lunes, 24 de noviembre de 2008

EL TALLER DE MI MADRE



EL TALLER DE MI MADRE

Mi madre seguía cosiendo para ganarse la vida, la de ella y la mía, mi padre no nos daba un céntimo, las cosas le iban muy bien, tenia una clientela importante, señoras de la alta sociedad fascista y aristócratas tales como la duquesa de Bailen, su nombre me gustaba, me recordaba la famosa batalla, un día se presento una clienta, la condesa de Quintanilla, creo que ya era clienta de mi madre, iba acompañando a una amiga que no presento a mi madre y que deseaba que le hiciera un traje, mi madre le tomo las medidas con amabilidad, la desconocida empezó a ponerse nerviosa y termino diciendo a su amiga, “ mira ves al Pardo y dile a mi padre que necesito que me mande un coche para volver a casa”, mama sin darse por enterada termino sus pruebas y despidió a las dos individuas que no aparecieron mas por allí, la desconocida era Carmencito, la hija del asesino del Pardo y marcho furiosa al ver que mi madre no quiso reconocerla ni echarse a sus pies presa de emoción incontenible, como esperaba, mama se reía al acordarse de esa historia.

El taller era importante, tenia mas de 10 modistillas, ofíciala primera, ofíciala segunda y primeras y segundas manos, también había las aprendidas, las mas jovencillas, casi de mi edad y con las que hacia muy buenas migas, así se llamaban las jóvenes empleadas en talleres, todas eran alegres, cantaban, contaban historias y oíamos los folletones radiofónicos, que nos encantaban, yo participaba en el taller, como no estaba escolarizada mama me puso a coser, supongo que no sabia que hacer conmigo, nunca olvidaré a mis compañeras, me enseñaron muchas cosas, entre otras que ya iré contando, a coser, bordar, hacer punto, dobladillos, sobrehilados y forrar, son cosas que nunca se olvidan, como montar en bicicleta o hacer el amor, a mi me sirvió  esta actividad manual toda mi vida y hoy día soy capaz de coser cualquier cosa aunque no ejerzo.

Se unió al taller una amiga de la hermana de la ofíciala primera, no estuvo mucho tiempo con nosotros, un día cayo al suelo y empezó a tener convulsiones, se retorcía sin poder parar, de la boca salía espuma, sus compañeras se echaron sobre ella para impedir que se rompiera un hueso con sus movimientos incontrolados, otras le metieron pañuelos en la boca, para que no se mordiera la lengua, el ataque se fue pasando, no llamamos al medico, no había ningún tratamiento para la epilepsia, mas tarde me enteré, me contaron, que la joven era hija bastarda del rey Alfonso XIII y de una sirvienta, su padre no la reconoció pero le dejó en herencia la podrida sangre de su familia y de ahí venia su enfermedad, no volvió a trabajar y no supe mas de ella, pero lo que es verdad es que tenia toda la cara de su padre.
Yo me lo pasaba muy bien con aquellas jóvenes, al principio me miraban con desconfianza, era la hija de la maestra, como llamaban a mi madre, era su nombre en la jerarquía de la costura, enseguida vieron que era inofensiva y me trataban como una modistilla mas, muchas veces acompañaba a la aprendiza a librar, es decir a llevar los trajes a las clientas, otras veces mama nos mandaba a comprar entradas para los cines del Callao para ella y Ángel, así podía pasear por el centro de Madrid que me gustaba tanto como el monte de piedad.

Hablaban de novios, de sus esperanzas de poder casarse, de sus familiares y amigos, nunca les oí comentar que tuviesen victimas de la guerra, ni siquiera una alusión a los bombardeos de Madrid, ni a que tuviesen familiares en la cárcel o desaparecidos, la lección del silencio la teníamos muy bien aprendida. La única vez que les oí hablar de estos asuntos nunca la olvidare, porque influyo en mi manera de integrarme en partidos políticos mas adelante, estaban contando que Santiago Carrillo había dado orden de acabar con las guerrillas y que los comunistas denunciaban a los guerrilleros que no querían rendirse, seguramente ellas debían tener familiares entre los perseguidos, al ver que yo les escuchaba callaron, al fin y al cabo yo era hija de la maestra y nunca se sabe.

