POLIOMELITIS, MI
HERMANO JUAN MANUEL ENFERMO
Mi madre y sus hijos |
El verano acabo
apenas empezado, una mañana mi hermano Juan Manuel no se pudo levantar de la
cama, no podía tenerse derecho, el veredicto del médico fue fulminante, había
cogido la polio. En el año 50 se declaro una epidemia en Madrid de esta
enfermedad que ya existía pero de manera muy reducida, así que aquel brote que hizo miles de victimas la
gente lo atribuyó a la presencia de los Norteamericanos que habían reconocido
el régimen fascista de Franco para instalar sus bases a lo ancho y a lo largo
del país, la principal está en Torrejón de Ardoz, territorio que ya no nos pertenecía,
enclave imperialista en España y que se encuentra cerca de Madrid. Los
norteamericanos vinieron de forma masiva, Madrid, sus juergas, sus tapas,
flamenco y pandereta y sobre todo las corridas de toros que respondían
seguramente a la crueldad que les caracterizaba les encantaban igual que les
gustaba ver matar indios, de hecho en su país esta la polio estaba muy
extendida y la llevaban con ellos a los países donde se instalaban, habían
poblaciones con escasas defensas al no conocerla, eso es lo que paso en España
Tuvimos que
llevar a Madrid a mi hermano, recuerdo nuestro calvario buscando un hospital o clínica
donde pudieran cuidarlo, no encontrábamos, mi madre y yo íbamos con un taxi
recorriendo Madrid, en los hospitales los niños estaban acostados por los
suelos, no había camas ni nadie que pudiera ocuparse de ellos, visitamos todo
lo visitable, en algunas clínicas privadas temían el contagio y no nos dejaban
ni entrar. En nuestras peregrinaciones llegamos a un piso donde un medico tenia
algunas habitaciones donde acomodaba a sus paciente, era un apartamento antiguo
y tétrico , el galeno hombre mayor barbudo era afable aunque extravagante, nos
dijo que podíamos dejar allí el pequeño, que se encargaría de él, para que viéramos
lo bien que iba a estar nos enseño una de sus habitaciones convertida en
pajarera, los pajaritos de todos los colores voleteaban libres entre muebles y
plantas, era un espectáculo extraordinario, bonito, pero mama y yo juzgamos que
no era lo mas apropiado para mi hermano.
Seguimos nuestro
calvario con mi hermano que había perdido el conocimiento y el uso de sus
piernas, acostado sobre nuestras rodillas le llevábamos buscando su salvación,
cuando veo alguna pieta pienso a mi madre y a mi abrazadas a aquel niño que temíamos
que se nos fuera.
Por fin llegamos
a la clínica de Los Camilos, allí aceptaron a mi hermano y lo dejamos con
confianza, el equipo médico era bueno, desgraciadamente yo lo conocí no mucho
después y esa clínica fue cuadro de días muy amargos de mi vida. Juan Manuel
salio del peligro, se nos dijo que afortunadamente se le cogió a tiempo porque
la enfermedad empezaba a paralizar su cerebro, le dieron el alta pero una de
sus piernas no respondía, estaba casi paralizada.
Nos instalamos en
Pacífico y allí lo trato el medico de cabecera, muy interesado por el caso
venia a vernos todos los días, nos contó que tenia un hermano paralítico debido
a la polio y que eso le había llevado a investigar algo para curarla. Nos
explicó su método, consistía en despertar las defensas del paciente
inyectándole sangre, sangre de los que habían estado en contacto con él y no habían
enfermado. Mama, Fina, yo y creo que incluso Quique su hermano mayor íbamos
cada día a la consulta que estaba enfrente de casa, allí nos sacaba sangre,
como un vampiro, no era peligroso no se trataba de una trasfusión,
inmediatamente se la ponía en inyección a Juan Manuel, el tratamiento pareció
dar resultado, también mi madre le daba masajes en la pierna todos los días,
nos dijo el doctor que deberíamos hacerle trabajar la pierna en el agua, no teníamos
bañera así que mama buscó otro apartamento en Madrid y encallamos en Lista 59,donde mi destino se cubrió
de negros nubarrones, cuando me acuerdo de nuestra estancia en aquel ático se
me ocurre que fue allí donde se determino lo que seria mi vida futura, allí
empezaron los acontecimientos que acabaron llevándome años después al exilio,
mi vocación de revolucionaria allí empezó.
El caso es que mi
madre metía a su hijo cada día en la bañera y pasaba mas de una hora haciéndole
mover la pierna, así recuperó el músculo, hoy día se le nota algún gesto de la pierna,
pero hay que saberlo para notarlo, toda su vida ha hecho deporte, juega al
tenis y al golf sin ninguna problema, creo que todos contribuimos a que no quedara
cojo, sobre todo su madre, es algo que Juan Manuel nunca ha valorizado ni
agradecido y su madre siempre recibió de él mas desprecios que alegrías, pero
se curó y esa es la mayor alegría que todos tuvimos.
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