LOS AMORES DE MI MADRE
Antes de empezar a contar mis años, muy breves, en la calle de Lista debo
hablar de los amores de mi madre que tanto influyeron en el curso de mi vida.
Milagros estaba en el sanatorio de la Fuenfría, ya conte como llegó allí,
estaba sola y nadie se ocupaba mucho de ella, sus hijos estaban lejos y su
marido se dedicaba a abusar de su hermana, cosa que no tardo en saber. Yo la escribía
como podía, por entonces no tenia una vena literaria y mi paso por colegios fue
breve, leía todo lo que podía pero escribiendo tenia una letra fatal, lo se
porque mi madre conservó toda su vida las cuatro cartas que le enviaba, en
aquel entonces lo que me gustaba era hacer el loco por el jardín.
Mama vivó allí rodeada de sombras, todos los pacientes sabían que iban a
morir, la tisis no perdonaba, había mujeres casadas que esperaban en vano que
sus maridos subieran a la sierra a verlas, no lo hacían, el miedo al contagio
era mas fuerte que el lazo conyugal, había jovencitas de ricas familias que
esperaban curarse contando a todos los novios que las esperaban, los hombres de
todas edades tampoco recibían muchas visitas y se consolaban como podían
haciendo la corte a otras enfermas, los amores eran fugaces y el desenlace
siempre el mismo, cuando algún enfermo no bajaba al comedor todos sabían que lo
mas seguro es que nunca mas lo hiciera, vomito de sangre, fiebre y cama hasta
el final. Cuando leí “La montaña mágica de Thomas Mann” encontré todo el
ambiente que mi madre nos retrataba, nadie de los que allí estaba pensaba salir
y el mundo exterior se iba difuminando hasta que desaparecía para los
prisioneros de la Montaña.
En esa montaña trágica mi madre encontró el amor de su vida. Los enfermos
se reunían para hablar, tomar café contarse sus cuitas y a veces se escapaban a
Segovia para comer lechón asado, entre los enfermos estaba Ángel, los ojos
tristes de mi madre le enamoraron cuando la veía llorar leyendo las cartas de
sus hijos, así empezó su idilio, los dos se daban cuenta de que no tenían mucho
futuro, la enfermedad era mortal, claro que había que contar con los deseos de
vivir de mi madre, el impulso vital que la guió siempre la hizo luchar por su
vida y por su amor.
Ángel estaba también enfermo, era ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, así
se llamaba la carrera entonces, poco después de terminar sus estudios dirigió
la construcción de uno de los muchos pantanos que Franco inauguraba, el dictador
llego rodeado de sus ministros, guardia mora y diversos políticos fachas de la región,
todos se peleaban por ir inclinarse ante el asesino mendigando una palabra de
su sucia boca, viendo el tirano que el único que no se le acercaba era un tipo
trajeado modestamente, pregunto de quien se trataba y que hacia allí, es el
ingeniero que ha construido el pantano le contestaron. Supongo que a Franco le sentaría
mal que el único que debía haberle saludado con entusiasmo poniendo su obra a
sus pies no se molestara en batirse por una de sus miradas, aunque le sentara
mal no podía meterse con él, Ángel se llamaba Sáenz de Heredia y era primo
hermano del ínclito fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera y Sáenz
de Heredia. Poco después de esta anécdota, cayó enfermo y fue trasladado al
sanatorio donde se encontró con mi madre.
Se encontraron en el sanatorio y allí se amaron, mi madre no estaba
dispuesta a que la enfermedad pudiera mas que ella, debía luchar y luchó, la
única posibilidad de cura era la operación, la toraco plastia, pocos se
atrevían a intentarla y no muchos
sobrevivían, consistía en abrir la espalda, cortar casi todas las costillas que
protegían el pulmón enfermo y colapsar los tres cuartos del pulmón infectado,
después había que desear que la infección no se hubiera extendido por el otro
pulmón, de los que se sometieron a aquella carnicería y que sobrevivieron todos
acabaron desapareciendo, también Ángel que el deseo de vivir con su Milagros le
llevó a intentar su suerte, mi madre vivió largos años, trabajó, viajó, hizo
frente a todas las tragedias de su vida sin costillas y con un pulmón, ni
siquiera su silueta se modificó, andaba mas derecha que un huso, hasta el final
de su vida.
Mi padre y mi madre se separaron, hicieron una separación de cuerpos y
bienes, no existía el divorcio, prohibido por la Iglesia, lo que le interesaba
a mi padre sobre todo era que mi madre no pudiera reclamarle un céntimo de los
bienes gananciales, mama renunció a todo, los dos pidieron la anulación de su
matrimonio al tribunal de la Rota, lo que dios había unido solo lo podía
desunir la Iglesia a fuerza de dinero, y mis padres no tenían bastante para
pagar a la insaciable secta, volvieron a decir que mi padre se casó obligado
por el miedo, fue un matrimonio de guerra, algunos se anularon, cuando la gente
podía pagar, ellos no pudieron.
Al no poder anular el matrimonio tuvieron que vivir siempre de amores
clandestinos, nunca pudieron vivir juntos, aun así la venganza de una sociedad
fascista que no toleraba que una mujer pudiera ser libre cayó sobre ellos, mi
padre, la familia de mi madre todos se unieron para quitar a Milagros la
posibilidad de ser dichosa. A ella intentaron llevarla a la cárcel, a mí y a
mis hermanos nos separaron de nuestra madre para siempre, el dolor de unos y
otros nada importaba, las mujeres debían ser sumisas a las leyes de la Iglesia
y del fascismo.
Creo que durante algunos años fueron felices, al fin y al cabo solo la muerte
de Ángel pudo separarlos, creo que él por mi sentía un gran cariño, y quiero
decir aquí que siempre le considere como el hombre mejor que he conocido, mi
madre tuvo suerte de ser su amante a pesar de lo que le costó, lo que nos costó
a todos, si hubiese un espacio tiempo en el que las personas que se amaron
puedan encontrarse espero que estén allí los dos juntos y felices por la
eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario