MI FAMILIA DE
VALENCIA
Estando en
Alicante mi padre me dijo que debía ir a Valencia a casa de su hermano
Francisco, tío Paco, no era la primera vez que volvía a mi tierra natal después
de salir de ella, mis hermanos con mi padre íbamos de vez en cundo para
participar a los festejos de las Fallas, la verdad es que el follon de la
quemada, el olor de pólvora de las tracas y los fuegos de artificio me
encantaba, una vez me vistieron de valenciana, recuerdo que así disfrazada asistí
al típico desfile de las burguesitas falleras, ataviadas con sus ricos trajes,
eran carísimos, el mío fue alquilado, como el de mi primera comunión, mi padre
se resistió siempre a pagar nuestras ropitas, después del desfile que duraba
horas, hacían un tapiz floral en la puerta de la catedral y allí íbamos toda la
familia para cantar el himno a Valencia, un himno oficial ya que creo que el
tradicional estaba prohibido, como todo.
Esta vez fui
sola, el motivo es que mis tíos habían tenido una niña, Olga, la ultima de sus 5
hijos, seguramente habían agotado sus relaciones familiares y decidieron
nombrarme madrina, la verdad es que esta importante función nunca la ejercí,
pero asistí al bautizo, mi compadre no recuerdo quien fue. A mi tío ya le
conocéis, fue el militar que paso la guerra prisionero en las Torres de Cuarte
y no fue fusilado como golpista gracias a mi abuelo, después tuvo que apuntarse
a la División Azul.
La historia de
esta familia fue trágica, ya la contare, cuando fui a Valencia vivían en un céntrico
apartamento, eran viviendas para militares de carrera, mi tío tenían un
ordenanza, es decir un soldado raso que estaba a su servicio, lo que mas hacia
este sirviente era, a parte de limpiar los zapatos y botas de mi tío, ayudar a
mi tía Maria Luisa en sus labores domésticas, también hacia de niñera, yo
acompañaba a mis primos al paseo, el ordenanza venia con nosotros, así yo podía
leer tranquila, mientras los niños jugueteaba, fue allí donde pude leer un
libro que explicaba toda la tetralogía de Wagner, me emociono poder poner
palabras a la música que tanto placer me daba, también me enamore de un
magnolio que se erguía en el centro de la plazuela, era enorme y sus raíces
entremezcladas se abrazaban y podían hacer pensar en algún animal
prehistórico, hubiese querido trepar por
sus ramas, no parecía difícil, pero pensé que una señorita, ya no era una niña,
no podía permitirse ciertos excesos. Cincuenta años mas tarde volví al pequeño
parque, el árbol seguía allí, se lo enseñe a mi hijo y a mi me produjo el mismo
efecto, el deseo de trepar, pero una señora de mi edad no podía permitírselo,
así que me despedí de mi árbol con melancolía.
Mi tía Maria
Luisa, esposa de Paco, era muy guapa, nacida en las islas Canarias, siempre sostuvo
que ella era guanche y odiaba a los españoles que exterminaron los habitante de
aquellas islas. Su hija Maria Luisa era mas joven que yo, también era muy
guapita y su madre no dejaba de decírselo, según ella su hija se casaría con
alguien rico e importante, así se lo decía a la niña, cuando paseábamos juntas
nos decía que todos los jóvenes miraban a su hija, quizás fuese cierto, a mi me
traía sin cuidado, pero seguramente tuve un poco envidia de su reconocida
belleza, hoy día me avergüenzo de ello debido a la espantosa tragedia que los
envolvió a todos.
Mi tía aprovechó
mi presencia para que le ayudase a cuidar al bebe, Olga, mi ahijada, yo me
sentaba al lado de su cuna y le contaba cuentos y le hablaba de lo que nos
rodeaba, mis tíos se reían de mi diciendo que la recién nacida no podía
entenderme, lo mismo me pasó mas tarde con mis hijos, desde que nacían hablaba
con ellos y les explicaba muchas cosas, hasta la marcha de los planetas, la
gente me tomaban por tonta hasta que poco después Mme Dolto vino a darme la razón,
esta eminente sicóloga infantil, sus trabajos sobre la primera infancia han
cambiado la manera de tratar a los bebes, llegó a la conclusión que desde que
nacen los pequeños tienen capacidades para entenderlo todo.
Mi tía me contó
algunas cosas de su vida, nunca lo he olvidado, me impresiono, seguramente no podía
contar a sus amigas lo que a mi me decía, como ya he dicho tuvieron 6 hijos
pero debía haber tenido mas, si no fue caso era debido a sus continuos abortos,
me dijo que había hecho 14, todos provocados y por ella sola, el abortar estaba
prohibido, podía llevar a la cárcel, así que la pobre hacia lo que podía, se metía
en el water y con ramas de perejil, sondas u otros artilugios conseguía abortar
sola y en medio de grandes dolores. Su marido no debía saberlo, para él era
pecado, cuando ella le suplicaba que tomara precauciones le contestaba que dios
estaba contra y su confesor se lo prohibía, así que mi tía seguía sufriendo
sola y su marido encantado sin tener que hacer nada. Cuento esta historia
porque me parece que explica parte de lo que luego vivieron, el hecho de que
cada vez que mi tío bebía sacaba su pistola de servicio y quería matarle
también debió influir en lo que le sucedió a aquella familia.
Estando en
Valencia aproveché para ver a mi otro tío que allí vivía, se trata de Miguel Ángel,
hermano de mi madre, el mas pequeño, casado con Charo a la que conocí durante
su viaje de bodas a Madrid, yo no apreciaba a mi tío pero fui a verle para
contentar a mi madre y para mostrar a la familia de mi padre no olvidaba a los
hermanos de mi madre. Yo no apreciaba mucho a mi tío, lo conocía muy poco pero
lo único que recordaba de él es que siendo una niña de 7 años subíamos juntos
en un ascensor y aprovechó para tocarme el culo, no dije nada, avergonzada como
suele pasar en estos casos, pero le guarde un rencor profundo, el caso es que
como yo tenia fama de leer como una descosida mi tío aprovechó mi estancia en
Valencia para prestarme una novela que había publicado en una colección de
relatos del salvaje oeste, la obrita era muy mala y así se lo dije, debió
sentarle mal ya que creo que dejo de lado la literatura, yo me alegré de mi
pequeña venganza, pero la novelita era malísima, podéis creerme, no volví a ver
aquella familia hasta que mi tío apareció en Paris muchos años después, ya contare
para que.
No tarde en
volver a Alicante, pronto dejaría también esta ciudad definitivamente, como
siempre me llevaban de un lado al otro como un bulto, sentí dejar mis
amistades, mi mar y mis palmeras, en el próximo capitulo haré mis adioses.
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