martes, 18 de noviembre de 2008

ADIOS A LISTA



SIGUE MI HISTORIA MADRILEÑA

Pronto se acabaría mi estancia en Madrid, por el momento era feliz cantando coplillas en el taller, oyendo los folletones radiofónicos que nos encantaban, había uno que se llamaba “No era de los nuestros” el protagonista era un niño de los que marcharon a la Unión Soviética huyendo de la guerra civil, el muchacho vuelve buscando su familia, la encuentra y en el transcurso de la complicada trama se dan cuenta de que es un maldito espía soviético venido para sabotear el paraíso fascista en que vivíamos, todo es muy dramático y creo recordar que el maldito comunista acababa muy mal, denunciado por alguien de su propia familia, tal vez su madre que entre lagrimas gritaba aquello de que no era de los nuestros, yo decidí que el comunista era el bueno de la novela y quise ser como él en cuanto tuviese ocasión, tardo en presentarse la ocasión, pero llegó.

Alguna vez iba al teatro con Ángel y mama, tuve ocasión de ver a Conchita Piquer y Juanita Reina, y alguna que otra tonadillera de aquellos tiempos, la verdad es que me gustaron, recuerdo que una vez estábamos en un teatro donde se daba una pieza en la que al parecer se hablaba de modo encubierto de un escándalo del gobierno, yo con cierta mala leche empecé a preguntar en voz alta cuando salía el ministro y que era lo que había hecho, creo que produje un cierto terror, mama y Ángel sin decirme nada se levantaron y dijeron que debíamos volver a casa deprisita, nunca supe el final de la pieza, pero no me regañaron, supongo que creían en mi candorosa inocencia, es algo que seguí repitiendo mientras goce de la dictadura y siempre con el mismo resultado, tenia que salir corriendo de donde estuviésemos, el miedo era espectacular, yo por eso decidí no tener miedo nunca y decir lo que me diera la gana, no he cambiado.

Un día llegaron a casa mi padre con mis hermanos y mi abuela Irene, venían de Alicante donde vivían con mi padre y donde yo iba a visitarles durante las vacaciones, iban camino de La Coruña, a mi padre le habían desterrado de Alicante y destinado a Galicia lo cual en su carrera equivalía a un castigo, nunca supe el porque del asunto, nunca quiso decirlo, seguramente se trataría de algo de dinero, lo único que le oí decir es que le perseguían por que le creían masón, pero no era eso, mi padre nunca hubiese sido masón con el miedo que tenia a la represión fascista contra ellos.
Cuando se disponían a continuar su viaje mi abuela se puso enferma, tuvo un derrame cerebral, las secuelas le duraron toda su vida, por el momento se la llevó a una clínica particular donde se podían hacer cargo de ella, la clínica se llamaba “Clínica de los Camilos”, pronto tendría ocasión de conocerla para mi desgracia.

Mientras mi abuela se reponía mi padre fue a buscar casa en La Coruña, mis hermanos se quedaron en Lista con mi madre, para que siguieran los estudios se les busco un colegio religioso, el mas cerca de casa era el colegio de los escolapios y que ocupaba lo que fue la cárcel de Porlier, así que mis hermanos estuvieron entre los mismos muros que vieron sufrir y morir a tantos republicanos.

Mi padre llevo a mi abuela con su hermano Paco, el militar de Valencia y después se fue con mis hermanos para instalarse en Galicia, todo parecía ir bien entre mis padres, sus relaciones eran correctas, pero esta situación no duró, yo seguí viviendo feliz sin saber los negros nubarrones que nos cercaba, una historia que no he podido olvidar fue el estreno de la conocida película “Lo que el viento se llevó”, lo que el culo se canso, decían nuestras modistillas, todo el mundo hablaba de ella, fue un éxito, a mi madre le gustó tanto que decidió que yo también debía verla, no debía estar prohibida para los menores ya que pude entrar sin problema, me gusto mucho y siento que tuviese un papel tan nefasto en mi vida, ya lo contaré.

Un día empecé a gritar, no podía hablar, quería comunicar con la gente que me rodeaba y no me entendían, un dolor terrible de cabeza me atormentaba y lo único que podía era gritar, gritar, después todo desapareció, mi vida en Madrid terminó, el taller, mis amigos, familia, vecinos, Ángel y sus hermanos, todo desapareció para siempre, nunca volví a verlos mas, mi vida nunca volvió a ser igual, empecé uno mas de mis exilios, quizás el mas doloroso.



No hay comentarios:

Publicar un comentario