No olvidé aquel comentario, yo, no se como, conocía quien era Santiago Carrillo y nunca puse en duda que fuese cierto lo que mis compañeras de taller contaban, pasaron años y leguas y un día ya en Paris le pregunté a un amigo comunista si era cierto lo de las denuncias, me contó que el Partido decidió acabar con la guerrilla en España, la línea política que mas tarde les llevo al eurocomunismo y a la transición ya estaba diseñándose, mi amigo me dijo que el fue uno de los que llevó mensajes a los luchadores diciendo que debían deponer las armas y pasar a Francia, algunos no lo aceptaron y se les aisló del Partido, naturalmente negó que se les hubiese denunciado, es un asunto que nunca podrá aclarase, yo por si acaso nunca quise ser del PCE.
Entre las que cosían para mi madre me acuerdo especialmente de la oficiala primera, era ella quien dirigía el taller, distribuía el trabajo a las aprendizas y preparaba las pruebas, era una mujer muy bella, una cintura de esas que parecen que va quebrarse, su piel era blanca como una flor de azahar su pelo negro y rizado llamaba la atención, tenia novio desde hacia algunos años, no podían casarse falto de dinero para establecerse, no tardo mucho en conseguir lo que deseaba, ya contare como, yo vi enseguida que no quería a mi madre, seguramente pensaba que era mejor modista que ella y no le gustaba hacer lo que mi madre decía, su mala cara no presagiaba nada bueno, las otras modistillas no le mostraban gran simpatía, luego veremos cuanta razón tenia al desconfiar de ella.

Los lunes al reintegrarse al taller las jovenes contaban su fin de semana, muchas solían ir con sus familiares y novios a comer a la casa de campo, o a otros parques de Madrid, tartera con tortilla de patata, un poco de vino y muchos cantos y alegría, a mi el relato de sus fiestas me encantaba, años después tuve que hacer el Servicio Social, es decir trabajar gratis para la Sección femenina de Falange, también nos daban clases de adoctrinamiento, era necesario hacerlo para obtener el pasaporte y yo tenia buenas razones para querer obtenerlo, en la historia de la Gloriosa Falange que nos hacían aprender de memoria nos contaban como sublime hazaña que los falangistas iban durante la República a esperar a los jóvenes trabajadores que volvían a Madrid después de pasar el día en la montaña, les insultaban y usaban contra ellos de la dialéctica de los puños preconizada por su fundador José Antonio, un día consiguieron aislar a una joven, la arrastraron y la violaron entre todos y acabaron matándola a palos, para enseñar a esas rebeldes lo que son los verdaderos hombres, como decía Queipo de Llano, otro héroe.  Al oír esta historia pensaba en mis compañeras madrileñas, quizás parientas o compañeras de las que tuvieron que sufrir antes y después de la sublevación fascista, de la barbarie de los señoritos madrileños.

Las modistillas que podían se casaban. una de ellas lo hizo estando en el taller invitando a mi madre a la ceremonia, mama me contó lo bien que lo había pasado, en la fiesta conoció a máximos representantes de la Marca-sevino, es decir de la escuela de raterillos de Madrid, le contaron que tenían una escuela muy frecuentada donde enseñaban el oficio, tenían un maniquí, como el de mi madre en el taller con un traje lleno de campanitas, debían aprender a desnudar el muñeco sin que las campanillas sonasen, así aprendían a apoderarse de carteas o abrir bolsos sin que el paciente se enterase de nada, el timo de la estampita y otros cuentos tampoco tenían secretos para ellos. La fiesta acabo con un chotis endiablado como se bailaba en el Madrid de entonces, mama contaba riendo que para que no recibiera algún empujón, un fornido joven de la fiesta la sentó encima de un armario, al despedirse le dijeron que si alguna vez sufría algún robo les diera parte y recuperaría lo perdido, es curioso que muchos años después en Paris amigos de mi madre le hicieron la misma oferta, ya lo contaré.

También quiero recordar a una de las mas jóvenes, una aprendiza con la que me paseaba muy a menudo, era tímida y sus compañeras se burlaban un poco de ella, solía hacer todo al revés y cuando algún traje tenia  defecto se lo achacaban a ella, lo que mas me impresiono es que la llamaban el pedo acuático, a pesar de mis preguntas ninguna pudo explicarme porque y sigo sin comprenderlo, no estuvo mucho tiempo con nosotros dejó el trabajo y poco después supimos que había muerto, fue un día de duelo general, nuestro pedo acuático se nos fue, también yo perdería pronto el calor del taller de mi madre.

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