mi
madre, mis hermanos y yo haciendo la misma vida que en Alicante, paseándonos y reuniéndonos
en cafés sin pensar en escondernos, pero aquello no podía durar, mi siniestra
familia estaba dispuesta a acabar con la alegría de unos hijos que desean estar
con su madre, así eran.
Busqué
para mi madre una modesta pensión situada entre las Ramblas y la plaza de
Cataluña, se llamaba la pensión 43, allí vino durante el tiempo que pasé en
Barcelona, antes de que tuviéramos que marchar a Francia, primero ella, después
yo. La pensión era agradable y limpia, los propietarios eran un español y un francés,
no se si eran pareja, pero sabían acoger a la gente, y terminamos siendo los
mejores amigos del mundo, allí se alojo también mi abuelo en un viaje que hizo
a Barcelona, y también mi tía Maria Luisa, cuando vino a ver a sus hijos, ya
contaré como fue.
Un
recuerdo de la calle que llevaba a la pensión me ha quedado grabado, mi madre y
yo íbamos por la acera cuando sin saber porque la empuje contra una puerta, un
coche se estrello por donde andábamos, no se como pude darme cuenta de que se
tiraba sobre nosotras, aquel día volvimos a nacer.
Estábamos
tan contentos, estábamos juntos, mama nos acompañaba por el Paseo de Gracia
hacia nuestro piso que estaba al final, no cruzaba la diagonal para no darse de
narices con mi padre, pero un día vimos a mi tío Fernando a la altura de la
calle Valencia, donde vivía, el también nos vio, le dije a mi madre que correría
a decirle a su hermano que estaba con nosotros, mama decidió coger el toro por
los cuernos y fue a saludarle, también la saludo él muy amable, a nosotros nos
dedico una media sonrisa irónica. Enseguida le dije a mi madre que habría
complicaciones, mama era aun un poco ingenua, o bien quería tranquilizarnos, nos
dijo que estaba segura de que nada diría a mi padre, yo no lo estaba.
Cuando
llego mi padre a casa a la hora de cenar ya estaba enterado del asunto, me pego
cuatro gritos y me dijo que nunca mas volveríamos a ver a mi madre, y me encerró
en mi habitación, como ya había hecho en Alicante, me dijo que no saldría hasta
que él lo decidiera, después se marcho a sus juergas nocturnas, putas o
queridas, como cada noche.
No estaba
encerrada con llave así que en vez de estarme quietita me fui al recibidor a
esperarle, cuando vino de madrugada quedo sorprendido de verme, yo le expliqué
tranquilamente que mis hermanos y yo seguiríamos viendo a mi madre cuando quisiésemos,
naturalmente se rió de mi y me dijo que me fuera a mi habitación calladita, no
lo hice, me encaré con él y le notifique que la historia de sus encierros se había
acabado, que si seguía castigándonos y privándonos de ver a mi madre le mataría.
Se quedo sin habla, yo le dije que como él sabia era gran lectora de novelas policíacas,
Agata Christie sobre todo, y que conocía cantidad de métodos para asesinarle,
que no le decía ni cuando ni como, pero que lo conseguiría cuando menos se lo
esperara. Mi poder de convención y mi mala leche debían ser grandes, además yo
estaba convencida de lo que le decía y de que lo haría, así lo comprendió. Me
dijo de ir a costarme y que al día siguiente podríamos seguir viendo a mi madre
cuando quisiésemos y así fue durante los años que estuvimos en Barcelona, no
tuvimos que escondernos más.
El
sadismo de mi tío denunciando a mi madre sirvió para que estuviéramos juntos
sin problema, pero yo nunca se lo perdoné, por su culpa tuve que amenazar de
muerte a mi padre, y además con la convención de que lo haría, se portó con
nosotros como lo que era, un fascista redomado que quiso castigar a mi madre
por ser guapa, joven y libre, todo lo contrario de su santa esposa.
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